La digitalización ha dejado de ser una promesa abstracta para convertirse en una herramienta concreta en la transformación de las ciudades. En el foro Ciudades Digitales, Ciudades Sostenibles , organizado por la Fundación VASS y la Universidad Complutense de Madrid, expertos del sector público, privado y académico coincidieron en que los datos y la tecnología ya están modelando entornos urbanos más eficientes, resilientes y centrados en las personas.
El encuentro, que clausuró la segunda edición del Diploma sobre Digitalización y Sostenibilidad, abordó los principales retos que enfrentan las ciudades: desde la gestión de recursos hasta la movilidad, pasando por la integración de servicios públicos. En todos los casos, la digitalización aparece como un catalizador, aunque no exento de fricciones. Según los participantes, el desafío no es tanto técnico como organizativo y cultural.
Las ciudades concentran más del 70% de las emisiones globales y consumen cerca del 80% de la energía mundial. En este escenario, la capacidad de tomar decisiones basadas en datos fiables y en tiempo real se vuelve estratégica. De acuerdo con los ponentes, la digitalización permite optimizar el uso de recursos, reducir el impacto ambiental y mejorar la calidad de vida urbana. Sin embargo, la resistencia al cambio, la fragmentación institucional y la falta de interoperabilidad entre sistemas siguen siendo obstáculos persistentes.
Durante la primera mesa redonda, representantes como Isidora Díaz Heredia (Parques Reunidos), Jorge Portillo (Greemko) y Javier Morales (Ayuntamiento de Madrid) coincidieron en que la sostenibilidad urbana no puede abordarse sin una capa digital robusta. Aunque los avances son palpables —ahorros energéticos, mejoras en salud pública o seguridad—, la medición precisa de la huella ambiental, especialmente en el alcance 3, sigue siendo un reto técnico y cultural. En muchos casos, la sostenibilidad se percibe aún como una obligación regulatoria más que como una ventaja competitiva.
La fragmentación de los datos entre departamentos o niveles administrativos también limita su potencial. Javier Morales subrayó que la integración de datos entre áreas municipales es una de las palancas más efectivas para mejorar la gestión urbana, aunque reconoció que las barreras políticas y normativas dificultan su implementación. A esto se suma la necesidad de implicar al ciudadano, cuya demanda de opciones sostenibles puede acelerar —o frenar— la transformación.
En la segunda mesa, centrada en el valor estratégico del dato, se abordaron los retos más técnicos. Luis Escámez (DCYCLE), Ricardo Herranz (Nommon) y Miguel Tauler (Hispasat) coincidieron en que el mayor esfuerzo no está en los modelos predictivos, sino en la recogida, limpieza y estructuración de la información. Sin una base sólida, los algoritmos pierden eficacia. Además, los indicadores, aunque útiles, no capturan toda la complejidad urbana. Siempre hay zonas de sombra que requieren interpretación humana.
Uno de los conceptos más debatidos fue el trilema del dato: calidad, volumen y dispersión. Mejorar uno de estos factores suele comprometer los otros. Por ejemplo, aumentar la granularidad puede dificultar la interoperabilidad. En paralelo, el auge de la inteligencia artificial generativa plantea nuevas tensiones: automatización frente a criterio humano, eficiencia frente a sostenibilidad energética.
Pese a estos desafíos, los expertos señalaron un cambio de paradigma. Frente a los modelos de planificación urbana rígida, se impone una lógica de monitorización continua y adaptación flexible. Un enfoque más compatible con la volatilidad actual, donde los datos permiten reaccionar con agilidad ante crisis climáticas, cambios demográficos o disrupciones tecnológicas.
Antonio Rueda, director de la Fundación VASS, insistió en que la transformación digital debe tener un impacto tangible en la vida de las personas. “La sostenibilidad urbana no puede abordarse sin una gestión inteligente de los datos y sin una visión tecnológica orientada al bienestar social”, afirmó. En su opinión, la digitalización no solo optimiza recursos, sino que puede contribuir a reducir desigualdades si se orienta con propósito.
El foro también puso el foco en la colaboración entre universidad, empresa y administración. No como un eslogan, sino como una necesidad operativa. La complejidad de los retos urbanos exige enfoques transversales y espacios de diálogo sostenido. Iniciativas como este encuentro buscan precisamente eso: alinear intereses, compartir aprendizajes y acelerar la adopción de soluciones tecnológicas que respondan a problemas reales.
La Fundación VASS, a través de su programa formativo y su red de colaboración institucional, se posiciona como un actor relevante en este ecosistema. Su objetivo declarado es impulsar una transformación digital inclusiva, que combine innovación tecnológica con impacto social. Un enfoque que ha sido reconocido con premios como el AEC Tech Innovation 2025 al Impacto Social y el galardón a la Diversidad e Inclusión Digital de los Digital Skills Awards Spain 2025.
En paralelo, VASS University refuerza esta visión con una oferta formativa adaptada a las necesidades del mercado tecnológico global. Con presencia en 26 países, busca cerrar la brecha de competencias digitales y preparar a profesionales capaces de liderar la transformación desde dentro.
Más allá de los discursos, el foro dejó una impresión clara: la digitalización no es un fin en sí mismo, sino una herramienta. Su eficacia dependerá de cómo se integre en las políticas públicas, de la calidad de los datos que la alimenten y, sobre todo, de la voluntad colectiva para construir ciudades más habitables, justas y sostenibles.
