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Europa intensifica su inversión en inteligencia artificial, pero mantiene una brecha estructural frente a Estados Unidos y China

Europa intensifica su inversión en inteligencia artificial, pero mantiene una brecha estructural frente a Estados Unidos y China

  • Europa eleva su inversión en inteligencia artificial en 2024, pero se mantiene lejos de Estados Unidos y China en modelos, patentes e inversión privada.
The 2025 AI Index Report - Universidad de Stanford

En 2024, la inversión global en inteligencia artificial (IA) alcanzó una cifra sin precedentes: 252.300 millones de dólares, según el AI Index Report 2025, publicado por el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano de la Universidad de Stanford.

Esta cifra representa un crecimiento interanual del 26 % y refleja una tendencia de consolidación de la IA como eje estratégico en las agendas tecnológicas y económicas de las principales potencias. Sin embargo, al observar la distribución geográfica de esta inversión, se evidencian desequilibrios significativos. Estados Unidos continúa liderando con una clara ventaja, seguido a gran distancia por China, mientras que Europa, a pesar de sus avances recientes, aún opera con limitaciones estructurales que dificultan su convergencia con los dos grandes polos de desarrollo.

Estados Unidos consolida su hegemonía con una inversión privada dominante

La inversión privada en IA procedente de Estados Unidos alcanzó los 109.100 millones de dólares en 2024, lo que representa el 43 % del total mundial. Esta cifra no solo reafirma el dominio estadounidense, sino que también amplía la brecha con sus competidores más cercanos: China, con 9.300 millones de dólares, y el Reino Unido, con 4.500 millones. En términos relativos, la inversión estadounidense fue casi 12 veces mayor que la china y 24 veces superior a la británica.

Este liderazgo se explica por múltiples factores. El ecosistema de innovación estadounidense cuenta con una alta concentración de capital riesgo, infraestructuras tecnológicas avanzadas, un mercado interno de gran escala y una estrecha relación entre la investigación universitaria y el emprendimiento tecnológico. Además, Estados Unidos ha sido el principal impulsor de modelos de lenguaje de gran escala (LLM), como los desarrollados por OpenAI, Anthropic, Meta o Google DeepMind, muchos de los cuales fueron entrenados y desplegados desde empresas con sede en Silicon Valley.

En 2024, Estados Unidos produjo 40 modelos destacados de IA, frente a los 15 de China y apenas 3 de Europa. Este diferencial no solo es cuantitativo, sino también cualitativo: los modelos estadounidenses continúan liderando en puntuaciones de referencia como MMLU, HumanEval o GPQA. No obstante, China ha acortado distancias técnicas, logrando rendimientos equiparables en múltiples métricas de evaluación.

China apuesta por el desarrollo endógeno y lidera en publicaciones y patentes

A pesar de su menor volumen de inversión privada en IA, China ocupa una posición central en el desarrollo científico y técnico del sector. En 2023, fue responsable del 23,2 % de todas las publicaciones en IA a nivel mundial y del 22,6 % de las citas, superando a Europa (20,9 %) y muy por encima de Estados Unidos (13 %). Este liderazgo en producción científica refleja una política estatal orientada a la autosuficiencia tecnológica, con énfasis en formación, propiedad intelectual y control de infraestructuras críticas.

El gigante asiático también domina en número de patentes: el 69,7 % de las concesiones globales de patentes relacionadas con IA en 2023 correspondieron a China. Asimismo, en el ámbito industrial, China instaló 276.300 robots en 2023, más del doble que el resto del mundo combinado, confirmando su liderazgo en robótica aplicada a la industria.

A nivel institucional, China ha desplegado un fondo nacional de 47.500 millones de dólares para el desarrollo del ecosistema de semiconductores, con el objetivo de mitigar su dependencia de proveedores extranjeros, especialmente en chips avanzados necesarios para el entrenamiento de modelos de IA.

Europa: fragmentación, cautela regulatoria y progreso desigual

La región europea, entendida como conjunto de Estados miembros de la Unión Europea y otras economías del continente, presenta una situación mixta. Por un lado, cuenta con una base científica robusta y una tradición en derechos digitales que ha sentado precedentes internacionales; por otro, adolece de una fragmentación política, legislativa y financiera que obstaculiza su capacidad de competir en condiciones de escala con Estados Unidos o China.

En 2024, los principales países europeos que destacaron en inversión privada en IA fueron el Reino Unido (4.500 millones de dólares), Suecia (4.340 millones), Francia (2.620 millones) y Alemania (1.970 millones). Aunque estas cifras representan un incremento respecto a años anteriores, siguen siendo insuficientes para generar un impacto global en el desarrollo de modelos fundacionales o infraestructuras estratégicas.

El caso francés resulta particularmente ilustrativo: el gobierno ha anunciado un paquete de 109.000 millones de euros para infraestructuras tecnológicas y digitales, incluyendo IA, energía y conectividad. Sin embargo, la inversión privada no acompaña al mismo ritmo, lo que revela una desconexión entre el impulso institucional y la dinámica empresarial.

Asimismo, el peso de la industria en la producción científica europea en IA es limitado. Solo el 9,6 % de las publicaciones provienen del sector privado, frente al 16,5 % en Estados Unidos. Este dato refleja una brecha en la traslación de investigación a producto y en la comercialización de avances científicos, así como una menor articulación entre universidades y startups.

Generative AI y financiación sectorial

El ámbito de la inteligencia artificial generativa (Generative AI) se ha consolidado como uno de los motores principales de atracción de capital. En 2024, esta categoría recibió 33.900 millones de dólares en inversión privada a escala global, lo que equivale al 20 % del total del capital destinado a IA. Estados Unidos captó la mayoría de este flujo, superando la suma combinada de China y la Unión Europea más el Reino Unido en 25.400 millones de dólares.

Este desequilibrio evidencia la concentración de talento, datos y recursos computacionales en determinadas geografías. En Europa, aunque existen proyectos relevantes como Mistral AI en Francia, Aleph Alpha en Alemania o Stability AI en Reino Unido, ninguno ha logrado aún competir de tú a tú con los grandes laboratorios estadounidenses o chinos.

Además, la proliferación de modelos open-source desarrollados en Europa no se traduce necesariamente en ventajas competitivas sostenibles, debido a la falta de recursos para entrenamientos a gran escala, la carencia de capacidad computacional pública y las restricciones legales sobre el uso de datos para entrenamiento de modelos.

Producción científica: Europa mantiene su posición, pero sin liderazgo

En términos académicos, Europa sigue siendo una región clave en la producción de conocimiento sobre IA. En 2023, generó el 15,2 % de las publicaciones totales en la disciplina, siendo la segunda región mundial, por detrás de China. En cuanto a las citas científicas, Europa concentró el 20,9 % del total, superando incluso a Estados Unidos.

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No obstante, el peso académico no se traduce en liderazgo industrial o tecnológico. La escasa conversión de conocimiento en producto, así como la baja densidad de startups con financiación de capital riesgo a nivel internacional, limitan la proyección global del ecosistema europeo.

El sector académico representa el 84,9 % de las publicaciones en IA en Europa, mientras que la participación de la industria y el sector público sigue siendo marginal. Esta distribución contrasta con la tendencia en Estados Unidos, donde el sector privado tiene un rol más activo en la producción de conocimiento aplicado.

Marcos regulatorios y gobernanza: un enfoque europeo singular

Europa ha optado por una estrategia centrada en la regulación como herramienta de posicionamiento geopolítico. La aprobación de la Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea en 2024 establece un marco normativo vinculante para el desarrollo, uso y comercialización de sistemas de IA en territorio comunitario. Esta ley introduce obligaciones de transparencia, prohibiciones de determinados usos y requisitos de evaluación de riesgos.

Aunque esta aproximación refuerza los derechos de los ciudadanos y podría generar confianza pública, también introduce costes regulatorios y ralentiza los ciclos de innovación, especialmente para pequeñas y medianas empresas. A medio plazo, el éxito de esta estrategia dependerá de su capacidad para combinar estándares éticos con incentivos a la inversión y a la cooperación tecnológica entre Estados miembros.

Además, Europa ha promovido la creación del Instituto Europeo de Seguridad en IA, en el marco de los compromisos adquiridos durante el AI Seoul Summit de mayo de 2024, junto a iniciativas similares en Japón, Corea del Sur, Canadá y Australia. Este movimiento refuerza la apuesta por una gobernanza internacional de la IA, aunque todavía está lejos de generar una arquitectura institucional comparable a la influencia reguladora y financiera de Estados Unidos.

Perspectivas para Europa: entre el pragmatismo y la estrategia

A pesar de las limitaciones actuales, Europa cuenta con recursos estratégicos que podrían permitirle reposicionarse en la carrera global por la IA: una comunidad científica sólida, empresas tecnológicas especializadas en nichos de alto valor añadido, marcos regulatorios estables y una creciente concienciación institucional.

La clave radica en resolver varios desafíos estructurales: la fragmentación del mercado interno, la escasa financiación de riesgo, la dependencia de proveedores externos de hardware avanzado y la baja penetración de grandes infraestructuras de entrenamiento de modelos. Asimismo, será fundamental establecer mecanismos efectivos para transferir el conocimiento científico a entornos productivos, fomentar las alianzas público-privadas y garantizar que las políticas industriales sean coherentes con las políticas regulatorias.

En un entorno cada vez más competitivo y geopolíticamente tenso, la ventana de oportunidad para Europa se está acotando. La consolidación de una estrategia común, basada en la coordinación entre países, inversión sostenida y alineación entre actores académicos, institucionales y empresariales, será determinante para definir su papel en la próxima década.

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