La evolución del streaming de datos y la inteligencia artificial ha superado las previsiones más optimistas formuladas hace apenas un año. Según Confluent, la aceleración en la adopción de IA y el avance hacia arquitecturas de datos en tiempo real están redefiniendo las prioridades tecnológicas de empresas y organismos públicos de cara a 2026.
De acuerdo con Francisco Molero, Country Leader de Confluent en España y Portugal, el cambio más visible ha sido el paso de pilotos aislados a despliegues masivos de IA en producción. “Los ingenieros de streaming ahora se centran menos en la infraestructura y más en la gobernanza en flujo y la creación de productos de datos reutilizables”, explica. Esta transformación, impulsada por la presión competitiva, ha reducido la resistencia cultural que tradicionalmente frenaba la adopción de nuevas tecnologías.

IA agéntica: de sugerir a ejecutar
La previsión de Confluent para 2026 sitúa a los agentes de IA como protagonistas. A diferencia de los asistentes actuales, estos sistemas no solo recomiendan acciones, sino que las ejecutan de forma autónoma. Clasifican incidentes, gestionan riesgos o resuelven solicitudes sin intervención humana directa. Para ello, necesitan datos en tiempo real, trazabilidad desde el origen y mecanismos de retroalimentación que permitan auditar y mejorar cada decisión.
El enfoque cambia: los agentes se gestionarán como productos, con indicadores de rendimiento ligados a objetivos de negocio. No se trata de desplegar modelos más complejos, sino de garantizar que operen con señales fiables y actualizadas. Un modelo modesto, pero bien alimentado, puede ofrecer más valor que uno avanzado con datos obsoletos.
El ingeniero de datos como multiplicador
La expansión de la IA en tiempo real también redefine el papel del ingeniero de datos. Ya no se mide su impacto por la estabilidad de los clústeres, sino por la calidad de los flujos que publica, la trazabilidad que incorpora y la capacidad de reducir los tiempos de ciclo en toda la organización.
En este nuevo escenario, los equipos no necesitan dominar sistemas distribuidos complejos. Basta con saber escribir SQL para trabajar directamente sobre el flujo de eventos. Esta simplificación técnica permite que más organizaciones refuercen sus plantillas con perfiles de datos, un movimiento que ya se refleja en los planes de contratación de muchas compañías.
Además, las fronteras entre operaciones y analítica tienden a diluirse. Un flujo de datos bien diseñado puede sustituir múltiples canalizaciones, reducir costes y proporcionar a los agentes de IA el contexto que necesitan para operar con precisión.
El sector público entra en tiempo real
Aunque tradicionalmente más lento en adoptar nuevas tecnologías, el sector público comienza a moverse hacia arquitecturas en tiempo real. Ámbitos como la detección de fraude, el control fronterizo o la supervisión fiscal se beneficiarán de decisiones basadas en datos actuales, no en lotes semanales.
La presión política por hacer más con menos, unida a la madurez tecnológica del streaming, ha creado un entorno propicio. Según Confluent, los formatos abiertos y las plataformas modernas permiten sustituir sistemas heredados sin perder capacidad de auditoría. El resultado: decisiones más rápidas, reglas aplicadas de forma consistente y mayor transparencia.
Este cambio no solo afecta a los ciudadanos. También eleva las expectativas en otros sectores. Si un trámite gubernamental puede resolverse en tiempo real, ¿por qué no una solicitud bancaria o una reclamación de seguro?
Multi-cloud como estrategia de negocio
La resiliencia tecnológica ha dejado de ser una preocupación exclusiva del departamento de IT. Las interrupciones recientes y los cambios en políticas de proveedores han llevado a muchas organizaciones a replantearse su dependencia de una única nube.
En 2026, el enfoque multi-cloud se consolidará como una estrategia empresarial. No se trata solo de diversificar proveedores, sino de garantizar que los sistemas de datos e IA puedan seguir funcionando ante cualquier contingencia. Esto implica tecnologías interoperables, portabilidad de cargas de trabajo y cumplimiento normativo en entornos distribuidos.
Los consejos de administración ya no preguntan si es posible cambiar de nube, sino cómo y con qué impacto. La capacidad de mantener el flujo de datos entre plataformas será un indicador de madurez operativa.
Streaming gestionado: menos fricción, más foco
El mantenimiento interno de infraestructuras de streaming, como Apache Kafka, empieza a mostrar sus límites. Las habilidades necesarias son escasas, el coste operativo es alto y el retorno, cada vez más difícil de justificar. Según Confluent, en 2026 muchas organizaciones optarán por plataformas gestionadas que liberen a los equipos de la carga operativa.
Esto no implica renunciar al control, sino concentrar los esfuerzos donde realmente aportan valor: gobernanza, reutilización de datos y lógica de negocio. La externalización permite entregar más rápido, con menos errores y con un enfoque claro en los resultados.
Molero lo resume así: “Si la ventaja competitiva está en lo que haces con los datos, no en cómo mantienes la infraestructura, la gestión externalizada es la opción más sensata”.
Reducir la distancia entre saber y hacer
A pesar del avance tecnológico, muchas organizaciones siguen utilizando solo una fracción de los datos que generan. No por falta de visión, sino por barreras estructurales: silos, transferencias lentas, transformaciones redundantes. Confluent considera que el streaming puede ser la vía para superar estos obstáculos.
La clave está en empezar por donde el valor sea más evidente. No se trata de desplegar soluciones masivas, sino de construir una visión compartida y actualizada que permita actuar con rapidez. En ese sentido, 2026 no será un año de promesas, sino de resultados medibles.
La consolidación del streaming como infraestructura de datos en movimiento, junto con la madurez de la IA agéntica, apunta a un cambio de paradigma. Uno en el que los datos no solo se almacenan o analizan, sino que impulsan decisiones en tiempo real, con impacto directo en la eficiencia, la transparencia y la competitividad.
