Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con…
Lola Rebollo, directora de Sector Público en Cloudera, intervino en el 39º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones organizado por AMETIC, proponiendo una metáfora náutica para explicar los desafíos actuales del sector público en su proceso de transformación digital.
Su intervención articuló una hoja de ruta clara en torno a tres ejes:
- la soberanía del dato,
- la infraestructura tecnológica y
- la gobernanza de la inteligencia artificial.
Desde una perspectiva funcional y con referencias directas a datos y estudios recientes, Rebollo dibujó un panorama complejo pero estructurado en el que la gestión de los datos se presenta como un activo estratégico. Según su planteamiento, el dato ya no es un subproducto de la actividad administrativa, sino el recurso principal que guía la toma de decisiones, el diseño de servicios y la interacción entre instituciones públicas, ciudadanos y empresas.

Soberanía del dato: una cuestión estratégica
Uno de los conceptos clave de la intervención fue el de soberanía del dato, que Rebollo definió como la necesidad de que los datos estén sometidos a la jurisdicción del territorio que los genera y almacena. Este enfoque no solo responde a criterios legales y regulatorios, como el cumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la reciente Ley Europea de Datos, sino que introduce una dimensión geopolítica.
Rebollo citó un estudio elaborado por Capgemini junto con el Centro de Políticas Económicas de ESADE, que revela que el 78 % de las organizaciones considera la soberanía del dato un reto central en la transformación digital. Además, el 50 % de los proyectos de inteligencia artificial sufren retrasos por no contar con infraestructuras soberanas, lo que eleva la gestión del dato al rango de cuestión crítica para la autonomía tecnológica de los Estados.
Este planteamiento adquiere especial relevancia en sectores como defensa, sanidad y ciberseguridad, donde la sensibilidad de la información exige mecanismos específicos de control y trazabilidad. Rebollo también enfatizó la necesidad de soberanía del software, es decir, de disponer de plataformas que no estén condicionadas por la dependencia exclusiva de proveedores tecnológicos concretos, lo cual garantizaría flexibilidad, continuidad operativa y menor exposición al riesgo.
Infraestructuras digitales y nube soberana
El segundo eje abordado fue la infraestructura tecnológica que sustenta esta travesía digital. Rebollo defendió el modelo de nube soberana, entendido como aquel que garantiza que los datos y las aplicaciones se ejecutan en un entorno geográfico controlado, preferentemente dentro de la Unión Europea, en cumplimiento con las normativas regionales. Este modelo permite desarrollar estrategias de almacenamiento y procesamiento que reduzcan la dependencia externa y refuercen la protección de la información.
En este contexto, la plataforma de Cloudera se presenta como una herramienta basada en estándares abiertos, arquitectura híbrida y capacidades multinube, que permite a las administraciones públicas decidir con flexibilidad dónde alojar sus cargas de trabajo: en entornos on-premise o en la nube. Rebollo destacó que su solución se basa en software de código abierto y cuenta con aceleradores tecnológicos diseñados para facilitar la ejecución rápida de proyectos relacionados con datos.
La plataforma incorpora funcionalidades como cifrado nativo de extremo a extremo, auditoría en tiempo real y control de accesos, lo que refuerza su adecuación a entornos regulados. Asimismo, subrayó el uso de estándares como Apache Iceberg, que permite una gestión unificada de tablas de datos para facilitar la interoperabilidad entre distintos sistemas y proveedores.
Gobernanza y confianza en la inteligencia artificial
El tercer bloque temático giró en torno a la inteligencia artificial (IA), con un enfoque centrado en la gobernanza y la confianza. Según los datos compartidos por Rebollo, el 74 % de las organizaciones no confía en los resultados generados por sistemas de IA. Esta desconfianza tiene su origen, en gran medida, en la falta de control sobre los datos utilizados para entrenar los modelos y en la opacidad de los procesos internos de los algoritmos.
Solo el 36 % de las organizaciones se considera preparada para afrontar el marco regulador de la IA, como la Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, que exige trazabilidad del dato y clasificación de riesgos. Rebollo insistió en que cada dato debe tener su propio “pasaporte”, es decir, un historial completo que permita comprobar cómo se ha recogido, transformado y utilizado, para poder garantizar su uso responsable en sistemas de IA.
En este sentido, la herramienta Octopi, recientemente integrada por Cloudera, permite establecer un linaje completo del dato y facilita la trazabilidad de metadatos a través de más de 60 conectores. Esto es especialmente útil en procesos de migración tecnológica, permitiendo a los integradores y desarrolladores optimizar tiempos y reducir errores durante las transiciones de plataforma.

Costes, escalabilidad y retorno de la inversión
Otro aspecto destacado en la intervención fue el económico. Según el estudio citado por Rebollo, el 70 % de las organizaciones identifica los costes como un reto significativo, tanto en el desarrollo de nuevos servicios basados en IA como en el mantenimiento de las infraestructuras existentes. Además, aludió a un informe del MIT que indica que el 95 % de los proyectos de IA generativa no han logrado los resultados esperados, lo que ha generado una notable cautela en las organizaciones a la hora de escalar estas soluciones.
Ante este panorama, Rebollo propuso una estrategia basada en la eficiencia y sostenibilidad, defendiendo plataformas abiertas que permitan controlar los costes por uso y faciliten la portabilidad de aplicaciones. También destacó la importancia de medir el retorno de la inversión (ROI) de cada proyecto, para evitar la dispersión de recursos y alinear los resultados con los objetivos estratégicos.
Espacios de datos sectoriales: el nuevo puerto digital
En el tramo final de su intervención, Rebollo introdujo la figura de los espacios de datos sectoriales como los nuevos “puertos” digitales. Estos espacios están concebidos como puntos de intercambio de información entre actores públicos y privados, diseñados para facilitar la colaboración, la creación de servicios personalizados y el acceso de pequeñas y medianas empresas a recursos que de otro modo estarían fuera de su alcance.
Rebollo comparó estas infraestructuras con los puertos marítimos, que tradicionalmente han sido nodos clave del comercio internacional. Al igual que estos, los espacios de datos deben ser flexibles, adaptables y garantizar el control sobre la información que circula por ellos. La soberanía y el control de los datos intercambiados son condiciones necesarias para preservar la integridad y la seguridad de estos nuevos entornos colaborativos.
Un marco normativo como guía de navegación
En la metáfora final, Rebollo equiparó la regulación con el faro que guía a los navegantes. La legislación europea, según explicó, no solo marca el rumbo, sino que aporta visibilidad, protección frente a los riesgos y garantías de cumplimiento normativo. Leyes como la del RGPD, la de Inteligencia Artificial y la Ley de Datos de la UE proporcionan un marco necesario para consolidar la confianza en los sistemas digitales.
En este sentido, la normativa no debe ser interpretada como un freno, sino como una brújula que permite construir soluciones tecnológicas alineadas con los principios de responsabilidad, transparencia y protección de derechos fundamentales.
Entre el riesgo y la oportunidad
La intervención concluyó con una reflexión sobre el equilibrio entre seguridad y oportunidad. Rebollo recordó que mantener los datos inactivos y aislados puede ofrecer una falsa sensación de seguridad, pero implica renunciar al valor que pueden generar. Del mismo modo que un barco no se construye para permanecer anclado en el puerto, los datos deben utilizarse para desplegar servicios que aporten valor público y eficiencia.
El mensaje final, lejos de cualquier enfoque triunfalista, fue un llamamiento a la acción estratégica, consciente de los riesgos, pero también de las capacidades técnicas y normativas disponibles para navegar este nuevo entorno digital de forma responsable.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
