La inteligencia artificial dejará de ser una promesa experimental para convertirse en infraestructura crítica. Esa es una de las principales conclusiones del informe TechnoVision 2026, presentado este martes por Capgemini, que identifica cinco tendencias tecnológicas que, según la consultora, alcanzarán un punto de inflexión el próximo año.
La inteligencia artificial (IA) y su variante generativa (Gen AI) no solo seguirán en el centro del discurso tecnológico, sino que, según Capgemini, empezarán a integrarse de forma estructural en el desarrollo de software, las arquitecturas cloud y las operaciones empresariales. El informe, que se publicará oficialmente en enero, anticipa un cambio de paradigma: de los pilotos fragmentados a las implementaciones a escala.
Según Pascal Brier, director de innovación de Capgemini, «la IA entra en una fase de madurez” y se convertirá en “la columna vertebral de la arquitectura empresarial». Una afirmación que, más allá del entusiasmo, refleja una presión creciente sobre las organizaciones para traducir años de inversión en resultados tangibles. En 2026, la IA deberá demostrar impacto, no solo potencial.
El año de la verdad para la IA
Capgemini sostiene que muchas iniciativas de IA han fracasado no por limitaciones tecnológicas, sino por enfoques empresariales erráticos. El informe apunta a una transición hacia ecosistemas de IA más sólidos, donde la clave no será tanto el algoritmo como la “química entre humanos e IA”. Esta expresión, que aparece varias veces en el documento, sugiere una preocupación por la integración cultural y operativa de la tecnología en las organizaciones.
La consultora prevé que el próximo año marcará el paso de la prueba de concepto a la prueba de impacto. Esto implica inversiones no solo en modelos, sino en preparación de datos, infraestructura y gobernanza. En otras palabras, menos demos y más producción.
La IA se apodera del software
Otra de las tendencias destacadas es la transformación del ciclo de vida del software. La IA, según Capgemini, pasará de ser una herramienta auxiliar a convertirse en un agente activo en la generación y mantenimiento de código. Los desarrolladores dejarán de escribir instrucciones para empezar a definir intenciones, mientras que los sistemas generativos se encargarán del resto.
Este enfoque, sin embargo, no elimina la necesidad de supervisión humana. La gobernanza y el control de calidad serán, según el informe, esenciales para evitar errores, sesgos o vulnerabilidades. En paralelo, las organizaciones deberán replantearse la formación de sus equipos técnicos, priorizando habilidades en pensamiento sistémico, coordinación de agentes y gestión de herramientas autónomas.
Cloud 3.0: más allá del modelo público
El informe introduce el concepto de Cloud 3.0 para describir una etapa en la que las arquitecturas híbridas, multicloud y soberanas se convierten en norma. La IA, en particular, exige infraestructuras de baja latencia y gran escalabilidad que no siempre pueden ofrecer los entornos públicos tradicionales.
Capgemini señala que esta evolución no solo responde a necesidades técnicas, sino también a presiones geopolíticas y de continuidad operativa. La diversificación de proveedores y la búsqueda de autonomía estratégica están llevando a las organizaciones a rediseñar sus arquitecturas cloud con criterios de resiliencia, portabilidad y soberanía.
No obstante, esta complejidad añadida plantea desafíos de interoperabilidad y gestión. La consultora advierte que los proveedores deberán mejorar sus estrategias multicloud si quieren seguir siendo competitivos en este nuevo escenario.
Operaciones inteligentes: del registro a la acción
En paralelo, los sistemas empresariales están dejando de ser repositorios pasivos para convertirse en motores activos de decisión. Capgemini describe esta transición como una revolución copernicana en la que los procesos, y no las aplicaciones, se sitúan en el centro.
Los agentes de IA empiezan a integrarse en áreas como finanzas, recursos humanos o cadena de suministro, no solo para automatizar tareas, sino para orquestar flujos de trabajo, resolver excepciones y optimizar operaciones en tiempo real. La automatización, en este modelo, se convierte en una colaboración entre humanos e IA, donde la supervisión se plantea como principio de diseño.
Aunque muchas de estas iniciativas aún están en fase piloto, Capgemini anticipa que 2026 será el año en que algunas organizaciones den el salto a producción. El éxito, sin embargo, dependerá de la fiabilidad de los agentes y de la capacidad para escalar sin perder control ni confianza.
Soberanía tecnológica: interdependencia resiliente
La última tendencia identificada por Capgemini aborda una paradoja creciente: la búsqueda de soberanía tecnológica en un mundo profundamente interconectado. Lejos de promover el aislamiento, la nueva estrategia pasa por construir interdependencias resilientes.
Esto se traduce en una carrera por controlar elementos críticos de la cadena de valor digital, desde semiconductores hasta modelos de IA. Las empresas, según el informe, priorizarán la diversificación de proveedores, el uso de plataformas abiertas y el desarrollo de capacidades locales. En este contexto, los grandes proveedores de cloud ya están lanzando ofertas de cloud soberana para responder a la demanda de control y cumplimiento normativo.
La soberanía, por tanto, ya no se mide por la autosuficiencia, sino por la capacidad de elegir, adaptar y resistir. Una lógica que podría redefinir las estrategias tecnológicas de muchas organizaciones europeas en los próximos años.
Una guía para navegar la complejidad
TechnoVision, el programa global de Capgemini que da nombre al informe, busca ofrecer una brújula para los líderes empresariales en un entorno tecnológico cada vez más volátil. La edición completa del informe se publicará en enero de 2026, mientras que la guía TechnoVision, orientada a la evaluación de entornos tecnológicos, estará disponible en febrero.
Aunque las predicciones tecnológicas rara vez se cumplen al pie de la letra, el documento de Capgemini refleja una tendencia clara: la tecnología ya no es una capa añadida, sino el núcleo operativo de las organizaciones. Y en 2026, esa realidad será más difícil de ignorar.
