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La edición 2025 de Microsoft Ignite ha situado el ciclo de vida completo del AI en el primer plano de la conversación tecnológica. No como un conjunto de funciones añadidas a los productos existentes, sino como una arquitectura que reconfigura cómo se conciben, despliegan y gobiernan las capacidades digitales en las organizaciones. Ese desplazamiento, visible en cada bloque de anuncios, refleja una ambición amplia: convertir la inteligencia artificial en un tejido operativo que une infraestructura, datos, herramientas de productividad y modelos de seguridad.
La compañía presenta este enfoque como un cambio de etapa. La idea de Frontier Firms, recogida en un estudio realizado con IDC, sugiere que las organizaciones más adelantadas están integrando AI en múltiples funciones y obteniendo retornos que, según el informe, multiplican por tres los de los adoptantes más lentos. Aunque el término invita a una lectura estratégica, lo significativo es la convergencia entre inversión en AI, complejidad operativa y necesidad de control. Ese triángulo aparece de forma constante en los anuncios de Ignite.
Un ciclo de vida que empieza en los datos
Microsoft articula su visión con tres capas de inteligencia: Work IQ, Fabric IQ y Foundry IQ. Cada una aborda un tramo distinto del ciclo de vida del AI y, juntas, pretenden resolver un problema recurrente en el despliegue corporativo: la fragmentación entre modelos, datos y contexto.
Work IQ actúa como inteligencia contextual en el espacio de trabajo, alimentando a Microsoft 365 Copilot y a los agentes con información sobre documentos, comunicaciones, patrones de colaboración o preferencias laborales. No se trata únicamente de recomendaciones; la empresa sugiere que esta capa mejora la inferencia y la capacidad de anticipación del sistema al proporcionar memoria conversacional y razonamiento sobre archivos estructurados y no estructurados. Las mejoras en SharePoint y PowerPoint que se apoyan en esa inteligencia revelan hasta qué punto el AI empieza a operar por encima de los límites tradicionales entre aplicaciones.
Fabric IQ amplía el foco al ámbito analítico y operativo. Conecta datos históricos, series temporales y sistemas transaccionales bajo un modelo semántico compartido. Esto permite que los agentes actúen con información en tiempo real, algo que, según Microsoft, se convierte en un acelerador inmediato para quienes ya trabajan con modelos de datos en Power BI. Lo relevante es la búsqueda de una semántica unificada que reduzca la necesidad de replicar estructuras o crear capas paralelas para el AI.
Foundry IQ, aún en vista previa, funciona como un plano de conocimiento para múltiples fuentes: Work IQ, Fabric IQ, aplicaciones personalizadas y la web. Es, en esencia, un punto único de recuperación y razonamiento que pretende evitar duplicidades en el acceso a información y permitir que diferentes agentes compartan contexto. La apuesta por un endpoint único apunta a una preocupación que se repite en las organizaciones: la proliferación de sistemas de búsqueda, cada uno con su propia taxonomía y lógica.
Agentes para cada tramo del trabajo
La teorización sobre el ciclo de vida del AI solo adquiere sentido si existe una capa de ejecución. Ignite 2025 dedica buena parte de sus anuncios a esa capa, materializada en la multiplicación de agentes para tareas administrativas, analíticas, creativas o de seguridad.
Los nuevos agentes de Word, Excel y PowerPoint, accesibles desde Copilot Chat, muestran un cambio en el modelo de interacción: la conversación se convierte en una interfaz que orquesta documentos, gráficos o presentaciones con iteraciones sucesivas. Las capacidades en Excel —como la combinación de análisis, consultas de datos externos y elección entre distintos modelos— sugieren que la frontera entre análisis avanzado y tareas ofimáticas se está difuminando.
Por otro lado, agentes como Workforce Insights, People Agent o Learning Agent trasladan la lógica de Work IQ a la gestión del talento. La compañía insiste en que estas herramientas permiten decisiones más rápidas al ofrecer diagnósticos organizativos en tiempo real, aunque también abren preguntas sobre gobernanza, límites de uso y supervisión humana. Lo curioso es que el discurso de eficiencia convive con una capa creciente de control y observabilidad.
En la parte administrativa, los agentes para Teams, SharePoint o el propio Teams Admin refuerzan esta misma dinámica. Automatizan tareas que hasta ahora requerían múltiples pasos manuales, como detectar contenido sobresobrecargado, archivar sitios inactivos o ajustar políticas. En realidad, la automatización no es nueva, pero la transferencia de estas funciones a agentes conversacionales altera la relación entre administradores, herramientas y ritmos de mantenimiento.
Gobernanza: la otra mitad del ciclo de vida del AI
A medida que los agentes se multiplican, la gobernanza se convierte en un elemento crítico. Microsoft lo reconoce de forma explícita al presentar Agent 365, un plano de control diseñado para observar, registrar y asegurar agentes creados tanto con sus propios servicios como con marcos de terceros. La comparación con el fenómeno de “shadow IT” no es casual; la creación autónoma de agentes por parte de equipos no técnicos puede generar un volumen de automatismos difícil de auditar sin herramientas especializadas.
Agent 365 se integra con Defender, Entra, Purview y el Microsoft 365 admin center. La idea es que los agentes dispongan de identidades verificadas, políticas de acceso, supervisión en tiempo real y controles de seguridad coherentes con los que se aplican a los usuarios humanos. Este paralelismo muestra una tendencia más amplia: los agentes no solo ejecutan tareas, sino que se convierten en entidades operativas completas dentro de la organización.
El movimiento se refuerza con Foundry Control Plane, la pieza orientada a desarrolladores que permite monitorizar agentes en entornos cloud, establecer políticas, activar guardarraíles y gestionar costes desde un lugar central. Su integración con Entra Agent ID apunta a un futuro en el que cada agente tendrá un ciclo de vida propio: alta, operación, auditoría y retirada.
Infraestructura, modelos y ejecución distribuida
Si el AI necesita una arquitectura coherente, la infraestructura es el otro pilar. Ignite anuncia nuevos avances en Azure Boost, que separa funciones de virtualización del host para mejorar velocidad y aislamiento; en el chip Cobalt 200 basado en Arm; y en capacidades de bases de datos orientadas a cargas vectoriales y búsquedas híbridas. DocumentDB, Fabric Databases y el nuevo HorizonDB para PostgreSQL muestran que Microsoft espera un uso intensivo de almacenamiento multimodal y acceso rápido a embeddings.
El router de modelos de Foundry, ahora disponible de forma general, apunta a una preocupación habitual en las empresas: elegir modelos según coste, latencia y complejidad sin rediseñar aplicaciones. Microsoft afirma condiciones de mejora del 40% en tiempos de respuesta y reducción del 50% en costes en despliegues iniciales. Aunque estas cifras tienen un contexto limitado, indican un cambio: la selección de modelos es una decisión operativa más que técnica.
En paralelo, los avances en Windows —como la integración nativa de MCP, los nuevos espacios de trabajo para agentes o la mejora de la búsqueda semántica— muestran que la compañía quiere convertir el sistema operativo en una plataforma donde los agentes funcionen de forma local con identidad, trazabilidad y control.
Seguridad distribuida para un ecosistema distribuido
La complejidad creciente de agentes y modelos exige reforzar la seguridad. Defender, Entra, Purview e Intune amplían su alcance para detectar vulnerabilidades específicas del trabajo con AI: inyecciones de instrucciones, usos indebidos de herramientas, filtraciones de datos durante la generación de contenido o comportamientos anómalos en agentes autónomos.
La integración de Defender con GitHub, por ejemplo, intenta cerrar la brecha entre código y ejecución. Al conectar vulnerabilidades detectadas durante el desarrollo con información de runtime, la idea es reducir falsos positivos y priorizar amenazas reales. A esto se suman capacidades como la acción proactiva “mid-attack”, que interviene durante un ataque en plataformas de terceros mediante Sentinel.
Entra, por su parte, incorpora mecanismos para gestionar identidades de agentes con controles de ciclo de vida y acceso condicional. No es un detalle menor: la identidad deja de ser exclusiva del usuario humano y se extiende a cualquier entidad que pueda actuar en nombre de la organización.
Un cierre aún abierto
Ignite 2025 confirma la ambición de Microsoft de redefinir el AI empresarial como un ecosistema continuo en lugar de un catálogo de funciones. Mientras algunas organizaciones pueden ver en esta estrategia una vía para acelerar desarrollos, otras observarán una complejidad creciente que exige disciplina, observabilidad y nuevas competencias internas. La expansión del modelo de agentes —desde la creación hasta la gobernanza, pasando por la seguridad y el despliegue— marca un punto de inflexión: el AI ya no es una capa superior, sino un componente estructural del negocio.
Cómo se traducirá todo esto en la práctica dependerá de la capacidad de las empresas para integrar estas piezas sin multiplicar la fricción. La aspiración de un ciclo de vida del AI completamente unificado continúa siendo un horizonte, aunque en Ignite 2025 ese horizonte empieza a tomar forma visible.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
