Jeff Bezos reapareció en el escenario tecnológico europeo con una ponencia en la Italian Tech Week 2025 que combinó pronósticos futuristas, reflexiones personales y una advertencia con sabor amargo: la inteligencia artificial atraviesa una burbuja industrial con paralelismos inquietantes con la explosión de las puntocom hace 25 años.
La intervención, titulada Dreaming and Building, reunió a más de 15.000 asistentes en Turín, y estuvo marcada por una atmósfera de entusiasmo, pero también de cautela.

Italian Tech Week 2025: expansión del ecosistema tecnológico italiano
Desde su creación en 2018, la Italian Tech Week ha evolucionado hasta convertirse en uno de los encuentros tecnológicos de referencia en Europa. Fundada con la intención de fortalecer el ecosistema emprendedor en Italia, la edición de 2025 ha mantenido la entrada gratuita como seña de identidad, a la vez que ha incorporado una oferta de entradas premium para profesionales, espacios de networking y eventos nocturnos con figuras destacadas del sector.
En ese contexto, la elección de Jeff Bezos como figura central del evento supuso un guiño explícito al lema de esta edición: The Wave Ahead, centrado en aquellos que anticipan el cambio antes de que sea visible.
“Esto ya lo hemos vivido”: advertencia sobre la burbuja de la IA

Bezos no tardó en señalar las similitudes entre el actual auge de la inteligencia artificial y la euforia tecnológica que precedió al estallido de la burbuja de internet en 2000. “En aquella época, la acción de Amazon cayó de 113 a 6 dólares en pocos meses. Pero cada mes crecíamos en número de clientes, en beneficios brutos y en fidelización”, recordó durante su conversación con John Elkann, presidente de Ferrari y Stellantis.
Para Bezos, una burbuja industrial no implica necesariamente que la tecnología sea ficticia, pero sí que el mercado está incapaz de diferenciar entre propuestas viables y meramente especulativas. “Hoy se están financiando ideas buenas y malas por igual. Eso es propio de una burbuja”, señaló. Como ejemplo, mencionó el fenómeno de startups con plantillas mínimas que reciben valoraciones de miles de millones sin producto validado, aunque evitó señalar nombres concretos.
La advertencia encuentra eco en otras voces del sector. Sam Altman (OpenAI) y el CEO de Goldman Sachs, David Solomon, han manifestado preocupaciones similares en los últimos meses. Solomon, presente también en Turín, matizó que el mercado vive una fase en la que “se sobrevaloran las expectativas positivas y se infravaloran los riesgos”.
“Esto es real”: diferenciando el humo de los cimientos

A pesar de las señales de burbuja, Bezos insistió en que la inteligencia artificial es una tecnología con impactos estructurales reales y duraderos. “La IA va a cambiar todos los sectores. Y cuando digo todos, me refiero a todos: manufactura, hostelería, consumo, transporte, salud”, afirmó.
El empresario diferenció entre startups especializadas en IA y empresas tradicionales que adoptarán estas tecnologías de forma transversal. En su opinión, lo más transformador no será el surgimiento de nuevos actores, sino la integración de la IA en empresas ya existentes, mejorando su calidad y productividad.
En ese sentido, comparó la situación actual con la explosión del cableado de fibra óptica en los años noventa: “Muchas compañías quebraron, pero el cableado permaneció. Lo que se construya ahora también será aprovechado, aunque no por quienes lo estén financiando hoy”.
Centros de datos en el espacio: hipótesis o plan operativo
Más allá del análisis económico, Bezos aprovechó la ocasión para reiterar uno de sus proyectos más llamativos: la construcción de centros de datos en órbita terrestre en las próximas dos décadas. “Podremos superar el coste de los centros de datos terrestres en el espacio gracias a la energía solar constante, sin nubes ni lluvia, con disponibilidad 24/7”, argumentó.
La idea no es nueva, pero sí ambiciosa. Tal como recogió The Register, Bezos sostiene que las necesidades energéticas y de refrigeración de los centros de datos actuales podrían resolverse en el espacio, donde la radiación solar es constante y no se depende de infraestructuras terrestres como la red eléctrica o el agua para refrigeración.
Sin embargo, expertos han señalado los retos técnicos que este modelo implica. Por ejemplo, disipar un gigavatio de calor en el vacío requiere sistemas radiactivos extremadamente complejos. Para comparar, la Estación Espacial Internacional solo puede disipar unos 70 kilovatios.
Asimismo, los riesgos asociados a los lanzamientos, la dificultad del mantenimiento y la latencia en las comunicaciones (20 a 600 milisegundos según la órbita) plantean desafíos que, por ahora, solo pueden abordarse con un alto grado de automatización y redundancia tecnológica.
Tecnología, empresa y largo plazo: claves desde la experiencia
Durante la conversación, Bezos se desmarcó de la narrativa del “fundador precoz” y abogó por la formación profesional previa antes de emprender. “Yo fundé Amazon con 30 años, después de trabajar en una empresa excelente. Aprender a contratar, entrevistar o gestionar es más fácil si pasas por una organización bien gestionada”, dijo.
También defendió el papel de los mavericks o inconformistas dentro de las grandes corporaciones. “Las buenas compañías los protegen en lugar de expulsarlos. Son los que impulsan el cambio desde dentro”, añadió.
Al hablar de la dicotomía entre soñar e implementar, Bezos subrayó la importancia de armonizar ambos enfoques en función del momento. “Hay que ser inflexible con la visión, pero flexible con los detalles. Y la intuición, no solo los datos, es clave en las decisiones importantes”, señaló.
Futuro espacial, entre robots y ciencia ficción
En la recta final del diálogo, Bezos compartió avances de Blue Origin, su empresa aeroespacial, y esbozó un horizonte en el que millones de personas vivirán en el espacio “porque quieren, no porque sea necesario”.
Entre los desarrollos en curso citó el próximo lanzamiento del cohete New Glenn, la construcción de un módulo lunar impulsado por hidrógeno licuado y el diseño de células solares a partir del regolito lunar.
Más allá de la exploración, Bezos apuntó a la manufactura espacial como siguiente paso en la externalización de infraestructuras críticas. Y aunque no ofreció plazos para el transporte hipersónico o los viajes orbitales comerciales, sí anticipó que vivir en el espacio será técnicamente posible en pocas décadas, gracias al avance de la robótica.
Como recomendación cultural, mencionó la serie literaria The Culture, de Iain M. Banks, por su visión utópica de la convivencia entre humanos e inteligencias artificiales. “No es que vaya a ser así, pero ofrece una manera interesante de pensarlo”, comentó.
La gravedad de la realidad
Con cierta ironía, Bezos cerró su intervención con una frase que encapsula su visión del mundo: “La realidad está invicta. Siempre gana”. Una declaración que, más allá de lo anecdótico, remite al núcleo de su discurso: distinguir entre el ruido del entusiasmo y la sustancia de lo que permanece.
La inteligencia artificial, como la fibra óptica o la electricidad, atravesará fases de sobre-expectación, corrección y maduración. Pero lo que sobreviva —ya sea una idea, un algoritmo o una infraestructura— será lo que finalmente pese en la balanza. No en la de los mercados, sino en la de la utilidad civilizatoria.
