Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con…
El anuncio de Internxt introduce un matiz inesperado en un mercado que avanza con enorme velocidad pero arrastra tensiones sobre el uso de datos personales. La compañía con sede en Valencia ha presentado Internxt AI, un modelo conversacional que se distancia de los patrones de recopilación masiva característicos de los servicios globales. La palabra clave, repetida por la empresa en distintas ocasiones, es soberanía. No solo en el plano regulatorio, también en el tecnológico.
Según la compañía, la nueva herramienta se aloja íntegramente en servidores europeos y garantiza conversaciones cifradas de extremo a extremo. Esto sitúa a Internxt en una línea que coincide con las demandas regulatorias de la Unión Europea, donde el RGPD y la futura Ley de IA se han convertido en el marco de referencia para operadores que quieran diferenciarse por privacidad y control territorial del dato.
La firma valenciana llevaba años construyendo esa narrativa. Sus certificaciones —ISO 27001, SOC2, ENS, HIIPA— y el reconocimiento de la Agencia Española de Protección de Datos apuntaban a un posicionamiento que ahora encuentra un nuevo vector en la inteligencia artificial. El desafío no es menor: competir con plataformas como ChatGPT o Gemini sin replicar su modelo de negocio basado en el uso extensivo de datos para entrenar sistemas cada vez más complejos.
Un planteamiento frontal frente al uso intensivo de datos
El lanzamiento llega en un momento en el que se multiplican las dudas sobre si la información generada por el usuario puede mantenerse aislada de los procesos de entrenamiento. Grandes actores del sector han introducido opciones más restrictivas, aunque los flujos de datos y las dependencias con infraestructura estadounidense siguen marcando la agenda.
Internxt sostiene que rompe esa lógica. El modelo no requiere registro, no utiliza cookies y no almacena logs ni metadatos de las conversaciones. Esa afirmación, situada en el corazón del producto, apunta a un cambio de paradigma que, sin embargo, se enfrenta a un reto estructural: demostrar que un sistema de más de veinte mil millones de parámetros puede ofrecer rendimiento competitivo sin apoyarse en la retroalimentación continua de datos de uso.
La dirección de la compañía insiste en que es posible. “Internxt AI representa el futuro de la IA europea, accesible para todos pero sin compromisos en privacidad”, afirmó su CEO, Fran Villalba Segarra. La explicación técnica del proyecto recurre a conceptos como código libre, auditorías externas y mitigación de sesgos, elementos que buscan reforzar la percepción de transparencia en un mercado acostumbrado a cajas negras.
El encaje con la regulación europea y sus tensiones internas
El debate sobre soberanía digital ha adquirido un peso creciente en Bruselas, aunque rara vez cristaliza en servicios de consumo masivo. Internxt AI parece orientarse a cubrir ese hueco, aprovechando que el RGPD y la Ley de IA exigen garantías estrictas de protección de datos, trazabilidad y control sobre la cadena de suministro tecnológica.
Europa, sin embargo, no ha resuelto la complejidad de equilibrar innovación y protección. Mientras algunos gobiernos reclaman marcos que permitan competir con la rapidez de Estados Unidos y China, otros advierten de que cualquier flexibilización puede erosionar derechos fundamentales. Lo llamativo del movimiento de Internxt es que convierte esa tensión en una propuesta comercial: un modelo conversacional que opera exclusivamente sobre infraestructura europea, sin transferencia transfronteriza de datos y sin identidades asociadas al uso.
En la práctica, esta aproximación puede atraer a empresas y organismos públicos que buscan evitar fugas de información en escenarios de análisis sensible. También plantea interrogantes sobre escalabilidad, coste energético y acceso a hardware de alto rendimiento, un terreno en el que la industria estadounidense mantiene una ventaja estructural.
Cifrado, poscuántica y un intento de anticiparse a futuros riesgos
El comunicado de la empresa introduce un elemento que rara vez aparece en lanzamientos de IA orientados al público general: resistencia criptográfica frente a la computación cuántica. Internxt afirma haber integrado cifrado poscuántico basado en el algoritmo Kyber 512, aprobado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) de Estados Unidos, con el objetivo de proteger datos frente a ataques que hoy no son comunes pero podrían serlo en la próxima década.
Esta referencia apunta a una estrategia particular. La compañía ha construido su marca alrededor del concepto de conocimiento cero, un sistema que impide incluso a la propia empresa acceder al contenido almacenado o compartido por el usuario. Internxt AI se integra así en esa arquitectura, que ya soporta sus servicios de almacenamiento, VPN y antivirus. Lo curioso es que la empresa plantea la IA como una extensión natural de ese ecosistema, no como un producto aislado.
Más allá del énfasis técnico, el movimiento sugiere que el mercado de IA europea podría empezar a fragmentarse en distintas capas: modelos generalistas centrados en capacidades, modelos especializados en dominios concretos y, ahora, modelos cuyo atributo principal es la confidencialidad.
De la privacidad al ecosistema: un plan de ampliación de servicios
La compañía no oculta su intención de competir en un terreno más amplio. Tras el lanzamiento de la IA, prevé incorporar Internxt Mail e Internxt Meet, dos servicios que buscan ofrecer correo electrónico y videollamadas cifradas como alternativa a Gmail y Zoom. La integración con la VPN y el antivirus refuerza la idea de una plataforma completa centrada en el control del usuario sobre su información.
Aunque la empresa afirma estar cerca del millón de usuarios y presente en más de cien países, la transición de una suite de privacidad a una solución integral de productividad plantea desafíos operativos. Escalar servicios de comunicación en tiempo real exige recursos de red, acuerdos de interconexión y garantías de disponibilidad que normalmente solo están al alcance de proveedores globales. Aun así, el hecho de que Internxt haya emergido desde Valencia y mantenga un planteamiento explícito de independencia tecnológica alimenta una narrativa cada vez más presente en el ecosistema europeo.
Por otra parte, la dependencia europea de actores no comunitarios en infraestructura cloud sigue siendo uno de los asuntos más delicados del sector. Internxt afirma operar únicamente con tecnología y servidores dentro del territorio europeo, un punto que resonará especialmente entre organizaciones que deben cumplir requisitos estrictos de soberanía del dato.
Hacia dónde puede evolucionar el modelo
El lanzamiento de Internxt AI se interpreta como un intento de mostrar que la innovación en inteligencia artificial no tiene por qué estar vinculada al uso intensivo de datos. Es una afirmación ambiciosa, difícil de validar sin investigaciones externas que midan el rendimiento, los sesgos y la capacidad de actualización del modelo. Sin embargo, el gesto coloca a la compañía en un espacio poco concurrido: el de los proveedores europeos que orientan su propuesta a la privacidad estructural, no a ajustes cosméticos.
En un mercado acostumbrado a plantear la privacidad como una opción dentro del menú de configuraciones, Internxt intenta convertirla en fundamento operativo. El resultado todavía está por ver. Lo que sí cambia es el discurso: la idea de que Europa puede ofrecer inteligencia artificial competitiva sin replicar la lógica de supervisión que domina en otros mercados adquiere, al menos, un primer ejemplo tangible.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
