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Singularity Summit Spain 2025: meta-tendencias de Peter Diamandis

Singularity Summit Spain 2025: meta-tendencias de Peter Diamandis

  • Peter Diamandis cerró Singularity Summit Spain 2025 con una visión de meta-tendencias en IA, robots humanoides y longevidad que interpela a empresas y líderes en España.
Peter Diamandis, Singularity Summit Madrid 2025

Durante dos días, el Auditorio ACCIONA reunió en Madrid a algo más de 400 líderes empresariales, inversores, emprendedores y responsables públicos para hablar de tecnologías exponenciales, IA generativa, biotecnología y energía descentralizada. Singularity Summit Spain 2025, bajo el lema Beyond Future, ha querido situar a la capital como nodo visible de una conversación que hasta hace poco parecía reservada a Silicon Valley.

La keynote principal quedó en manos de Peter Diamandis, cofundador de Singularity University, con una ponencia que funcionó casi como marco conceptual de todo lo vivido en el escenario. Bajo el título Meta-Trends for the decade ahead: The future is faster than you think, Diamandis intentó condensar en poco más de una hora la idea que atraviesa su trabajo reciente: en los próximos diez años veremos tanto progreso como en los cien anteriores, y la mayoría de organizaciones no están preparadas para operar bajo esa premisa.

Su arranque fue revelador. Recordó a la audiencia que lo que cualquiera hizo “entre el desayuno y ese momento” sería percibido como un acto casi divino por sus antepasados: acceso instantáneo a información global, comunicación en tiempo real con cualquier punto del planeta, capacidad de interactuar con inteligencias artificiales avanzadas. Lo inquietante, según él, es que lo demos por hecho y solo reaccionemos cuando algo no funciona en segundos.

Singularity Summit Madrid 2025
Singularity Summit Madrid 2025

Las meta-tendencias de Diamandis: más rápido de lo que parece

Diamandis habló de metatrends, fuerzas de fondo que considera implacables y que, según su tesis, harán que entre 2025 y 2035 veamos un volumen de progreso comparable al de todo el siglo previo, de 1925 a 2025. La comparación no es trivial: hace cien años, recordaba, la electrificación y la telefonía apenas llegaban al 30 % de los hogares en Estados Unidos y menos aún en Europa.

Esa aceleración no se planteó en abstracto. En Madrid la articuló en tres grandes bloques: la emergencia de una superinteligencia digital, el despliegue masivo de robots humanoides y la expansión de la longevidad, con una década que podría llevarnos a lo que él y figuras como Ray Kurzweil describen como velocidad de escape de la longevidad. Entre cada uno de esos bloques, el programa del Summit había dado espacio a ponentes que, sin usar el mismo vocabulario, venían a poner ejemplos sectoriales de esa misma lógica exponencial.

Así, mientras Diamandis hablaba de convergencia tecnológica como motor central, la jornada ya había pasado por casos de uso muy concretos: desde la advertencia de Anne Connelly sobre el destino de Blockbuster por no pensar en curva exponencial, hasta la biotecnología alimentaria de Tiffany Vora o el debate sobre longevidad articulado por Javier Ramírez y su panel. La escena estaba servida para que las meta-tendencias actuaran como marco de lectura de todo lo escuchado antes.

Inteligencia artificial y superinteligencia: cinco palancas y una advertencia a Europa

La primera meta-tendencia fue la más esperada: IA y superinteligencia. Diamandis recordó que la idea de IA tiene casi siete décadas, pero defendió que su despegue actual se explica por cinco factores simultáneos: un salto de computación que va más allá de la Ley de Moore, la explosión de datos (cada vez más sintéticos), la mejora drástica de algoritmos, un flujo de capital sin precedentes y una masa crítica de talento que convierte la IA en capa transversal en universidades como el MIT.

La cifra que lanzó al auditorio fue elocuente: más de 1.000 millones de dólares al día entrando en iniciativas de IA, con previsiones de llegar a 3.000 millones diarios en 2029. Ese “mayor sumidero de capital de la historia”, como lo describió, no está, sin embargo, equilibrado geográficamente. Aquí la crónica se volvió incómoda para la audiencia europea: para Diamandis, Europa “está en problemas” y debe decidir si prioriza privacidad o inteligencia, citando el impacto restrictivo de GDPR en la decisión de algunas compañías de no operar en el continente.

Mientras en la sala se hablaba de regulación, la agenda del Summit había reunido a perfiles que trabajan precisamente en esa frontera: desde el análisis de algoritmos y cultura organizativa de Greg Sherwin junto a Sonsoles Galindo, hasta la visión de Ergin Kamberov sobre empresas que se convierten en sistemas inteligentes autónomos. El contraste era claro: Europa debate límites y riesgos, mientras el flujo principal de capital e infraestructura de IA se consolida en Estados Unidos y, cada vez más, en Asia.

Para el público directivo español, la advertencia se traduce en decisiones muy concretas: qué capacidades de IA se internalizan, qué datos se comparten, qué talento se atrae y qué relación se quiere tener con los grandes modelos fundacionales, que hoy se diseñan fuera del continente.

Data centers, energía y el papel de Madrid

La conversación sobre IA llevó de forma natural a un tema poco visible en los titulares pero central en el discurso de Diamandis: los data centers como nueva infraestructura crítica. Expuso cifras de consumo energético que crecen de decenas a centenares de gigavatios globales de aquí a 2030, y subrayó que Estados Unidos concentra hoy más centros de datos que el resto del mundo combinado.

España no aparece todavía en los mapas de referencia que maneja Diamandis, pero el Summit se celebraba precisamente en una comunidad que ha puesto la digitalización y la atracción de centros de datos en la agenda política, como recordó la presencia del consejero de Digitalización de la Comunidad de Madrid en el evento.

Ahí la tesis de Diamandis se cruzó con otra de las líneas del programa: la transición energética. Ignacio Juárez, de EnnoFlow Technologies, habló de redes eléctricas inteligentes y descentralizadas apoyadas en IA; Diamandis amplió la foto con ejemplos de grandes proyectos de fusión, contratos corporativos y la carrera de China por liderar todos los vectores energéticos. El mensaje implícito para Madrid fue doble: sin energía barata y limpia, la aspiración de ser polo de IA y datos queda coja; sin data centers de escala, el talento que hoy se reúne en el ACCIONA acabará ejecutando sus proyectos en otras geografías.

Robots humanoides: la nueva capa de trabajo

La segunda meta-tendencia fue la robótica, con foco en robots humanoides. Diamandis la describió como un mercado potencial equivalente a la mitad del PIB mundial, al poner precio a la sustitución o ampliación de trabajo humano mediante máquinas capaces de manipular el entorno y aprender de forma multimodal.

Su narrativa combinó casos de inversión en startups de robótica, hojas de ruta de fabricantes como Tesla o compañías chinas y una idea que repitió varias veces: “robots construyendo robots”, acelerando la curva de producción como ocurrió con los smartphones. El horizonte que dibuja para 2040, con más robots humanoides que humanos, cuestiona directamente cómo se organizan fábricas, hospitales, logística o incluso servicios domésticos.

En la sala, muchos asistentes venían de sectores que ya lidian con automatización avanzada. El Summit había ofrecido ejemplos alrededor de la economía espacial con Christianna Taylor, de la automatización alimentaria con Lauri Reuter o de la logística energética con Juárez. Diamandis conectó todos esos puntos con una pregunta más incómoda: si el coste de un robot capaz de aprender tareas complejas baja a unos pocos cientos de dólares al mes, ¿qué tareas tiene sentido seguir asignando a personas y en qué condiciones?

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Su respuesta, apoyada en una cita de Eric Schmidt que proyecta más empleo y salarios más altos en el largo plazo, confía en una expansión económica donde los humanos se apoyan en asistentes y robots para aumentar productividad. La tensión evidente, que apenas se apuntó, es el período de transición: reasignar millones de trabajadores en sistemas educativos y laborales pensados para otra época no es un proceso automático.

Longevidad: cuando la biotecnología se cruza con la IA

La tercera meta-tendencia, quizá la menos familiar para parte del público, fue la longevidad. No como promesa abstracta, sino como combinación de biotecnología, medicina de precisión e inteligencia artificial aplicada a descubrimiento de fármacos y comprensión del envejecimiento celular.

Diamandis hiló referencias a investigaciones en reprogramación epigenética, órganos cultivados en laboratorio y grandes competiciones como el XPRIZE de longevidad que él impulsa, con miles de equipos buscando extender la “healthspan”, los años de vida en buena salud. En paralelo, citó a figuras como Demis Hassabis o Dario Amodei apuntando a aceleraciones de décadas en I+D biomédica gracias a modelos de IA avanzados.

El Summit ya había preparado el terreno: Tiffany Vora había hablado de cómo la biotecnología transforma salud y alimentación, y el panel moderado por Javier Ramírez había vinculado longevidad y nutrición como palancas de progreso humano. En ese marco, la hipótesis de Diamandis de doblar la esperanza de vida en pocas décadas dejó de sonar a ciencia ficción y empezó a plantearse como escenario de planificación estratégica: qué significa gestionar empresas, sistemas de pensiones o carreras profesionales cuando los empleados pueden trabajar, si lo desean, 60 o 70 años.

Para España, con una de las poblaciones más envejecidas del mundo y un sistema sanitario tensionado, la longevidad que describe Diamandis no es solo una promesa, también una pregunta sobre quién tendrá acceso a estas tecnologías, cómo se financiarán y qué papel puede jugar el ecosistema biomédico local.

Gonzalo Ortiz, de Singularity Spain
Gonzalo Ortiz, de Singularity Spain

Mindset y propósito: la pieza que el Summit quiso dejar en Madrid

Más allá de las cifras, Diamandis cerró con una idea que conectó bien con el tono general del Summit: en un mundo de IA ubicua, robots baratos y medicina acelerada, la ventaja diferencial pasa por hacer mejores preguntas y tener un propósito claro. Animó a los asistentes a definir su “Massive Transformative Purpose” y a incorporar la IA como miembro permanente del comité de dirección, no solo como herramienta táctica.

Esa llamada a un liderazgo más consciente enlazó con el mensaje de Gonzalo Ortiz, de Singularity Spain, sobre la necesidad de conectar talento, empresas y gobiernos para generar impacto duradero, y con el formato híbrido del evento, que combinó presencia física e interacción virtual para ampliar la comunidad más allá de Madrid.

La escena final, con Diamandis recordando que “los próximos cinco años van a definir los próximos cien”, dejó una sensación ambivalente en el auditorio. Por un lado, la oportunidad de que Madrid consolide su posición como polo europeo de tecnologías exponenciales. Por otro, la presión de pasar del discurso a las decisiones: dónde se instalan los data centers, qué margen tiene España dentro del marco regulatorio europeo y qué apuestas concretas harán las empresas presentes para no quedarse viendo, desde la grada, cómo el futuro se acelera en otra parte.

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