La colaboración anunciada por Visa y Amazon Web Services marca un movimiento relevante en la carrera por definir cómo funcionará el agentic commerce, un modelo en el que los agentes de inteligencia artificial ejecutan decisiones transaccionales con autonomía y bajo condiciones de seguridad verificable.
La incorporación de Visa Intelligent Commerce en AWS Marketplace, acompañada del despliegue de blueprints públicos en Amazon Bedrock AgentCore, apunta a un intento conjunto de fijar estándares operativos antes de que estas prácticas se masifiquen en sectores como el comercio, los viajes o los servicios financieros. En palabras de Rubail Birwadker, responsable global de Growth en Visa, “el agentic commerce necesita confianza para pasar de la intención a la acción; Visa Intelligent Commerce está diseñada para ser esa capa de confianza”.
El acuerdo refleja una tendencia que lleva meses ganando tracción: la necesidad de crear infraestructuras comunes para agentes capaces de razonar, actuar y transaccionar sin intervención humana constante. Según declaraciones de ambas compañías, la alianza busca que desarrolladores y empresas integren funciones críticas como autenticación, tokenización o captura de intención del usuario sin reconstruirlas desde cero. Para la industria española, donde la adopción de sistemas autónomos avanza de forma fragmentada, este enfoque podría reducir el coste de entrada para nuevos servicios basados en agentes.
La decisión de listar Visa Intelligent Commerce en AWS Marketplace pretende facilitar ese acceso. La plataforma concentra herramientas de pago diseñadas para agentes que operan en múltiples redes y contextos: autenticación reforzada, tokenización específica para entornos agenticos, personalización basada en datos y análisis de intención. Aunque la oferta pueda parecer técnica, tiene consecuencias directas en modelos de negocio que dependen de automatizar tareas complejas, desde un proceso de compra recurrente hasta la reserva dinámica de servicios de viaje con múltiples proveedores.
En paralelo, AWS y Visa publicarán blueprints abiertos en el repositorio de Amazon Bedrock AgentCore. Estos documentos no son simples guías; funcionan como arquitecturas ejecutables que describen cómo deben coordinarse los agentes, cómo se gestionan las identidades, qué flujo de memoria pueden usar o cómo se supervisa su comportamiento. David Richardson, vicepresidente de AgentCore en AWS, lo resume así: “hoy el comercio está fragmentado entre múltiples sistemas; con Visa Intelligent Commerce y Amazon Bedrock AgentCore los agentes pueden comunicarse de forma segura y autónoma”.
La idea de un workflow agentico capaz de operar en múltiples sistemas no es nueva, aunque en la práctica ha chocado con integraciones costosas y complejidad operativa. Lo que se plantea ahora se acerca más a un tejido común para el comercio digital, donde un agente de viajes puede coordinar búsquedas, comparar opciones, reservar vuelos y alojamientos, gestionar vehículos de alquiler y confirmar el pago con un módulo estandarizado conectado al MCP Server de Visa. Esa estructura intenta reducir los puntos de fricción para quienes desarrollan servicios y, al mismo tiempo, ofrece garantías para quienes procesan pagos o manipulan datos sensibles.
AWS presenta AgentCore como un marco que incorpora identidad, runtime, gateway, memoria y observabilidad, lo que convierte al sistema en un espacio donde los agentes pueden operar con trazabilidad. La trazabilidad, en realidad, se ha convertido en un requisito regulatorio implícito: desde el despliegue de la IA generativa hasta la automatización financiera, la capacidad de explicar qué hizo un agente, cuándo y con qué datos es ya un factor crítico en la gobernanza tecnológica. El papel de Visa en este esquema, como proveedor de un “trust layer”, se alinea con la demanda de pagos tokenizados y redes interoperables en entornos donde el usuario no interviene de forma directa en cada decisión.
Los blueprints buscan ir más allá de los escenarios típicos de compra o reserva. AWS y Visa señalan que incorporarán casos de uso B2B y entornos no dependientes de una única red de pago. Ese punto no es menor. Las operaciones entre empresas suelen requerir conciliación automática, integración con ERP, CRM o sistemas bancarios, y una sincronización que históricamente depende de procesos manuales o de integraciones a medida. Un agente diseñado para gestionar pagos a proveedores, revisar facturas pendientes y coordinar la información con sistemas contables podría reducir tiempos de procesamiento y, en algunos casos, anticipar anomalías o duplicidades.
Las compañías participantes en la fase inicial del diseño de estos blueprints ofrecen pistas sobre el alcance del proyecto. Expedia Group, por ejemplo, subraya que la arquitectura agentica podría simplificar la cadena completa del viaje. Como explica Karen Bolda, responsable de producto y tecnología B2B, “podemos conectar exploración, reserva y pago en experiencias donde todo fluye a través de agentes para simplificar el viaje global”. Desde Eurostars Hotel Company, su directora corporativa Marina López afirma que “en un sector que evoluciona rápido, dar este paso permite avanzar hacia una hospitalidad conectada, donde reservas, servicios y pagos fluyen de forma inteligente”.
Intuit, por su parte, aporta una lectura distinta centrada en la gestión financiera personal y empresarial. Saurav Sharma, vicepresidente de producto, resume la colaboración diciendo que servirá para “construir experiencias hechas por ti, que ayuden a tomar decisiones financieras más rápidas y durante todo el año, no solo en época fiscal”. La combinación entre su inteligencia financiera, las capacidades agenticas de AWS y los pagos tokenizados de Visa abre la puerta a procesos financieros continuos sin intervención explícita del usuario. Manejo de gastos, estimaciones fiscales, conciliación diaria o decisiones de ahorro automatizadas forman parte de un repertorio que tradicionalmente se activa a final de mes o durante la campaña fiscal. La automatización continua altera ese calendario, aunque introduce desafíos relacionados con la transparencia de decisiones delegadas en agentes.
Visa insiste en que el agentic commerce requiere un nivel de confianza superior. La afirmación parece obvia, pero señala el punto más debatido en el sector: cómo asegurar que un agente actuará siguiendo los límites establecidos por el usuario, especialmente cuando maneja información sensible o ejecuta transacciones de importe variable. El uso de tokenización específica, autenticación reforzada y controles de intención podría mitigar una parte del riesgo, aunque surgen dudas sobre qué ocurre cuando los agentes interactúan con múltiples redes de pago o influyen en decisiones de compra que no están completamente determinadas.
AWS coincide en la necesidad de unificar procesos fragmentados. Su argumento, expresado por Richardson, apunta a que el comercio digital actual opera entre sistemas que no se comunican entre sí, lo que genera latencias y duplicidades. Estandarizar la integración mediante blueprints busca reducir esa fragmentación. El atractivo para los desarrolladores es evidente: menos tiempo en integración y más en lógica de negocio. Sin embargo, ese planteamiento podría generar dependencia de infraestructuras cloud y de redes de pago específicas, un aspecto que previsiblemente será objeto de debate entre empresas europeas preocupadas por la portabilidad.
El ejemplo práctico que ofrece Visa, un agente configurado para comprar entradas de baloncesto cuando bajen de un umbral determinado, ilustra un uso cotidiano de estas capacidades. Pero la magnitud real del cambio aparece en escenarios donde múltiples decisiones encadenadas se ejecutan sin intervención humana. Si se cumplen las expectativas, el agente no solo compraría entradas, sino que evaluaría proveedores, optimizaría pagos, gestionaría notificaciones, aplicaría programas de fidelización y ejecutaría la conciliación posterior. Ese nivel de automatización plantea preguntas sobre la regulación, los límites de responsabilidad y la protección del usuario final.
En Europa, donde los marcos regulatorios como PSD2 o el futuro esquema de pagos digitales mantienen un foco estricto en la seguridad y la gobernanza, el despliegue de estos sistemas podría requerir adaptaciones. La introducción de agentes autónomos en el circuito de pago no encaja de forma directa en los requisitos actuales de autenticación fuerte del cliente o en las obligaciones de supervisión de transacciones. No obstante, podría fortalecer el cumplimiento si los agentes integran verificaciones continuas y mecanismos de trazabilidad más exhaustivos que los procesos manuales.
Para el ecosistema tecnológico español, la alianza ofrece oportunidades tangibles. Empresas de turismo, comercio electrónico, fintech o software pueden experimentar con arquitecturas agenticas sin asumir el coste de diseñarlas desde cero. Aunque el despliegue masivo llevará tiempo, la disponibilidad de componentes estandarizados reduce barreras y favorece la creación de servicios que operan en tiempo real, un factor que empieza a ser crucial en negocios donde el margen depende de la velocidad de decisión.
A medida que los agentes se extiendan, surgirán discusiones sobre interoperabilidad, control de datos y resiliencia. La colaboración entre Visa y AWS no resuelve esos debates, aunque acelera una dirección concreta: la creación de una capa común para un comercio donde la intervención humana será más selectiva y menos continua. Las compañías apuestan por sistemas donde las transacciones se producen en función de reglas dinámicas y contexto. El ritmo al que esta visión se transforme en práctica dependerá de la confianza que generen los primeros casos de uso y de la capacidad de las empresas para adaptar sus sistemas heredados.
