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Empresas españolas aumentan inversión en IA soberana por tensión geopolítica

Empresas españolas aumentan inversión en IA soberana por tensión geopolítica

  • El 63% de las empresas españolas prevé elevar su inversión en IA soberana europea mientras busca equilibrar control de datos y acceso a innovación global.
IA Soberana

El interés empresarial por la IA soberana empieza a consolidarse como una respuesta estructural a las tensiones geopolíticas que atraviesan Europa. En España, un 63 % de las compañías prevé aumentar su inversión en este tipo de soluciones, según el estudio  IA soberana: de la gestión del riesgo a la aceleración del crecimiento  elaborado por Accenture.

La cifra se sitúa ligeramente por encima del promedio europeo y confirma que la soberanía tecnológica deja de ser un debate teórico para entrar en la planificación operativa de muchos sectores.

El informe, presentado esta semana, muestra cómo la incertidumbre global está empujando a las organizaciones europeas a reforzar el control sobre sus datos y su infraestructura. El concepto de IA soberana no alude únicamente a mantener centros de datos dentro de las fronteras nacionales; exige que los modelos, el talento y la gobernanza tecnológica se anclen en actores locales o europeos, con el objetivo de reducir dependencias externas y, en algunos casos, blindar información sensible. Este matiz explica por qué países como Alemania o Italia superan el 70 % de empresas dispuestas a elevar sus inversiones.

IA soberana: de la gestión del riesgo a la aceleración del crecimiento
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Lo que resulta llamativo en el caso español es el peso creciente de la dimensión geopolítica. Seis de cada diez organizaciones buscan soluciones soberanas europeas motivadas por las tensiones internacionales, una proporción similar a la europea pero lejos del 80 % registrado en Dinamarca o del 72 % en Irlanda y Alemania. De acuerdo con Accenture, sectores sometidos a requisitos regulatorios estrictos, como la banca o los servicios públicos, lideran esta transición. En banca, el 76 % de las empresas reconoce que su adopción de IA soberana responde a obligaciones de cumplimiento y a la necesidad de manejar datos extremadamente sensibles.

Sin embargo, la tendencia no avanza de forma homogénea. Aunque solo un tercio de los datos corporativos en España requiere, por su naturaleza, un tratamiento completamente soberano, las compañías empiezan a revisar qué parte de sus operaciones puede —o debe— apoyarse en proveedores externos. La cifra española, 32 %, se alinea con el 36 % europeo y deja entrever un fenómeno que suele pasar desapercibido: la mayoría de los datos no exige medidas de aislamiento total, pero sí niveles diferenciados de control en función del caso de uso.

Lo curioso es que esta orientación hacia lo local convive con un reconocimiento explícito de la dependencia tecnológica global. Un 65 % de las organizaciones españolas afirma que no puede mantener su competitividad sin proveedores no europeos, idéntico porcentaje al observado en el conjunto del continente. La coexistencia de ambas dinámicas describe un equilibrio frágil: se busca preservar la autonomía, aunque la innovación puntera continúe concentrada en pocas regiones.

A este equilibrio se suma un matiz adicional. El 62 % de las empresas españolas está valorando soluciones soberanas de proveedores tanto europeos como no europeos, un porcentaje superior al europeo. La combinación puede parecer contradictoria, pero responde a una lógica práctica: muchas compañías aceptan plataformas externas siempre que se ajusten a requisitos de residencia de datos, cifrado o despliegue local. La soberanía se convierte, así, en un conjunto de parámetros negociables y no en un bloque cerrado.

La oferta disponible marca otro límite. El 42 % de las empresas españolas identifica la falta de soluciones nacionales de IA soberana como un obstáculo relevante, casi el doble que la media europea. Este desfase revela una brecha industrial que afecta a todo el ecosistema ibérico de proveedores cloud y de infraestructuras de IA. Mientras algunos países han articulado nubes sectoriales o alianzas público-privadas, España avanza, aunque más lentamente, en la creación de capacidades propias.

Accenture menciona iniciativas que ilustran el tipo de arquitectura que podría expandirse en los próximos años. En Suecia, la consultora trabaja con Telia Cygate para desplegar servicios escalables de IA con criterios soberanos. Y en el ámbito europeo, colabora con Nebius, proveedor de infraestructura con sede en Ámsterdam, que desarrolla una plataforma de IA equipada con hardware personalizado y centros de datos de alta eficiencia implantados en Europa y Oriente Medio. Ejemplos como estos evidencian que la industria se mueve hacia modelos híbridos, donde la ubicación física, el diseño del chip y el control del software forman parte de un mismo debate.

Mercedes Oblanca, CEO de Accenture en España y Portugal, resume esta tensión al señalar que Europa se enfrenta a una paradoja: necesita acelerar su adopción de IA para impulsar el crecimiento, aunque la concentración del mercado en actores no europeos introduce un factor de riesgo. Su planteamiento no es menor. La región intenta simultanear dos ambiciones, proteger operaciones críticas y, al mismo tiempo, no frenar la innovación que llega del exterior.

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Algo similar apunta Jordi Roca, managing director de Accenture Technology, al recordar que la soberanía no implica almacenar todo en un único espacio. Las organizaciones deberán modular su nivel de control en función del caso de uso. Un sistema de defensa puede requerir aislamiento completo; un servicio financiero podría limitarse a residencia local y cifrado reforzado. La soberanía, en esta interpretación, pasa de ser un estado binario a convertirse en un espectro que combina capas de datos, infraestructura y modelos bajo distintos grados de protección.

Pese a ello, la percepción empresarial dista de ser homogénea. Solo el 15 % de las compañías españolas considera la IA soberana como una palanca de ventaja competitiva. En Europa el porcentaje sube ligeramente, hasta el 19 %. Para la mayoría, sigue siendo un asunto técnico o una obligación regulatoria, rara vez un tema que llegue a la agenda del CEO. El dato ayuda a entender por qué muchos proyectos avanzan con cautela: sin dirección estratégica al máximo nivel, la soberanía digital tiende a ocupar un espacio operativo y no estructural.

Aun así, el debate está evolucionando. El 73 % de las organizaciones españolas reclama que gobiernos e instituciones, incluida la Unión Europea, jueguen un papel decisivo mediante regulación, financiación o inversión directa. El interés por fortalecer el tejido local alcanza también a las pequeñas y medianas empresas; dos tercios de las organizaciones creen necesario facilitarles el acceso a soluciones soberanas para no profundizar la brecha competitiva.

En este escenario, Accenture apunta cuatro líneas de actuación que, sin formular recetas cerradas, trazan una hoja de ruta posible. La primera sitúa al CEO como responsable de integrar la soberanía en la estrategia global, enlazando riesgo y crecimiento. La segunda propone reinterpretarla como un activo y no solo como un mecanismo defensivo. La tercera invita a construir ecosistemas híbridos que combinen proveedores locales y globales bajo criterios de control selectivo. Y la cuarta insiste en rediseñar la arquitectura tecnológica con un enfoque multicloud continuo, donde la soberanía se aplique por capas y no como un requisito uniforme.

El recorrido de la IA soberana en España dependerá, en gran medida, de la capacidad para alinear estas prioridades con la evolución del mercado y del marco regulatorio europeo. La aprobación de normas como la AI Act, la presión por proteger sectores estratégicos y la carrera por infraestructuras especializadas generan un entorno en movimiento, a veces difícil de anticipar. Lo que sí parece consolidarse es la noción de que la autonomía tecnológica no se construye solo con infraestructuras locales, sino con decisiones graduales que conectan riesgo, innovación y competitividad.

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