La sostenibilidad ambiental se consolida como una prioridad estratégica para las empresas, con un 82% de las organizaciones a nivel global que prevé incrementar su inversión en esta área durante los próximos 12 a 18 meses. Así lo recoge la cuarta edición del informe Un mundo en equilibrio 2025 , elaborado por el Instituto de Investigación de Capgemini, que analiza el grado de preparación empresarial frente al cambio climático y la eficacia de las iniciativas de sostenibilidad.
Según el estudio, el compromiso empresarial con la sostenibilidad se mantiene firme a pesar de la incertidumbre geopolítica y económica. El 75% de los ejecutivos consultados considera que la sostenibilidad es un componente esencial para garantizar la competitividad futura, impulsar la resiliencia organizacional y generar valor a largo plazo. Sin embargo, los datos del informe evidencian una diferencia sustancial entre las estrategias formuladas y la aplicación efectiva de medidas concretas.
Cumplimiento normativo y rentabilidad, principales motores de inversión
El análisis de Capgemini revela que las motivaciones que impulsan las inversiones en sostenibilidad son, en primer lugar, el cumplimiento regulatorio, seguido por beneficios económicos como la eficiencia operativa o el ahorro de costes. Aun así, solo el 21% de las organizaciones ha desarrollado planes de transición con objetivos intermedios y una asignación clara de capital.
Los principales obstáculos que frenan el progreso interno se relacionan con la escasez presupuestaria, sistemas de medición inadecuados y estructuras organizativas fragmentadas. En el plano externo, el 63% de los ejecutivos señala que la coyuntura geopolítica está dificultando la ejecución de proyectos de sostenibilidad, una cifra que no ha variado respecto al año anterior.
Impactos del cambio climático en la operativa empresarial
Más del 70% de las organizaciones ha experimentado disrupciones directas relacionadas con fenómenos climáticos extremos. Estas incluyen interrupciones en las cadenas de suministro, escasez de materias primas y afectaciones a la producción. Asimismo, dos tercios de las empresas prevén mayores dificultades en la contratación de seguros y en la gestión de riesgos financieros vinculados al clima.
Pese a que la mayoría de los ejecutivos afirma priorizar la adaptación al cambio climático, solo el 38% de las empresas ha llevado a cabo mejoras en infraestructuras, un 31% ha relocalizado operaciones hacia zonas menos vulnerables y apenas el 26% ha rediseñado productos con criterios de resiliencia climática.
Aplicación desigual de estrategias climáticas
El informe identifica una desconexión entre la percepción de preparación y la realidad de las acciones ejecutadas. Si bien muchas organizaciones han formulado planes y objetivos, la implementación de medidas específicas continúa siendo limitada. Este desfase cuestiona la eficacia real de las estrategias climáticas corporativas y pone en duda la capacidad de las empresas para hacer frente a riesgos ambientales en aumento.
Cyril García, responsable de Servicios Globales de Sostenibilidad y miembro del Consejo Ejecutivo del Grupo Capgemini, destaca que “aunque las exigencias regulatorias en materia de sostenibilidad se han moderado, los líderes empresariales mantienen su enfoque en la sostenibilidad como motor de valor. Sin embargo, ante las restricciones presupuestarias y el contexto global, es necesario adoptar un enfoque operativo y aplicar medidas concretas que permitan una transición real hacia la resiliencia”.
El impacto ambiental de la IA generativa entra en la agenda directiva
Uno de los elementos emergentes en la conversación sobre sostenibilidad es la huella medioambiental de la inteligencia artificial, especialmente en su modalidad generativa. El informe indica que el 64% de las organizaciones ya emplea IA para apoyar sus objetivos de sostenibilidad, gracias a su capacidad para procesar datos y optimizar recursos. No obstante, un 57% de los ejecutivos afirma que el impacto ambiental de estas tecnologías está siendo objeto de debate en los consejos de administración.
A pesar de esta atención creciente, menos de un tercio de las empresas ha adoptado medidas para reducir su impacto. En paralelo, se observa una caída en la percepción positiva sobre la relación entre los beneficios de la IA y sus costes medioambientales: en 2025, solo el 57% cree que sus ventajas superan el impacto ecológico, frente al 67% registrado en 2024.
Desconfianza creciente entre los consumidores
El estudio también analiza la percepción del consumidor respecto a la sostenibilidad empresarial. La credibilidad de las marcas se encuentra en descenso, con un 62% de los consumidores que consideran que las compañías incurren en greenwashing —un incremento notable frente al 51% registrado en 2024 y al 33% en 2023—.
Además, el 77% opina que las empresas deberían hacer más esfuerzos para reducir sus emisiones. Esta percepción se ve acentuada por la escasa accesibilidad de los productos sostenibles: solo el 25% de los consumidores considera que están disponibles a precios asumibles, y únicamente un 16% afirma contar con información suficiente sobre sus características medioambientales.
Metodología del informe y ámbito de estudio
El informe Un mundo en equilibrio 2025 se basa en una encuesta realizada entre junio y julio de 2025 a 2.146 ejecutivos pertenecientes a 716 organizaciones con ingresos anuales superiores a los 1.000 millones de dólares. Las empresas, con presencia en América del Norte, Europa y Asia-Pacífico, representan un ingreso combinado de 10,7 billones de dólares y pertenecen a 12 sectores industriales. Asimismo, se encuestó a 6.566 consumidores adultos y se realizaron entrevistas en profundidad con 15 altos ejecutivos de compañías globales.
Limitaciones estructurales y contexto de inversión
El documento de Capgemini apunta a que, aunque existe una visión estratégica consolidada, las empresas enfrentan barreras estructurales que obstaculizan la ejecución efectiva de los planes de sostenibilidad. La falta de sistemas de medición robustos, unida a la fragmentación operativa, impide traducir los compromisos en acciones verificables.
En un entorno caracterizado por la volatilidad geopolítica y la presión fiscal, las inversiones sostenibles se ven sometidas a una competencia interna con otras prioridades corporativas. Este escenario obliga a las organizaciones a optimizar sus recursos y priorizar intervenciones con impacto directo en la mitigación del riesgo climático.
