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Marta Estarellas (Qilimanjaro): «No hay futuro digital sin computación cuántica, y Europa debe construirlo con tecnología propia»

Marta Estarellas (Qilimanjaro): «No hay futuro digital sin computación cuántica, y Europa debe construirlo con tecnología propia»

  • La empresa española Qilimanjaro apuesta por una computación cuántica más sostenible, cercana y útil para la industria. Su enfoque híbrido digital-analógico y la inauguración del Quantum Data Center en Barcelona consolidan a España como un actor clave en la nueva infraestructura científica europea.
Marta P. Estarellas, CEO de Qilimanjaro

Septiembre. En el Encuentro de la Economía Digital de AMETIC en Santander, Marta Estarellas sube al escenario para hablar de «Computación cuántica sin atajos: construyendo impacto real junto a la industria». No es una frase retórica: define una manera de entender la innovación tecnológica basada en el rigor científico y en la colaboración con la industria. Qilimanjaro, la empresa que fundó en 2019 junto a un grupo de investigadores del Barcelona Supercomputing Center y de la Universidad de Barcelona, ha pasado en pocos años de ser una spin-off académica a convertirse en un referente europeo en hardware y software cuántico. Hoy, con sede en el distrito de la innovación de Barcelona, la compañía lidera el desarrollo del primer centro de datos cuántico multimodal de Europa.

«La computación cuántica no es ciencia ficción», explica Estarellas. «Ya existe y está empezando a integrarse en los procesos científicos e industriales que definirán el futuro de la tecnología». Desde el principio, Qilimanjaro nació con una ambición doble: acelerar la llegada de la computación cuántica al mercado y hacerlo desde Europa, con tecnología propia.

Marta P. Estarellas, CEO de Qilimanjaro
Marta P. Estarellas, CEO de Qilimanjaro

El origen de una visión

Estarellas es química de formación. Su trayectoria científica la llevó de España a Japón, Estados Unidos e Inglaterra, hasta que la frustración de no poder simular con precisión las moléculas que investigaba para el desarrollo de nuevos fármacos la empujó hacia otro terreno: el diseño de ordenadores cuánticos. «Me di cuenta de que los recursos computacionales, incluso en los superordenadores más potentes del mundo, eran insuficientes para resolver problemas fundamentales. Eso me llevó a cambiar de disciplina. Si la naturaleza es cuántica, la forma de entenderla también debe serlo», recuerda.

La pregunta que dio origen a Qilimanjaro fue tan sencilla como trascendental: ¿podemos construir ordenadores cuánticos que sean útiles antes de que la ciencia logre la corrección total de errores? Las arquitecturas digitales puras, que dominan el panorama actual, requieren millones de qubits lógicos para alcanzar ese punto, un horizonte aún lejano. Qilimanjaro propuso una alternativa: la computación cuántica analógica, un camino más directo hacia resultados prácticos.

Analógico frente a digital

La diferencia entre ambas aproximaciones no es solo técnica, sino filosófica. En la computación cuántica digital, los qubits se manipulan mediante puertas lógicas discretas. Cada operación introduce un error, y la acumulación de miles de operaciones hace que la fiabilidad se degrade rápidamente. «El hardware cuántico digital se enfrenta a un problema de escala: cada puerta añade ruido, y la corrección de ese ruido exige redundancia. Para tener un qubit lógico funcional, hacen falta miles de qubits físicos», explica Estarellas.

La computación analógica, en cambio, sigue el flujo natural de la física. «Cuando ves una hoja caer, no lo hace a saltos. La naturaleza es continua. En la computación analógica ocurre lo mismo: codificamos el problema como una evolución suave de los parámetros del chip. Así reducimos errores y podemos obtener resultados útiles con un número mucho menor de qubits.»

Esa idea ha dado lugar a una arquitectura única en el mundo: los chips superconductores de tipo fluxonium con control analógico. Son el núcleo de los sistemas que Qilimanjaro desarrolla en su laboratorio de Barcelona, junto a toda la pila de software —desde el sistema operativo y el lenguaje de programación hasta las capas de aplicación y control electrónico—. «Somos una de las pocas empresas que diseñan el stack completo, de la A a la Z. Eso nos da independencia y capacidad de innovación», subraya.

"El ordenador cuántico no sustituirá al clásico. Lo complementará", Marta Estarellas, CEO de Qilimanjaro
«El ordenador cuántico no sustituirá al clásico. Lo complementará», Marta Estarellas, CEO de Qilimanjaro

El modelo híbrido: Digital–Analog Quantum Computing

En 2024, Qilimanjaro dio un paso más al presentar su enfoque Digital–Analog Quantum Computing (DAQC), una síntesis entre la precisión del control digital y la fidelidad del comportamiento analógico. Este modelo híbrido combina los dos paradigmas en una sola plataforma, SpeQtrum, que integra CPUs, GPUs y unidades cuánticas digitales y analógicas en un entorno operativo común.

La propuesta se basa en un principio claro: no hay que elegir entre digital o analógico, sino aprovechar la complementariedad de ambos. Los subsistemas analógicos se encargan de las interacciones colectivas entre qubits, mientras que el control digital se reserva para operaciones locales y precisas. El resultado es una reducción drástica del ruido, una mayor estabilidad y una ejecución más rápida de los algoritmos dentro de la ventana de coherencia del sistema.

«Esta combinación nos permite abordar problemas reales sin tener que esperar a una corrección total de errores», explica Estarellas. «Las empresas y los centros de investigación pueden empezar ya a explorar casos de uso prácticos, validar modelos y prepararse para la transición hacia la era cuántica plenamente madura».

Aplicaciones prácticas: de la ciencia a la empresa

Qilimanjaro colabora con sectores tan diversos como la energía, la salud, la logística y las finanzas. En todos ellos existen problemas de optimización y simulación que superan la capacidad de la computación clásica. Desde la simulación de materiales y moléculas hasta la planificación de rutas o la gestión de redes eléctricas, la ventaja cuántica no se mide en velocidad pura, sino en la posibilidad de resolver lo que antes era intratable.

«El ordenador cuántico no sustituirá al clásico. Lo complementará», puntualiza Estarellas. «Igual que las GPUs aceleran las CPUs en tareas de inteligencia artificial, el nodo cuántico será un acelerador especializado para problemas muy concretos».

El ámbito de la inteligencia artificial es uno de los que más rápidamente está adoptando este enfoque. La computación analógica permite entrenar modelos con un consumo energético muy inferior al de las infraestructuras tradicionales. «Hemos desarrollado algoritmos de reservorios cuánticos que pueden reducir hasta siete órdenes de magnitud el consumo energético del entrenamiento de modelos. Es una oportunidad enorme en un contexto donde la sostenibilidad del cómputo se ha convertido en un desafío global.»

El camino hacia la utilidad cuántica

En el Barcelona Supercomputing Center (BSC), Qilimanjaro ya ha instalado un primer ordenador cuántico digital integrado en el superordenador MareNostrum, fruto de una colaboración con la empresa europea Kwanuer. Este proyecto fue el primer paso hacia un ecosistema híbrido en el que coexisten tres paradigmas: el clásico, el cuántico digital y el cuántico analógico.

La segunda fase llegará en diciembre, con la instalación del primer ordenador cuántico analógico desarrollado íntegramente por Qilimanjaro. «El BSC será el primer centro de supercomputación de Europa con un nodo cuántico híbrido. Es una visión compartida: el futuro de la computación será híbrido, y ese futuro ya se está construyendo aquí», afirma Estarellas.

El proyecto cuenta con el apoyo del programa europeo EuroHPC y se enmarca en la estrategia continental para desarrollar una red de nodos cuánticos distribuidos. «Europa ha comprendido que la soberanía tecnológica pasa por dominar la computación. No basta con tener talento científico, hay que transformar ese talento en industria», añade.

El primer centro de datos cuántico multimodal de Europa

Ese paso hacia la industrialización se materializa ahora con la inauguración del Quantum Data Center de Qilimanjaro en Barcelona. Se trata de una infraestructura pionera que combina sistemas cuánticos analógicos y digitales con capacidades de cálculo clásico de alto rendimiento. El objetivo: ofrecer servicios de computación cuántica como servicio (Quantum-as-a-Service) a empresas, universidades y centros de investigación de toda Europa.

«Es mucho más que una instalación tecnológica», destaca Estarellas. «Queremos crear un ecosistema abierto donde la industria y la investigación puedan experimentar, aprender y codiseñar aplicaciones reales. La adopción de la cuántica no se impone, se construye colectivamente.»

El centro podrá albergar hasta diez ordenadores cuánticos y estará conectado a través de la plataforma SpeQtrum, que permitirá ejecutar algoritmos de manera remota desde la nube. Su diseño multimodal facilita adaptar cada caso de uso al tipo de hardware más adecuado: analógico para simulaciones físicas, digital para optimización o IA, y clásico para cálculo intensivo.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Generalitat de Catalunya, a través de Avançsa y ACCIÓ, y con la participación de la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT). «Es un ejemplo de colaboración público-privada que demuestra lo que podemos lograr cuando la ciencia, la industria y las instituciones reman en la misma dirección», señala.

Talento, formación y soberanía

La CEO de Qilimanjaro insiste en que el desafío de la cuántica no es solo científico, sino humano. En España, cuando fundaron la empresa, apenas existían programas de formación en tecnologías cuánticas. Por eso, Qilimanjaro inició un programa de colaboración con universidades españolas para formar estudiantes de máster y doctorado dentro de la compañía. «Era la única forma de crear cantera. Hoy esos estudiantes son ingenieros e investigadores que lideran equipos. Hemos demostrado que el talento existe, solo necesita oportunidades y un entorno donde crecer.»

Actualmente la compañía cuenta con 70 empleados de más de diez nacionalidades. A medida que ha ganado visibilidad internacional, ha incorporado talento procedente de Estados Unidos, Alemania, Japón, India y Portugal. «Queremos atraer a los mejores, pero también queremos que los jóvenes que se formen aquí puedan desarrollar su carrera sin tener que irse fuera. Que el futuro de la cuántica europea se construya desde Europa.»

En paralelo, Qilimanjaro participa en programas educativos y colabora en la definición de estándares europeos de formación cuántica. «La soberanía no se logra solo fabricando chips, sino formando a quienes sabrán diseñarlos, programarlos y aplicarlos», resume Estarellas.

Un ecosistema en expansión

El impulso de Qilimanjaro no es un caso aislado. En torno a la empresa barcelonesa se está consolidando un ecosistema cuántico español con startups especializadas en comunicaciones seguras (LuxQuanta, Quside), en inteligencia cuántica (QCentroid) y en software de simulación avanzada. «Hay una base sólida y un enorme potencial. Si conseguimos mantener la inversión y coordinar esfuerzos, España puede ser un polo de referencia en Europa», apunta.

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Esa visión encaja con la Estrategia Nacional de Tecnologías Cuánticas, que destina 800 millones de euros a la creación de capacidades científicas e industriales. «Es una cantidad importante, pero sobre todo es una señal política. Indica que el país ha entendido la importancia de crear industria, no solo investigación. La cuántica necesita una cadena de valor completa, desde el laboratorio hasta la fábrica», explica Estarellas.

De la ciencia al mercado

El plan de negocio de Qilimanjaro se articula en tres fases: investigación y desarrollo, democratización y codiseño, e industrialización. Tras seis años de trabajo en los fundamentos científicos y tecnológicos, la empresa ha entrado en la segunda etapa: abrir su infraestructura a la industria para explorar juntos los primeros casos de uso.

«Estamos en una fase colaborativa. No buscamos crecer en facturación a corto plazo, sino encontrar los indicadores de ventaja cuántica que nos permitan validar la tecnología», aclara. La compañía ya acumula más de 20 millones de euros en proyectos con clientes y se prepara para una ronda de inversión Serie A de 40 millones. «Ese capital nos dará margen para ejecutar los próximos cinco años de desarrollo y llegar a la fase de industrialización con una tecnología madura.»

Aunque en el sector la palabra «hype» aparece con frecuencia, Estarellas mantiene una postura prudente: «La ciencia tiene su propio ritmo. No puedes forzarla con más dinero o más personas. Pero cuando llega un breakthrough, cambia todo. Lo importante es estar preparados para aprovecharlo.»

Un futuro híbrido y sostenible

A medida que la inteligencia artificial multiplica las demandas de computación y energía, la propuesta de Qilimanjaro adquiere una dimensión estratégica. La computación cuántica analógica permite procesar información con una fracción del consumo energético de los sistemas convencionales. «Las grandes tecnológicas están construyendo plantas nucleares para alimentar sus centros de datos. Eso no es sostenible. Tenemos que buscar alternativas», advierte.

La combinación de sostenibilidad, rendimiento y soberanía convierte a la cuántica en un elemento clave del nuevo mapa tecnológico. «El trabajo en la arquitectura de los computadores definirá el futuro de la inteligencia y de la civilización digital», afirma Estarellas, citando a Sam Altman. «Y en esa arquitectura, la cuántica será la próxima gran capa.»

Una apuesta europea

La inauguración del Quantum Data Center en Barcelona marca un punto de inflexión. No solo sitúa a España en el mapa global de la computación cuántica, sino que refuerza el papel de Europa en un campo estratégico dominado hasta ahora por Estados Unidos y Asia.

«Queremos demostrar que se puede innovar, fabricar y escalar tecnología de frontera desde Europa», subraya Estarellas. «No tenemos que esperar a importar soluciones, podemos crearlas. Y hacerlo aquí significa garantizar nuestra autonomía científica, económica y energética.»

La Comisión Europea impulsa ya una red de nodos cuánticos y centros de supercomputación conectados, donde el proyecto barcelonés servirá como modelo de colaboración entre ciencia, industria e instituciones. La ambición de Qilimanjaro encaja de lleno en ese marco: integrar hardware, software y servicios en una infraestructura europea interoperable y segura.

Una visión analítica hacia el futuro

El horizonte de la computación cuántica sigue siendo incierto, pero su dirección es clara. Las arquitecturas híbridas como la de Qilimanjaro anticipan un futuro donde el hardware cuántico no será un experimento aislado, sino una extensión natural de los centros de datos, la inteligencia artificial y las redes industriales.

España se ha situado en ese mapa gracias a una empresa que ha sabido combinar ciencia, talento y propósito. Qilimanjaro no busca atajos, sino construir una base sólida para la próxima revolución tecnológica. Su éxito dependerá de la capacidad de mantener el equilibrio entre rigor científico y visión empresarial, entre la investigación de frontera y la aplicación industrial.

«Estamos aún al principio», concluye Marta Estarellas. «Pero si Europa quiere un futuro digital soberano, debe empezar por dominar las bases de la computación. Y eso pasa, inevitablemente, por la cuántica.»

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