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El 5G ya forma parte del panorama tecnológico en Europa y Norteamérica, pero su implantación no siempre se traduce en mejoras tangibles frente al 4G. Un estudio internacional, liderado por la Northeastern University con la participación de IMDEA Networks, TU Berlin, University of Porto, University of Oslo, Politecnico di Torino, Technical University of Denmark y Hewlett Packard Labs, confirma que la cobertura está ampliamente extendida en los grandes núcleos urbanos, aunque la experiencia de uso varía de forma significativa según operador y ubicación.
Diferencias entre ciudades y operadores
Durante un año, el equipo recopiló datos en ocho ciudades —Berlín, Turín, Oslo, Oporto, Madrid, Vancouver, Boston y Bay Area— combinando mediciones controladas con contribuciones colectivas. Los resultados evidencian que en algunos lugares el 5G ofrece un rendimiento ascendente notablemente superior, mientras que en otros apenas aporta mejoras frente al LTE.
Según Imran Khan, investigador predoctoral en Northeastern University y primer autor del trabajo, las variaciones geográficas y entre operadores son “sorprendentes”: en ciertas redes, el enlace ascendente 5G es excelente, pero en otras el comportamiento no difiere del 4G.
Latencia: un beneficio aún pendiente
La investigación destaca que la estabilidad del despliegue no se traduce automáticamente en ventajas de latencia. Claudio Fiandrino, profesor asistente en IMDEA Networks, subraya que la realidad es “más variada de lo que sugiere el marketing”: en muchas zonas, el tiempo de respuesta del 5G no es inferior al del 4G, lo que limita su utilidad en aplicaciones sensibles al retardo.
Los factores que influyen van más allá de la etiqueta “5G” y dependen de decisiones técnicas de los operadores, como el espectro asignado, la densidad de las estaciones base, el uso de infraestructuras en la nube o el edge computing.
Implicaciones para usuarios y responsables de políticas
El estudio advierte que, para la mayoría de los usos actuales, adoptar 5G no garantiza una experiencia de menor latencia ni mayor capacidad de respuesta. En algunas celdas se obtienen beneficios claros, pero en otras la mejora es nula o incluso negativa frente a LTE. En consecuencia, Fiandrino insiste en que las decisiones relacionadas con servicios críticos deberían basarse en mediciones empíricas y no únicamente en el salto generacional.
Riesgo de acelerar hacia el 6G
Los investigadores también alertan sobre la posibilidad de precipitar el paso al 6G sin haber resuelto los retos operativos del 5G. Entre los riesgos identificados figuran inversiones mal dirigidas, expectativas incumplidas, asignaciones ineficientes de recursos y decisiones de política pública basadas en promesas en lugar de datos contrastados.
El equipo recomienda priorizar la recogida de métricas reproducibles y transparentes a gran escala antes de impulsar nuevas generaciones de redes.
Una madurez condicional del 5G
El balance general es que el 5G se encuentra implementado de manera estable en muchas ciudades, pero todavía no ofrece una fiabilidad uniforme ni ventajas consistentes sobre el 4G, especialmente en términos de latencia. Fiandrino lo resume como una “madurez condicional”: el despliegue está consolidado, pero el rendimiento no siempre se corresponde con las expectativas generadas.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
