La red ferroviaria española seguirá contando, al menos durante los próximos dos años, con un sistema de cardioprotección conectado que combina equipamiento médico, comunicaciones móviles y supervisión remota. Telefónica y Renfe han renovado el contrato de mantenimiento de las columnas de rescate cardiaco y desfibriladores desplegados en estaciones y trenes de la operadora pública, un acuerdo que extiende el servicio hasta 2027 y que contempla, además, la ampliación del parque de dispositivos.
El alcance del contrato no es menor. En total, el sistema cubre 854 equipos, de los cuales 804 corresponden a columnas de rescate y desfibriladores ya instalados en estaciones y trenes de Cercanías, media y larga distancia. A este conjunto se suman 50 nuevos dispositivos que Renfe incorporará progresivamente en estaciones aún en proyecto y en futuras unidades de media y alta velocidad. La renovación incluye una cláusula de posible prórroga por otros dos años, lo que permitiría alargar la vigencia del acuerdo hasta finales de la década.
Más allá de la cifra, el despliegue refleja una tendencia que se ha ido consolidando en el transporte ferroviario europeo: integrar servicios de emergencia y salud en la propia infraestructura, apoyándose en sistemas de conectividad permanente. En el caso de Renfe, la cardioprotección se articula como un servicio transversal, diseñado para actuar tanto en espacios fijos, como estaciones, como en entornos móviles, con trenes en circulación.
Tecnología médica conectada al centro de control
Los dispositivos suministrados y mantenidos por Telefónica están integrados en los sistemas de desacoplamiento automático de los trenes, conocidos como DSA. Cada unidad incorpora sensores y tarjetas SIM de tipo M2M que permiten la comunicación constante con el centro de control de la operadora, ubicado en Distrito Telefónica, en Madrid. La conectividad se apoya en redes 4G y NB-IoT, una combinación pensada para garantizar cobertura y fiabilidad incluso en escenarios de baja demanda de ancho de banda pero alta exigencia de disponibilidad.
Cuando un desfibrilador es activado, el sistema no se limita a registrar el evento. De forma automática, se lanza una llamada al 112, lo que acelera la movilización de los servicios de emergencia y reduce los tiempos de respuesta en situaciones en las que cada minuto cuenta. Este tipo de integración directa con los servicios públicos de emergencia ha pasado a ser uno de los elementos diferenciales del modelo, aunque implica también una coordinación técnica y operativa constante.
La propuesta contractual incluye, además, la monitorización remota de los equipos durante las 24 horas del día, los siete días de la semana. Desde el centro de control, Telefónica supervisa el estado de los desfibriladores, su conectividad, la carga de las baterías y la integridad de los consumibles. El objetivo es minimizar el riesgo de que un dispositivo no esté operativo en el momento en que sea necesario.
A este esquema se añaden equipos de reserva ubicados de forma estratégica en 38 estaciones repartidas por la geografía española. Estos dispositivos permiten sustituir con rapidez cualquier unidad que deba ser retirada por mantenimiento correctivo o preventivo, una capa adicional que refuerza la continuidad del servicio.
Un servicio que se consolida en infraestructuras críticas
El acuerdo con Renfe se enmarca en uno de los servicios más antiguos del catálogo de Telefónica en el ámbito de soluciones críticas. La compañía celebró el pasado mes de octubre el vigésimo aniversario de su Servicio Integral de Cardioprotección, una línea de actividad que comenzó cuando la conectividad móvil aún no estaba tan extendida y que ha ido evolucionando hacia modelos plenamente digitales y supervisados en tiempo real.
Actualmente, Telefónica tiene desplegados más de 2.500 desfibriladores conectados en todo el territorio nacional, tanto en espacios públicos como privados. El ferrocarril representa uno de los entornos más complejos desde el punto de vista operativo, por la combinación de grandes flujos de personas, espacios amplios y movilidad constante. Sin embargo, también es uno de los más visibles, lo que ha convertido estos sistemas en un referente para otros sectores.
La distribución geográfica de los equipos muestra una concentración clara en las comunidades con mayor densidad de población y tráfico. La Comunidad de Madrid encabeza el listado, con 679 desfibriladores conectados, seguida de Cataluña, con 368, y Andalucía, con 305. Esta implantación responde tanto a criterios demográficos como a la intensidad de uso de las infraestructuras de transporte.
Contexto regulatorio y presión social
La extensión de sistemas de cardioprotección en espacios públicos no es ajena al marco normativo. En los últimos años, varias comunidades autónomas han reforzado la regulación sobre la obligatoriedad de disponer de desfibriladores en determinados entornos con alta afluencia de personas. Aunque el ferrocarril no siempre aparece de forma explícita en estas normativas, la presión social y la experiencia acumulada en otros ámbitos han empujado a los operadores a anticiparse.
En este sentido, la renovación del contrato hasta 2027 puede leerse también como una apuesta por la continuidad y la estandarización del servicio, frente a modelos más fragmentados o basados únicamente en adquisiciones puntuales de equipamiento. El mantenimiento integral, con conectividad y supervisión, implica un coste recurrente, pero reduce la incertidumbre operativa.
No obstante, el modelo plantea desafíos. La dependencia de la conectividad móvil, aunque mitigada por el uso de tecnologías como NB-IoT, obliga a garantizar cobertura incluso en tramos complejos de la red ferroviaria. Además, la integración con los servicios de emergencia requiere pruebas periódicas y coordinación con administraciones que operan bajo distintos protocolos.
Mirando más allá de 2027
La posibilidad de prorrogar el acuerdo otros dos años abre la puerta a que el servicio se adapte a los cambios que se produzcan en la flota de Renfe y en la propia red ferroviaria. La incorporación de nuevos trenes de media y alta velocidad, así como la apertura de estaciones en desarrollo, exigirá ajustes en el despliegue y, previsiblemente, una actualización tecnológica de los dispositivos.
Al mismo tiempo, la evolución de las redes móviles hacia 5G y futuros estándares plantea interrogantes sobre cómo se integrarán estas tecnologías en servicios donde la prioridad no es la velocidad, sino la fiabilidad y la latencia controlada. Por ahora, la combinación de 4G y NB-IoT parece suficiente, aunque el horizonte tecnológico no permanece estático.
Para Telefónica, el contrato refuerza su posicionamiento en el ámbito de los servicios críticos y de salud conectada, un segmento que, aunque menos visible que otros negocios digitales, aporta estabilidad y relaciones de largo plazo con grandes operadores públicos. Para Renfe, supone mantener una capa de seguridad adicional en un contexto de crecimiento de la demanda ferroviaria y de mayor escrutinio sobre la calidad de los servicios.
El tiempo dirá si este modelo se convierte en estándar en otras redes de transporte o si evoluciona hacia soluciones aún más integradas. De momento, la renovación hasta 2027 consolida una infraestructura que, sin estar siempre a la vista, forma parte del funcionamiento cotidiano del ferrocarril español.
