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La introducción del sistema de arbitraje por inteligencia artificial en Wimbledon, uno de los torneos de tenis más emblemáticos y conservadores del circuito profesional, ha generado una oleada de críticas por parte de jugadores y seguidores del campeonato. En su primera edición sin jueces de línea humanos, el torneo ha experimentado interrupciones técnicas, decisiones controvertidas y un creciente escepticismo sobre la precisión de la tecnología.
Desde este año, Wimbledon ha eliminado por completo a los aproximadamente 300 jueces de línea tradicionales, sustituyéndolos por el sistema Electronic Line Calling (ELC), impulsado por cámaras y algoritmos de visión artificial que modelan en 3D la trayectoria de la pelota.
Desarrollado por Hawk-Eye Innovations —filial del grupo Sony— el sistema ha sido utilizado anteriormente en otros torneos como el Abierto de EE. UU. y el Abierto de Australia. Sin embargo, su implantación total en Wimbledon ha tenido un impacto especialmente visible debido al simbolismo del torneo, que lleva celebrándose con tradiciones inalteradas desde 1877.
Fallos técnicos en partidos clave
Uno de los incidentes más significativos tuvo lugar durante el encuentro entre Anastasia Pavlyuchenkova y Sonay Kartal, cuando el sistema dejó de funcionar durante casi siete minutos. Durante ese lapso, se produjeron al menos tres errores de juicio. El árbitro principal, Nico Helwerth, tuvo que detener el partido y ordenar repetir un punto en el que la ELC no marcó una bola claramente fuera. La interrupción alteró el curso del set, y provocó una airada reacción de Pavlyuchenkova: “Me habéis robado el juego”, dijo la jugadora dirigiéndose al juez de silla, según informó eWeek.
La All England Lawn Tennis and Croquet Club (AELTC), entidad organizadora del torneo, atribuyó el fallo a un “error humano” en la activación del sistema y aseguró que se han tomado medidas para evitar repeticiones.
Jugadores cuestionan la fiabilidad del sistema
Las críticas no se han limitado a ese incidente puntual. La tenista británica Emma Raducanu expresó su desconfianza abiertamente tras su participación en el torneo: “No, no confío en él… Hubo decisiones bastante dudosas, pero no puedes hacer nada”, declaró en declaraciones recogidas por Reuters y citadas por Semafor. Por su parte, Jack Draper, actual número uno británico, manifestó que no cree que la tecnología sea “100 % precisa”.
El estadounidense Ben Shelton fue advertido de que el sistema podría dejar de funcionar al caer la tarde, debido a la escasa luz natural, lo que le obligó a acelerar el ritmo de su partido. Otros jugadores han señalado que el sistema de anuncios automatizados carece de la claridad necesaria, y que la ausencia de señales visuales, habituales en el arbitraje humano, complica la comprensión de las decisiones en tiempo real. En el caso de una jugadora con discapacidad auditiva, la falta de gestualidad imposibilitó saber si había ganado un punto o no, según reportó The Telegraph.
Debate sobre la sustitución completa del arbitraje humano
El cambio ha suscitado un debate más amplio en el mundo del tenis sobre los límites de la automatización en el deporte profesional. Aunque los responsables del torneo defienden la fiabilidad del sistema, señalando que la precisión de la tecnología se sitúa dentro de un margen de error de pocos milímetros, las incidencias acumuladas han llevado a cuestionar la conveniencia de una sustitución total del criterio humano.
Debbie Jevans, presidenta del AELTC, respondió a las críticas alegando que anteriormente los jugadores demandaban el uso de tecnología por considerarla más precisa que el juicio humano. “Cuando teníamos jueces de línea, nos preguntaban por qué no utilizábamos tecnología electrónica como en otros torneos del circuito”, declaró, tal como recogió The Telegraph.
El equilibrio entre tecnología y supervisión humana
La controversia en Wimbledon se suma a otros episodios similares registrados en torneos anteriores. El alemán Alexander Zverev ya había criticado públicamente este tipo de sistemas en abril, tras una decisión errónea durante un torneo ATP, difundiendo una imagen en redes sociales como evidencia.
Estos casos reflejan una tensión persistente entre la automatización completa y la necesidad de supervisión humana, especialmente en situaciones límite o cuando el margen de error puede alterar el desarrollo competitivo. Algunos expertos sugieren que una combinación híbrida entre tecnología y árbitros humanos podría ofrecer un enfoque más equilibrado, asegurando tanto la objetividad como la capacidad de interpretación contextual.
Reacciones institucionales y perspectivas futuras
Pese a las protestas de algunos jugadores y la aparición espontánea de antiguos jueces de línea en uniforme como acto simbólico, la organización del torneo ha reiterado su confianza en el sistema y no ha anunciado cambios inmediatos. El futuro del arbitraje en Wimbledon dependerá en gran medida de la evaluación técnica post-torneo y de la presión que ejerzan los jugadores, medios especializados y federaciones.
Wimbledon no es el único deporte que explora soluciones basadas en inteligencia artificial. Durante las finales de la NBA, se emitió un anuncio generado íntegramente por IA, y diversas disciplinas deportivas están experimentando con herramientas similares para optimizar decisiones arbitrales o análisis estadísticos.
La evolución de estos sistemas plantea interrogantes más amplios sobre la relación entre tecnología, transparencia y percepción de justicia en el deporte profesional.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
