La automatización del transporte de mercancías avanza con paso firme. Según un informe de McKinsey, el mercado global de camiones autónomos podría alcanzar los 552.000 millones de euros en 2035. Esta tecnología, aún en fase de despliegue en muchos países europeos, promete reducir hasta un 30% los costes logísticos globales, gracias a la optimización de rutas, la eliminación de tiempos muertos y la posibilidad de operar sin interrupciones.
En España, el desarrollo de esta tendencia todavía tropieza con barreras regulatorias. La legislación actual no contempla la circulación masiva de vehículos pesados sin conductor, lo que ralentiza su adopción. Sin embargo, empresas del sector inmologístico ya se están preparando para el cambio. Proequity, consultora especializada en activos logísticos, trabaja en el rediseño de plataformas que integren las nuevas exigencias operativas que traerá consigo esta tecnología.
De acuerdo con las proyecciones del sector, el crecimiento de los camiones autónomos será sostenido. Se estima que para 2032 el mercado alcanzará los 87.000 millones de dólares, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 10,6%. Pero más allá del volumen de negocio, el impacto estructural será profundo. La automatización del transporte no solo afectará a la eficiencia operativa, sino también al diseño de infraestructuras, la sostenibilidad del sector y los modelos de negocio logístico.
La posibilidad de operar flotas 24/7 modifica por completo el uso de los activos. Centros logísticos que antes trabajaban con ventanas horarias limitadas deberán adaptarse a un modelo continuo, donde la carga y descarga automatizada sea la norma. Esto implica rediseñar los flujos internos, incorporar estaciones de carga rápida para vehículos eléctricos o de hidrógeno, y actualizar los sistemas de gestión de almacenes para integrarse con vehículos autónomos.
“La integración de tecnologías avanzadas en los activos logísticos es un paso crucial hacia la resiliencia y la competitividad del sector. Los camiones autónomos representan una parte importante de esa transformación”, señala David Martínez, director general de Proequity. La firma, con más de 15 años de experiencia en el sector, está centrando parte de su estrategia en anticipar esta evolución, adaptando proyectos logísticos para que sean compatibles con las nuevas exigencias operativas.
El impacto económico es evidente, pero también lo es el ambiental. Los camiones autónomos, al operar con algoritmos que optimizan el consumo y reducen las “millas muertas”, pueden mejorar la eficiencia energética del transporte. Esto se alinea con las crecientes exigencias de sostenibilidad que enfrentan los operadores logísticos, especialmente en Europa, donde las certificaciones medioambientales como LEED o BREEAM se han convertido en un estándar para los nuevos desarrollos.
Aunque el potencial es alto, el despliegue masivo de esta tecnología dependerá de la evolución normativa. En España, la ausencia de un marco legal específico para vehículos autónomos pesados sigue siendo un freno. Las autoridades deberán definir aspectos clave como la responsabilidad civil en caso de accidente, los requisitos de interoperabilidad y los estándares de seguridad para permitir su circulación en vías públicas.
Este desfase entre el avance tecnológico y la regulación no es exclusivo de España. En Estados Unidos, por ejemplo, varios estados han autorizado pruebas piloto, pero la normativa federal aún está en construcción. Alemania y Suecia han avanzado algo más, permitiendo la circulación de camiones autónomos en corredores logísticos específicos, aunque bajo condiciones muy controladas.
En paralelo, el sector inmologístico se ve obligado a anticipar estos cambios. La transformación de los activos logísticos ya no es una opción, sino una necesidad estratégica. Las plataformas del futuro deberán ser más flexibles, más automatizadas y más sostenibles. En este punto, firmas como Proequity están posicionándose como intermediarios clave entre la tecnología emergente y la infraestructura física que la soportará.
La transición no será inmediata. Pero los movimientos ya están en marcha. La combinación de automatización, eficiencia energética y rediseño de infraestructuras está configurando un nuevo paradigma logístico. Uno en el que el camión autónomo no es solo un vehículo, sino un catalizador de transformación para toda la cadena de suministro.
