La octava edición de los Premios ABB Ability, celebrada en Madrid el pasado 18 de diciembre, volvió a poner sobre la mesa una cuestión que ya no se limita al discurso académico: cómo integrar inteligencia artificial, sostenibilidad y ética en la transformación digital de la industria. La ceremonia, organizada por ABB con el respaldo del diario Cinco Días, reunió a representantes del tejido empresarial, institucional y emprendedor para reconocer proyectos que, desde distintos ángulos, están redefiniendo el papel de la tecnología en la sociedad.
Según datos de la organización, más de 450 candidaturas han sido evaluadas desde la creación de estos galardones. En esta edición, el protagonismo de la inteligencia artificial fue evidente, no solo por su presencia en los proyectos premiados, sino también por el tono de las intervenciones. La apertura institucional corrió a cargo de Miguel López-Valverde Argüeso, consejero de Digitalización de la Comunidad de Madrid, y la jornada incluyó una mesa redonda con los ganadores y una ponencia del tecnólogo Pedro Mújica, centrada en los dilemas éticos del futuro digital.

En la categoría de Gran Empresa, el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza fue reconocido por un sistema de IA que predice caídas en pacientes de neurorrehabilitación. La solución, que no requiere sensores corporales ni cámaras invasivas, busca mejorar la seguridad sin comprometer la privacidad. Frente a él, MOEVE y Grupo Antolín compitieron con propuestas centradas en la digitalización de obras industriales y el control de calidad mediante visión artificial, respectivamente.
En el ámbito de las pymes y startups, ADIPIT (NOVEX) se llevó el galardón por sus materiales ignífugos sostenibles y adhesivos reversibles, diseñados para facilitar la economía circular en la industria del calzado. El finalista Sybol presentó una solución basada en blockchain para verificar el consumo sostenible, un enfoque que, aunque aún incipiente, empieza a ganar tracción en sectores donde la trazabilidad es crítica.
El Ayuntamiento de Fuengirola fue premiado en la categoría de Administración Pública por su Tarjeta Ciudadana Inteligente, una herramienta que centraliza servicios municipales y ha logrado reducir más de 1.400 toneladas de CO₂ anuales. Como finalista, la Dirección General de Infraestructuras de Transporte Colectivo de la Comunidad de Madrid presentó su estrategia de incorporación de la metodología BIM, una apuesta por digitalizar la planificación de infraestructuras que, sin embargo, aún enfrenta barreras de adopción en la administración.
En cuanto al desarrollo del talento digital, la Fundación Generation Spain fue reconocida por su programa “IA Sin Brechas”, que forma a jóvenes y colectivos vulnerables en competencias digitales. La propuesta busca reducir la brecha de acceso a tecnologías emergentes, aunque la escala del reto sigue siendo considerable. MOEVE, finalista también en esta categoría, presentó su Digital & IT Skills Center, centrado en la capacitación técnica para perfiles industriales.
El Premio Especial al Talento Femenino Destacado en Digitalización fue para Idoia Salazar, fundadora del Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial (OdiseIA). Su trabajo, centrado en la reflexión sobre los límites éticos de la IA, ha cobrado relevancia en un momento en que la regulación europea avanza hacia un marco más estricto, pero aún fragmentado.
Antonio Freije, director general de ABB en España, subrayó durante el acto que la digitalización y la sostenibilidad no son tendencias, sino vectores estructurales de competitividad. Aunque el discurso corporativo tiende a asumir estas ideas como inevitables, los proyectos premiados muestran que su implementación efectiva requiere decisiones complejas, inversión sostenida y, en muchos casos, una reconfiguración de procesos y modelos de negocio.
Más allá de los reconocimientos individuales, la edición de este año dejó entrever una evolución en el tipo de iniciativas que se presentan. Si en las primeras convocatorias predominaban las soluciones técnicas centradas en eficiencia energética o automatización, ahora emergen propuestas que combinan tecnología con impacto social, trazabilidad o ética. Un giro que, aunque aún minoritario, podría anticipar un cambio de paradigma en la forma en que las empresas entienden la innovación.
La próxima edición, prevista para 2026, pondrá a prueba si esta tendencia se consolida o si, por el contrario, la presión por resultados inmediatos desplaza el foco hacia soluciones más convencionales. En cualquier caso, el número creciente de candidaturas y la diversidad de sectores representados sugieren que el debate sobre cómo conjugar inteligencia artificial, sostenibilidad y responsabilidad no solo continúa, sino que se amplía.
