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Ericsson y la Universidad de Málaga impulsan la Cátedra Hedy Lamarr de IA

Ericsson y la Universidad de Málaga impulsan la Cátedra Hedy Lamarr de IA

  • Ericsson y la Universidad de Málaga renuevan la Cátedra Hedy Lamarr e inauguran un desafío de inteligencia artificial para fomentar vocaciones tecnológicas.
Formación STEM

La renovación de la colaboración entre Ericsson España y la Universidad de Málaga se ha convertido en un punto de referencia para quienes observan cómo evoluciona el vínculo entre industria y educación tecnológica en el país.

La ampliación de la Cátedra Hedy Lamarr, centrada en mujer y tecnología, no solo consolida una iniciativa académica que ha ganado visibilidad desde 2021. Refuerza también una tendencia más amplia: el interés creciente de las empresas por intervenir en etapas tempranas de la formación STEM, en especial entre las estudiantes.

Según los datos facilitados por ambas instituciones, más de 1.200 jóvenes han participado en las actividades de la Cátedra desde su creación, una cifra que este año ha alcanzado a 369 alumnas. El volumen resulta significativo para una iniciativa de escala local, aunque su efecto real, como recuerdan docentes implicados en programas de orientación, se percibe con mayor claridad cuando se examinan trayectorias a medio plazo. Lo curioso es que el impulso empresarial se está convirtiendo en un elemento estructural dentro de las políticas educativas regionales, algo que hace una década se consideraba puntual.

La presencia de Ericsson en Málaga ayuda a explicar parte de este movimiento. La compañía mantiene allí una organización global de I+D que define componentes clave de su estrategia en algoritmos avanzados de Machine Learning e inteligencia artificial para optimizar el rendimiento de redes. Aunque a menudo se pasa por alto, esta infraestructura ha convertido a la ciudad en un enclave donde las universidades pueden acercarse a tecnologías que, en otros entornos, solo se ven de forma teórica. La Cátedra actúa como puente y, en realidad, como laboratorio social para observar cómo interactúan estudiantes con profesiones tecnológicas en transformación.

La edición 2025/2026 incorpora un nuevo elemento. El Desafío Ericsson, que cada año explora un ámbito distinto, se centrará esta vez en imaginar usos de la inteligencia artificial generativa. No se trata tanto de evaluar prototipos avanzados como de estimular la comprensión de tecnologías que se han extendido a ritmos difíciles de seguir para el sistema educativo. El reto evidencia una tensión conocida: formar a jóvenes en áreas que evolucionan más rápido de lo que los planes de estudio pueden actualizarse. Sin embargo, permite que las participantes experimenten con conceptos recientes y observen de cerca sus implicaciones técnicas.

En palabras de Juan Olivera, presidente de Ericsson España, “la innovación solo puede crecer en entornos diversos e inclusivos” y la renovación de la Cátedra apunta a ese propósito. La frase resume una idea presente en otros proyectos de la compañía, pero adquiere matices propios cuando se analiza su encaje en el ecosistema malagueño.

La demanda de perfiles especializados, especialmente en redes e inteligencia artificial, ha generado una presión sostenida sobre centros formativos que aún se adaptan a esta expansión. Las iniciativas de colaboración público-privada actúan como mecanismo de compensación, aunque no siempre es sencillo equilibrar objetivos académicos y corporativos.

Durante el último curso académico se realizaron más de 35 charlas y visitas a centros educativos, una cifra que sugiere un esfuerzo continuado por acercar experiencias profesionales a estudiantes de secundaria. 110 jóvenes visitaron las oficinas de Ericsson y 51 participaron en el Desafío Hedy Lamarr, una actividad que combina resolución de problemas con exposición práctica a tecnologías emergentes. Aunque las cifras pueden parecer modestas en términos absolutos, los organizadores destacan que el impacto se mide más por profundidad que por volumen. Una experiencia aislada puede modificar la percepción de una alumna sobre la ingeniería o la programación, especialmente en entornos donde las vocaciones STEM siguen marcadas por brechas de género persistentes.

El caso de Málaga es ilustrativo. La ciudad ha construido un tejido tecnológico que se expande alrededor del Parque Tecnológico de Andalucía, donde operan tanto multinacionales como pequeñas empresas locales. Esta concentración ha generado un entorno en el que la educación técnica encuentra referentes cercanos, aunque la relación entre oferta formativa y demanda laboral aún presenta desajustes. Las cátedras universitarias, incluyendo la Hedy Lamarr, funcionan como nodos intermedios para modular esa distancia. La renovación actual refuerza esa función.

La apuesta por la inteligencia artificial generativa dentro del nuevo desafío llega en un momento en el que España discute cómo integrar estas herramientas en procesos productivos y educativos. La estrategia nacional de IA ha señalado la importancia de reducir desigualdades en el acceso a competencias digitales, pero los centros educativos lidian con limitaciones de recursos que ralentizan su incorporación efectiva. Incluir este tipo de tecnologías en actividades extracurriculares aporta una capa práctica que los programas oficiales tardarán en consolidar.

Más allá del atractivo tecnológico, el enfoque de género continúa siendo el eje que articula la Cátedra. Aunque España ha incrementado el número de estudiantes mujeres en titulaciones STEM en la última década, los porcentajes siguen situándose por debajo del promedio europeo en áreas como ingeniería informática. Programas como este emergen para intervenir en etapas educativas donde aún se configuran intereses y expectativas profesionales. La cifra de 369 alumnas participantes en 2025 ofrece una referencia, aunque la pregunta que persiste es cuántas de ellas continuarán hacia carreras técnicas. Los primeros análisis internos sugieren que las alumnas expuestas a iniciativas de este tipo mantienen mayor probabilidad de optar por itinerarios científicos, pero los datos aún son limitados para extraer conclusiones amplias.

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La colaboración entre Ericsson y la UMA se ha consolidado gracias a la estabilidad institucional que ambas organizaciones mantienen en Málaga. La universidad, por su parte, ha reforzado sus programas de divulgación STEM y ha incrementado la cooperación con empresas del entorno para acercar prácticas y proyectos reales al alumnado. Aunque estas dinámicas no resuelven por sí mismas las tensiones del mercado laboral tecnológico, ofrecen una aproximación más pragmática a la formación. El hecho de que una multinacional del sector de las telecomunicaciones participe activamente añade un componente de transferencia de conocimiento difícil de lograr de otro modo.

El nuevo desafío de IA generativa aparece así como una herramienta pedagógica que trasciende su función inicial de competición. Permite a las estudiantes interactuar con un tipo de tecnología que redefine procesos empresariales, desde la automatización de tareas hasta el diseño de soluciones de red. En contraste con ediciones anteriores, centradas en robótica o análisis de datos, la elección de este año refleja la aceleración del debate sobre el impacto de la IA en servicios digitales y telecomunicaciones. También invita a observar cómo se adapta la enseñanza secundaria a una realidad donde la frontera entre usuario y creador tecnológico se vuelve más difusa.

La continuidad de la Cátedra Hedy Lamarr plantea un escenario interesante para los próximos años. Si mantiene su crecimiento y logra integrar evaluaciones de impacto más sistemáticas, podría convertirse en un modelo replicable en otras universidades españolas con presencia de grandes empresas tecnológicas. Málaga, que ha buscado consolidarse como polo digital, podría beneficiarse de un efecto demostración. Aunque la iniciativa no cambia por sí misma el panorama de género en STEM, contribuye a construir un entorno donde las estudiantes encuentran referentes tangibles y oportunidades de experimentación temprana.

En los próximos meses, la evolución del desafío y la participación de nuevas generaciones permitirá observar hasta qué punto este tipo de proyectos influyen en la percepción sobre la inteligencia artificial. La cuestión no es menor. La integración de IA generativa en procesos productivos exige entender tanto su potencial como sus límites. Introducir estos conceptos en edades escolares añade una capa de alfabetización tecnológica que el mercado laboral valorará con mayor intensidad.

La renovación de la Cátedra confirma, en definitiva, que la educación tecnológica ya no es terreno exclusivo de aulas universitarias ni laboratorios corporativos. Se ha convertido en un espacio híbrido donde instituciones públicas y privadas experimentan fórmulas de colaboración que buscan anticipar necesidades futuras. El alcance real de estas iniciativas se medirá con el tiempo, pero los actores implicados coinciden en que la continuidad es clave. La edición 2025/2026 será un nuevo examen para comprobar hasta dónde puede llegar este modelo.

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