En un momento en que la autonomía tecnológica europea se entrelaza con tensiones geopolíticas y debates sobre soberanía digital, Huawei ha optado por reforzar su mensaje de apertura y cooperación internacional. La compañía china celebró la semana pasada en Madrid el foro Innovation Day, en el marco del evento Huawei Connect Europe, con un lema que no rehúye la controversia: “Una Europa preparada para el futuro: el poder de la apertura y la competencia leal”.
El encuentro reunió a representantes de administraciones públicas, universidades y empresas tecnológicas para debatir sobre el papel de la colaboración transfronteriza en el desarrollo digital del continente. Entre los asistentes, Fernando Álvarez, subdirector de Transformación Digital del Ayuntamiento de Madrid, destacó el papel de la capital como nodo tecnológico emergente. Subrayó la necesidad de establecer alianzas sólidas entre instituciones públicas, el ámbito académico y empresas como Huawei para acelerar la agenda digital de la ciudad.
Aunque el discurso de apertura se centró en el potencial local, las mesas de debate giraron en torno a un dilema más amplio: cómo puede Europa mantener su competitividad tecnológica sin cerrar sus fronteras a actores internacionales. Según Sandro Grigoll, vicepresidente ejecutivo de la Global Semiconductor Alliance, la industria de los semiconductores —clave en la actual carrera tecnológica— es, por definición, transnacional. “Aunque la situación geopolítica actual no es precisamente propicia para la colaboración mundial, todos los retos globales clave requieren precisamente esa colaboración”, afirmó durante su intervención.

La referencia a las tensiones internacionales no fue casual. En los últimos años, Huawei ha sido objeto de restricciones en varios países europeos, en parte por presiones diplomáticas y preocupaciones de seguridad. Sin embargo, en el foro se evitó cualquier confrontación directa. El foco se mantuvo en la necesidad de marcos regulatorios claros y en la promoción de una competencia que no excluya por origen geográfico.
De acuerdo con las intervenciones de expertos como Garry Connolly (Digital Infrastructure Ireland) y Cecilia Celeste Danesi (Universidad Pontificia de Salamanca), la apertura tecnológica debe ir acompañada de políticas audaces que garanticen la inversión en infraestructuras digitales. Ambos coincidieron en que la ética, la diversidad y la inclusión no pueden quedar relegadas a un segundo plano en la carrera por la innovación.
La educación digital ocupó también un lugar destacado en la agenda. Oscar García Suárez, rector de la Universidad Politécnica de Madrid, y Fang Jing, experta sénior de la UNESCO, debatieron sobre la necesidad de preparar a los estudiantes para un mercado laboral en transformación. En este punto, se mencionaron varias iniciativas conjuntas entre Huawei y organismos internacionales para fomentar la alfabetización digital y reducir la brecha de género en el sector tecnológico.
Jean-Luc Lemmens, director ejecutivo de IDATE, introdujo un matiz estratégico: la creación de ecosistemas colaborativos. Según Lemmens, la confianza y la apertura deben ser los pilares de las futuras asociaciones digitales en Europa. “El liderazgo proviene de la conexión, no del aislamiento”, afirmó, en una frase que sintetiza el mensaje central del evento.
La jornada concluyó con la presentación de un caso práctico: la tercera fase del Proyecto Salmón Noruego, en el que Huawei participa con soluciones tecnológicas orientadas a la sostenibilidad. Aunque anecdótico en apariencia, el ejemplo sirvió para ilustrar cómo la innovación digital puede tener aplicaciones directas en la protección medioambiental y la biodiversidad.
Kenneth Fredriksen, vicepresidente sénior de Huawei Europa, cerró el foro con un llamamiento a mantener una colaboración abierta entre sectores públicos y privados. Reiteró el compromiso de la compañía con una innovación “ética, inclusiva y sostenible”, aunque evitó entrar en detalles sobre cómo se traduce ese compromiso en sus operaciones concretas en Europa.
Más allá de los discursos, el evento dejó entrever una tensión latente: mientras Huawei insiste en la necesidad de apertura, algunos gobiernos europeos avanzan hacia políticas de contención tecnológica. La paradoja es evidente. Europa quiere liderar la transformación digital, pero aún no ha resuelto del todo con quién —y bajo qué condiciones— está dispuesta a recorrer ese camino.
