Samsung introduce Galaxy Z TriFold como un intento de redefinir la evolución del smartphone en un momento en el que la industria busca nuevas bases físicas para sostener las experiencias de IA generativa.
La compañía presenta un dispositivo que, al desplegarse dos veces, se aproxima más a una tableta compacta que a un teléfono tradicional. Un movimiento que, más que estético, apunta a reorganizar cómo se distribuye el trabajo digital en movilidad.
La firma mantiene que su avance proviene de diez años de exploración en formatos plegables, aunque lo relevante es cómo esa trayectoria converge ahora con un ecosistema donde la productividad, la edición de contenidos y la asistencia contextual dependen cada vez más de superficies amplias, el TriFold se abre hasta alcanzar las 10 pulgadas, un tamaño que supera cualquier pantalla previa en su línea Galaxy.
Un diseño que intenta resolver tensiones históricas del plegado
El dispositivo incorpora una arquitectura interna singular. El mecanismo se articula mediante dos bisagras de dimensiones distintas que operan de forma coordinada para repartir las cargas del movimiento y minimizar holguras. Esta elección técnica refleja una tensión clásica en los diseños multifolding: mientras más paneles se añaden, más difícil resulta mantener un plegado uniforme sin incrementar el grosor.
Samsung aborda esa exigencia con un grosor mínimo de 3,9 mm en su punto más delgado y con materiales ya conocidos en la gama alta de la compañía. El uso de una aleación tipo Armor Aluminum y un refuerzo de titanio para el alojamiento de la bisagra pretende dar rigidez sin penalizar la portabilidad. La superficie trasera, construida con un polímero reforzado con fibras cerámicas y de vidrio, actúa como barrera ligera frente a torsiones y microfisuras.
Una capa sobre el panel principal, que combina sobrecapa reforzada y material amortiguador, añade protección adicional en un sistema donde cualquier tensión mal distribuida podría amplificarse por las dos líneas de plegado. Lo curioso es que, pese a esa complejidad mecánica, la compañía sostiene que el cierre produce un encaje casi sin huecos, un detalle que históricamente ha marcado diferencias entre generaciones de plegables.
Más potencia sin renunciar a la autonomía
El TriFold se apoya en un procesador Snapdragon 8 Elite para Galaxy y en un sistema de triple batería que suma 5.600 mAh. La distribución en tres celdas independientes, una por panel, pretende equilibrar pesos y evitar irregularidades al sostenerlo abierto. Aunque a menudo se pasa por alto, este tipo de configuraciones exige una gestión electrónica compleja para evitar drenajes asimétricos.
La cámara principal asciende a 200 megapíxeles, un dato que refuerza la estrategia de Samsung de mantener prestaciones fotográficas de gama alta incluso en dispositivos plegables, donde el espacio interno suele limitar sensores y ópticas. La carga rápida de 45 W se mantiene en línea con otros modelos de la marca, aunque la presencia de un chasis multifolding introduce interrogantes sobre la disipación térmica prolongada en tareas intensivas.
Un dispositivo que intenta integrar móvil, tableta y escritorio
La superficie de 10 pulgadas no se presenta como un simple lienzo expandido. Samsung describe el TriFold como un espacio pensado para ejecutar simultáneamente hasta tres aplicaciones en formato vertical equivalente al de tres teléfonos. Esa disposición recuerda a las estaciones de trabajo ultracompactas y, en la práctica, plantea un giro interesante: el usuario deja de “abrir apps” para organizar zonas de trabajo.
Las aplicaciones nativas como Samsung Health o My Files han sido adaptadas para mostrar más información sin necesidad de navegación adicional. El detalle más significativo está en la integración de Samsung DeX en modo independiente, sin requerir un monitor externo. La posibilidad de manejar hasta cuatro escritorios paralelos, cada uno con cinco aplicaciones activas, acerca al TriFold a un equipo portátil para tareas documentales, edición ligera o flujo de mensajes corporativos.
Cuando se conecta a una pantalla externa, el TriFold habilita un modo extendido en el que las apps pueden desplazarse entre superficies. Ese comportamiento, más cercano al escritorio tradicional, sugiere un escenario donde el dispositivo opera como nodo central de trabajo, relegando al portátil a funciones más especializadas.
IA integrada en una pantalla que amplía el margen de interacción
La compañía potencia el papel de Galaxy AI con funciones de edición asistida, generación de imágenes y análisis contextual. El gran tamaño del panel permite comparar versiones antes y después de una edición, una funcionalidad útil en procesos creativos.
El dispositivo también incorpora Gemini Live, orientado a interpretar simultáneamente entradas visuales, de voz y de texto. Con esta herramienta, un usuario puede mostrar un esquema, una consulta en un navegador y una imagen captada con la cámara para obtener recomendaciones contextualizadas. La interacción se basa en la premisa de que ya no es necesario alternar entre aplicaciones para construir una pregunta compleja, sino que el sistema debe inferir relaciones a partir de lo que se muestra en pantalla.
Esta capacidad refuerza una tendencia creciente entre fabricantes: la IA ya no opera como asistente acotado, sino como mediador entre interfaces, capaz de leer el flujo de tareas y ofrecer respuestas sin que el usuario reconfigure su espacio de trabajo.
Consumo audiovisual en un formato híbrido
Más allá de la productividad, el TriFold busca consolidar su uso como dispositivo de consumo de contenidos. La pantalla Dynamic AMOLED 2X alcanza hasta 120 Hz y niveles de brillo de 2.600 nits en la cubierta y 1.600 nits en el panel interno. Con Vision Booster, la lectura en exteriores o en entornos variables se vuelve más estable, un aspecto relevante en pantallas de gran tamaño donde los reflejos suelen resultar más evidentes.
El pliegue central, un tema recurrente en la crítica a los plegables, se reduce respecto a modelos previos según la compañía. No desaparece, pero disminuye lo suficiente para que los vídeos y las interfaces sean menos susceptibles a distorsiones visuales.
Una disponibilidad escalonada que anticipa pruebas en mercados clave
Samsung lanzará el Galaxy Z TriFold en Corea el 12 de diciembre y, posteriormente, en China, Taiwán, Singapur, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos. La selección inicial revela un patrón habitual: mercados con alta penetración en gamas premium y predisposición a probar formatos novedosos. La compañía ofrecerá, además, seis meses de Google AI Pro y un descuento único del 50% en reparaciones de pantalla, una medida que reconoce implícitamente la fragilidad potencial de diseños tan complejos.
La evolución comercial del TriFold definirá si este tipo de dispositivos puede consolidarse como un estándar paralelo al smartphone convencional. Aunque su precio y nivel de complejidad lo sitúan en un segmento reducido, su papel como laboratorio de nuevas interfaces resulta difícil de ignorar. Y ahí, en la intersección entre movilidad, productividad y una IA cada vez más integrada, es donde Samsung intenta fijar el siguiente capítulo del hardware móvil.
