En un entorno donde la información se ha convertido en activo estratégico, muchas empresas siguen acumulando datos que ni analizan ni utilizan. Este fenómeno, conocido como dark data, no es nuevo, pero su volumen y sus implicaciones han crecido de forma silenciosa. Según una encuesta de IBM, más de la mitad de los datos almacenados por las organizaciones podrían clasificarse como oscuros. En algunos casos, un tercio de las compañías reconoce que el 75% o más de su información digital permanece sin uso.
El término engloba desde correos electrónicos, documentos y registros de logs hasta copias de seguridad o interacciones con clientes. Datos que, aunque generados en el curso normal de la actividad, no se integran en procesos de análisis ni en decisiones estratégicas. Knowmad mood, multinacional tecnológica especializada en transformación digital, advierte que la raíz del problema está en la falta de una estrategia clara de gestión del dato. La consecuencia: costes innecesarios, riesgos de seguridad y una pérdida de oportunidades difícil de cuantificar.
La acumulación de dark data no responde a una única causa. En realidad, es el resultado de una combinación de factores. Por un lado, la digitalización ha multiplicado la generación de información en todos los niveles de la organización. Por otro, muchas compañías siguen operando con sistemas fragmentados, donde cada departamento almacena sus propios datos sin integrarlos en una arquitectura común. A esto se suma la ausencia de políticas de gobierno del dato, la proliferación de formatos no estructurados y, en algunos casos, el simple desconocimiento de lo que se guarda.
El almacenamiento barato ha contribuido a agravar el problema. Guardar todo “por si acaso” se ha convertido en una práctica habitual. Sin embargo, mantener terabytes de información sin valor visible puede suponer millones de euros al año en costes de infraestructura, según estimaciones de Veritas Technologies. Y no solo eso. Los datos olvidados también pueden contener información sensible, lo que los convierte en un objetivo para ciberataques o en una fuente de incumplimientos regulatorios.
A pesar de estos riesgos, muchas organizaciones siguen sin abordar el dark data como un problema estructural. La paradoja es que, mientras se invierte en soluciones de analítica avanzada o inteligencia artificial, buena parte del dato disponible permanece fuera del radar. Esto limita la capacidad de obtener insights fiables y genera puntos ciegos en la toma de decisiones.
“En realidad, el dark data no es un problema puntual, sino un desafío estructural que muchas organizaciones desconocen y que, probablemente, limita su capacidad de innovación y eficiencia”, señala Alejandro Morales, Senior Data & IA Strategy and Governance en knowmad mood. La compañía propone un enfoque integral para transformar este pasivo en una fuente de ventaja competitiva.
El primer paso es realizar un inventario exhaustivo de los datos existentes: qué se tiene, dónde está, en qué formato y con qué potencial de valor. A partir de ahí, establecer políticas claras de gobierno del dato, que incluyan reglas de clasificación, retención, acceso y eliminación. La tecnología también juega un papel clave. Herramientas de gestión documental, procesos ETL, soluciones de metadata management o plataformas de calidad de datos permiten estructurar y aprovechar mejor la información.
Pero no basta con tecnología. Knowmad mood subraya la necesidad de fomentar una cultura de datos dentro de la organización. Esto implica formar a los equipos, asignar responsabilidades claras y promover el uso del dato en todos los niveles. Solo así es posible evitar que la información vuelva a quedar relegada a silos invisibles.
La inteligencia artificial y el machine learning pueden ser aliados estratégicos en este proceso. Aplicados sobre datos no estructurados, permiten detectar patrones, anomalías o tendencias que de otro modo pasarían desapercibidas. De este modo, el dark data deja de ser un lastre para convertirse en una fuente de insights accionables.
La urgencia de abordar esta cuestión no es solo técnica. En un mercado donde la ventaja competitiva depende cada vez más de la capacidad de anticiparse, ignorar el dark data equivale a operar con una visión parcial. Las empresas que consigan transformar esta masa invisible en conocimiento útil estarán mejor posicionadas para innovar, reducir riesgos y optimizar sus operaciones.
Aunque el volumen de datos seguirá creciendo, no tiene por qué hacerlo también el de los datos oscuros. La diferencia estará en la estrategia. Y en la voluntad de mirar donde hasta ahora no se miraba.
