En los últimos años, el sector de la automoción ha intensificado su apuesta por el diseño como elemento diferenciador frente a la creciente homogeneización de los modelos en el mercado. La combinación de factores como la electrificación, la conectividad digital y la presión por atraer a consumidores más jóvenes está impulsando una redefinición de la estética de los vehículos. Más allá de los elementos puramente técnicos, el diseño se ha convertido en un lenguaje capaz de transmitir estilos de vida y responder a nuevas demandas sociales y tecnológicas.
En una entrevista reciente, Richard Koo, director de diseño de OMODA & JAECOO, explicó cómo este proceso se traduce en la práctica. Sus reflexiones permiten entender cómo los equipos creativos están explorando nuevos marcos estéticos que buscan romper con lo establecido y generar un impacto duradero en la relación entre usuarios y vehículos.
El reto de conjugar estética futurista y funcionalidad práctica
Uno de los desafíos más recurrentes en el diseño de automoción actual es equilibrar la apariencia futurista con la utilidad cotidiana. Los consumidores muestran interés en propuestas que evocan la ciencia ficción o la estética digital, pero rechazan que la forma sacrifique la comodidad o la seguridad.
Koo subrayó la vigencia del principio “la forma sigue a la función”, un concepto clásico de la arquitectura y el diseño industrial que cobra una nueva dimensión en la automoción. Según el diseñador, la clave está en construir vehículos que mantengan una narrativa visual atractiva sin renunciar a la ergonomía, la visibilidad o el aprovechamiento del espacio interior. Este equilibrio se logra mediante un trabajo estrecho entre departamentos de ingeniería y diseño, en el que las restricciones técnicas —como la plataforma del chasis o los puntos estructurales del vehículo— se convierten en motores de innovación.
La fusión entre naturaleza y tecnología como lenguaje estético
El diseño de automoción contemporáneo ya no se limita a líneas y proporciones, sino que se nutre de referencias más amplias. La combinación de elementos naturales con códigos propios de la ciencia ficción se ha convertido en una tendencia recurrente. Koo ejemplifica esta dualidad al describir el uso de metáforas visuales inspiradas en fenómenos naturales —como el rayo— que se traducen en superficies angulosas, juegos de luz y estructuras que evocan dinamismo.
Este enfoque revela cómo los diseñadores buscan crear un puente entre lo orgánico y lo digital, anticipando una era en la que los vehículos no solo se perciban como medios de transporte, sino como símbolos de integración entre lo humano y lo tecnológico.
Dentro de esta visión, el OMODA 3 se presenta como un ejemplo concreto de cómo trasladar estos principios a un vehículo real. Su desarrollo supuso un ejercicio de integración entre ingeniería y diseño, en el que se adaptó una plataforma inicialmente concebida para coches familiares a un planteamiento más dinámico y visualmente arriesgado. El modelo combina superficies anguladas, juegos de luz en los grupos ópticos y un lenguaje estético inspirado en referencias de ciencia ficción, todo ello sin renunciar a la practicidad exigida por los usuarios en su día a día.
El diseño como herramienta para definir perfiles de usuario
Más allá de lo estético, el diseño de automoción actual cumple una función estratégica: identificar y representar a distintos grupos de usuarios. Koo destacó que cada detalle de un vehículo responde a un perfil concreto. En el caso de marcas orientadas a públicos jóvenes, los trazos dinámicos, colores atrevidos y estructuras agresivas funcionan como señales de pertenencia a una comunidad con aspiraciones diferentes a las de generaciones anteriores.
El proceso de observación es clave en esta definición. Estudiar cómo los conductores utilizan el espacio de carga, cómo acceden al interior o cómo interactúan con las interfaces digitales permite trasladar esos comportamientos a soluciones de diseño tangibles. Así, la estética deja de ser una mera elección visual para convertirse en un reflejo directo de la experiencia de uso.
Innovación interdisciplinar y mentalidad “crossover”
El término crossover en la industria no se limita a un tipo de vehículo, sino que refleja la hibridación de disciplinas. En palabras de Koo, la verdadera evolución no reside en acumular elementos tecnológicos superficiales, sino en integrar saberes de distintas áreas: desde la ergonomía hasta la ingeniería de materiales, pasando por la psicología del consumidor y la estética digital.
Este planteamiento interdisciplinar busca anticiparse a las tendencias en lugar de seguirlas. La concepción del diseño como una intersección entre mundos aparentemente opuestos —lo virtual y lo físico, lo natural y lo mecánico— permite a las marcas proyectar visiones de futuro más allá de la movilidad.
De los planos a la experiencia: la dimensión humana del diseño
La automoción vive una transformación en la que la experiencia del usuario adquiere un peso central. Según Koo, “el verdadero espíritu del cambio no reside en los planos, sino en el corazón de cada usuario que se atreve a traspasar los límites”. Esta afirmación subraya un aspecto esencial: el diseño no es únicamente un proceso creativo o técnico, sino una herramienta para conectar emocionalmente con las personas.
La observación de hábitos cotidianos, desde cómo se aparca hasta cómo se organiza un viaje, permite traducir comportamientos en soluciones estéticas y funcionales. En este sentido, el diseño deja de ser un proceso abstracto para convertirse en un puente entre lo material y lo simbólico, entre la técnica y la identidad cultural.
Nuevos horizontes en el diseño de automoción
El futuro del diseño de automoción se perfila como un espacio de diálogo constante entre funcionalidad y narrativas visuales cada vez más audaces. La electrificación y la digitalización abren la puerta a reinterpretar elementos tradicionales —como parrillas, ópticas o paneles interiores— y a dotarlos de significados renovados.
Los próximos años estarán marcados por la tensión entre dos fuerzas: la búsqueda de diferenciación estética frente a la necesidad de mantener estándares de seguridad, ergonomía y eficiencia. La capacidad de los diseñadores para moverse en ese terreno intermedio determinará en gran medida el atractivo de los modelos en un mercado global en transformación.
Diseño como factor estratégico en la industria
Más que un componente ornamental, el diseño de automoción se está consolidando como una herramienta estratégica en la industria del automóvil. Define identidades de marca, establece vínculos emocionales con los usuarios y contribuye a la construcción de comunidades alrededor de los vehículos. En un escenario de transición hacia la movilidad eléctrica y conectada, la estética se convierte en un factor de decisión tan relevante como las especificaciones técnicas.
El testimonio de Koo pone de relieve una conclusión clara: el diseño de automoción ya no se entiende únicamente como la apariencia de un vehículo, sino como un sistema complejo que refleja estilos de vida, expectativas generacionales y un futuro en el que tecnología y naturaleza conviven en un mismo espacio.
