La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa para convertirse en una herramienta estructural en múltiples sectores. Así lo ha evidenciado la segunda jornada del AI Congress, celebrado en Barcelona y organizado por Eurecat con el apoyo de la Generalitat de Catalunya. El evento ha puesto el foco en el auge de la IA agentiva, una tecnología que ya no se limita a ejecutar órdenes, sino que planifica, actúa y aprende de forma autónoma.
Según Lali Soler, directora del Área Digital de Eurecat, esta nueva generación de inteligencia artificial permite automatizar procesos complejos, reducir costes y multiplicar la productividad en áreas como el desarrollo de software, la atención al cliente o la investigación científica. Pero también introduce desafíos. “La IA agentiva plantea nuevos retos en seguridad, gobernanza y alineamiento ético”, advirtió Soler durante su intervención.
El congreso, enmarcado en la Estrategia de Inteligencia Artificial de Cataluña, ha reunido a representantes de centros de investigación, empresas tecnológicas y administraciones públicas. La jornada ha mostrado cómo la IA se está desplegando con fuerza en sectores como la robótica, la salud, la industria manufacturera o la gestión medioambiental.
Uno de los ejes del debate ha sido la combinación de inteligencia artificial con robótica cognitiva. En una sesión con expertos del Instituto de Robótica e Informática Industrial, Pal Robotics y el propio Eurecat, se abordó cómo los robots están ganando capacidad para aprender de las personas, adaptarse a cambios y operar en entornos complejos. La integración de IA permite que estas máquinas no solo ejecuten tareas, sino que comprendan el contexto y tomen decisiones.
Mariona Sanz, directora de Innovación y Desarrollo de Negocio del Barcelona Supercomputing Center (BSC), presentó el proyecto BSC AI Factory, una iniciativa que busca acercar la supercomputación a las empresas. El objetivo: facilitar el uso de modelos de IA avanzados en entornos productivos. “La potencia de cálculo ya no es un cuello de botella, pero su acceso aún lo es para muchas pymes”, señaló Sanz.
El gerente del CIDAI, Marco Orellana, subrayó que la inteligencia artificial ya se está aplicando en campos tan diversos como la computación edge, los sistemas de agentes, la robótica asistencial o la salud. “La IA no es ya una promesa, sino una herramienta tangible y transformadora”, afirmó.
Los casos de uso presentados durante el congreso reflejan esta transversalidad. En el ámbito industrial, la empresa SOME S.A.U ha desarrollado un sistema basado en IA para predecir defectos en piezas metálicas en tiempo real. Otro ejemplo es Daima, una solución que emplea redes neuronales para analizar imágenes y clasificar materiales según su calidad, también en tiempo real.
En el terreno medioambiental, el proyecto ZeroVision aplica visión por computador para optimizar el tratamiento de aguas residuales. El sistema complementa la inspección ocular tradicional y permite detectar obstrucciones, vertidos o flotación de barros con mayor precisión y rapidez.
La salud ha sido otro de los focos del AI Congress. OneCareAI, por ejemplo, utiliza modelos de IA sobre señales de electrocardiograma para identificar alteraciones moleculares asociadas al riesgo de ictus, sin necesidad de análisis genómicos invasivos. Esta capacidad de anticipación puede modificar la forma en que se toman decisiones médicas.
En paralelo, el proyecto DigiPatICS permite digitalizar muestras de anatomía patológica y aplicar algoritmos para cuantificar células y detectar patrones tumorales. El Hospital General de Granollers, por su parte, ha comenzado a implantar IA generativa para redactar informes clínicos y gestionar reclamaciones, un uso que plantea nuevas preguntas sobre la interacción entre profesionales sanitarios y sistemas automatizados.
En el sector farmacéutico, Novartis ha desarrollado una herramienta de aprendizaje automático causal para medir el impacto real de las acciones promocionales de sus representantes de campo. El objetivo no es solo optimizar recursos, sino entender qué funciona y por qué, en un entorno donde las decisiones de compra están cada vez más mediadas por datos.
El AI Congress, promovido por el CIDAI y patrocinado por entidades como CaixaBank Tech, Conversia, Infini, Softeng o la Autoridad Catalana de Protección de Datos, ha servido también como escaparate de colaboración público-privada. Entre los colaboradores figuran el Ayuntamiento de Barcelona, el Centro de Visión por Computador, la Fundación i2CAT y el IDEAI-UPC.
Más allá de los casos concretos, el evento ha dejado entrever una tensión creciente entre el potencial de la inteligencia artificial y los marcos normativos, éticos y organizativos que deben acompañar su despliegue. La madurez tecnológica avanza más rápido que la capacidad de regulación o de adaptación institucional. Y aunque los beneficios son tangibles, los riesgos también lo son.
En los próximos meses, iniciativas como el BSC AI Factory o los pilotos clínicos con IA generativa podrían marcar el ritmo de adopción en sectores estratégicos. Pero la pregunta que sobrevuela el sector es otra: ¿cómo garantizar que esta nueva inteligencia, capaz de actuar por sí misma, lo haga alineada con los intereses humanos y sociales? Esa respuesta, de momento, sigue abierta.
