El reciente apagón eléctrico del 28 de abril ha puesto de relieve las debilidades estructurales de la red energética europea. En este contexto, marcado por el debate en torno al papel de la energía nuclear y la búsqueda de autonomía energética, la energía de fusión se posiciona como una opción estratégica. Con una previsión de aumento de la demanda energética de entre el 25 % y el 70 % para 2050 —impulsada por la electrificación del transporte, la expansión de la inteligencia artificial, la industria 4.0 y el crecimiento de los centros de datos—, la necesidad de una fuente energética estable y no dependiente del clima se vuelve crítica.
Según estimaciones de la empresa española Gauss Fusión, la energía de fusión podría aportar hasta un 30 % del mix energético europeo para mediados de siglo. Además, se proyecta que cada 100 empleos directos en el sector podrían generar otros 200 indirectos en la economía.
Pese a su potencial, persisten numerosas ideas erróneas sobre esta tecnología. Desde confusiones conceptuales hasta temores heredados de accidentes nucleares del pasado, Gauss Fusión ha recopilado y desmontado diez de los mitos más frecuentes en torno a la energía de fusión.
1. Fusión y fisión son lo mismo
Ambas se basan en reacciones nucleares, pero funcionan de forma opuesta. Mientras que la fisión divide núcleos pesados como el uranio, la fusión combina núcleos ligeros —habitualmente isótopos del hidrógeno— para formar uno más pesado. Este proceso libera una cantidad de energía por unidad de masa considerablemente superior: cuatro veces más que la fisión y unos cuatro millones de veces más que la combustión de combustibles fósiles.
2. Es peligrosa y debe mantenerse alejada de las ciudades
La fusión no produce reacciones en cadena ni residuos de alta radiactividad de larga duración. En caso de descontrol, el proceso se detiene automáticamente. Estas características reducen significativamente el riesgo de accidentes graves, lo que la convierte en una tecnología viable incluso en proximidad a áreas urbanas o industriales.
3. Requiere materiales escasos o peligrosos
A diferencia de la fisión, que necesita uranio enriquecido, la fusión emplea deuterio (extraíble del agua de mar) y tritio, que se puede generar a partir del litio. Ambos elementos son relativamente abundantes y no dependen de cadenas de suministro geopolíticamente sensibles.
4. Es una energía contaminante
La energía de fusión no emite dióxido de carbono ni gases de efecto invernadero durante su funcionamiento. Tampoco genera residuos de alta actividad con necesidad de almacenamiento durante milenios, como ocurre con la fisión. Su capacidad de funcionar de forma continua le permite complementar otras fuentes renovables como la solar o la eólica, reduciendo la necesidad de soluciones de respaldo.
5. No encaja en el mix energético europeo
La naturaleza estable de la fusión la convierte en una candidata idónea para aportar carga base al sistema eléctrico. Su inclusión en el mix permitiría equilibrar la intermitencia de las renovables tradicionales, limitando la dependencia de tecnologías de almacenamiento o respaldo basadas en combustibles fósiles.
6. Sigue siendo ciencia ficción
Pese a que históricamente ha sido una promesa a largo plazo, la fusión ha dado pasos relevantes en su desarrollo. Iniciativas como el ITER y la actividad de empresas como Gauss Fusión —que colabora con instituciones como el CERN, el Instituto Max Planck o el KIT— han contribuido al salto hacia una fase preindustrial. Según los expertos, ya no se trata de una especulación futurista, sino de una tecnología en aceleración hacia la aplicación práctica.
7. Ha recibido muchas inversiones sin resultados
En términos comparativos, Europa se encuentra en una posición de desventaja. Mientras que Estados Unidos concentra el 85 % de las inversiones privadas en fusión —cerca de 8.000 millones de dólares—, Europa apenas supera el 15 %. China, por su parte, también ha incrementado sus esfuerzos financieros y tecnológicos en esta área. Sin un refuerzo en la inversión, Europa corre el riesgo de perder terreno estratégico en una tecnología crítica para su autonomía energética.
8. Será una energía cara
Como en otras tecnologías emergentes, los costes iniciales son elevados, pero tienden a descender con la experiencia industrial y la estandarización. El plan de Gauss Fusión contempla el desarrollo de hasta 200 centrales de fusión antes de final de siglo, lo que permitiría alcanzar economías de escala y precios estables para el suministro eléctrico.
9. Las renovables actuales ya cubren las necesidades
Si bien las tecnologías eólica y solar han avanzado en competitividad y despliegue, su dependencia de condiciones climáticas limita su capacidad para asegurar una carga base constante. La fusión permitiría consolidar un sistema eléctrico menos expuesto a fluctuaciones, al tiempo que contribuiría al desarrollo de un nuevo tejido industrial con alto valor añadido y potencial de generación de empleo.
10. Europa y España han descartado la energía nuclear
Alemania, tras cerrar sus centrales de fisión, ha incrementado su dependencia de fuentes externas, una situación acentuada por la guerra en Ucrania. El actual gobierno alemán ha manifestado su intención de construir la primera central de fusión en Europa. No obstante, China podría adelantarse gracias a su integración de capacidades públicas y privadas.
En España, el cierre progresivo de las centrales nucleares contrasta con las posibilidades que ofrece la fusión. Desde Bruselas, el nuevo marco del Pacto por una Industria Limpia permitirá a los Estados miembro apoyar proyectos nucleares, incluidos los pequeños reactores modulares (SMR), lo que abre la puerta a nuevos desarrollos.
Colaboración para un nuevo modelo energético
La energía de fusión, más allá de su vertiente técnica, plantea implicaciones estratégicas. Según Milena Roveda, CEO de Gauss Fusión y presidenta de la Asociación Europea de Fusión (EFA), Europa debe evitar repetir los errores cometidos en sectores como la inteligencia artificial, donde se ha cedido terreno a otras regiones.
En palabras de Roveda, la industrialización de la fusión requiere trasladar esta tecnología del entorno experimental al plano operativo mediante un esfuerzo coordinado entre instituciones públicas, sector privado e investigación científica. Modelos de colaboración previos, como los desarrollados para el Eurofighter o Airbus, podrían servir de referencia.
La decisión de impulsar esta tecnología no solo incide en la sostenibilidad energética, sino también en la capacidad de Europa para controlar sus recursos estratégicos, asegurar el suministro eléctrico y fomentar una industria energética autónoma y especializada.
