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Impacto de la inteligencia artificial en el empleo, según Bosch

Impacto de la inteligencia artificial en el empleo, según Bosch

  • Bosch identifica cinco tendencias que redefinen el trabajo con inteligencia artificial en España, como la hiperpersonalización y el uso de datos sintéticos.
IA agéntica

La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado en los procesos productivos españoles: el 61 % de los empleados utiliza ya alguna herramienta basada en IA en su jornada, mientras seis de cada diez temen un impacto adverso sobre la estabilidad de su puesto de trabajo, según el estudio  Bosch Tech Compass 2024 . Este nivel de adopción contrasta con la penetración empresarial: solo el 11,4 % de las compañías de diez o más trabajadores declara usar sistemas de IA, de acuerdo con el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).

El análisis de Bosch identifica cinco fenómenos que ya están reconfigurando las tareas cotidianas y la gestión del talento. A partir de estas claves se dibuja un horizonte en el que la automatización se complementa con supervisión humana especializada, mientras la regulación española y europea avanza para asegurar la fiabilidad de los algoritmos.

Hiperpersonalización y entornos híbridos

La primera tendencia es la hiperpersonalización combinada con la interacción hombre-máquina en escenarios mixtos. Sistemas de visión artificial y sensores permiten que un robot colaborativo reconozca al operario que lo maneja y ajuste en tiempo real parámetros como velocidad o altura de trabajo.

En entornos de selección de personal, experiencias inmersivas mediante realidad virtual replican entrevistas para evaluar competencias transversales en un marco seguro y repetible. Según Bosch, la adaptación al comportamiento individual acelera la curva de aprendizaje y reduce incidencias sin incurrir en paradas de producción prolongadas.

Entrenamiento con datos sintéticos

Otra pieza clave es la generación de datos sintéticos. Las arquitecturas generativas fabrican millones de registros artificiales, preservando patrones estadísticos sin exponer información sensible. Con esta técnica es posible entrenar algoritmos de visión para detectar fallos en líneas de ensamblaje o simular flujos de clientes antes de modificar la distribución de una tienda. La simulación reduce costes de prototipado físico y rebaja riesgos regulatorios en materia de privacidad al no depender de bases reales identificables.

Preguntas de calidad y supervisión humana

El acceso masivo a modelos de lenguaje exige formulación de preguntas precisas y una lectura crítica del resultado. La capacidad de evaluar la idoneidad de una respuesta, descartar sesgos y contrastar fuentes se convierte en un nuevo indicador de desempeño profesional. Juan Antonio Relaño, director de Sistemas de Información de Bosch en España, apunta que «la IA no va a acabar con el empleo, sino a dignificarlo al democratizar el conocimiento». La afirmación subraya la necesidad de perfiles con criterio experto para supervisar decisiones automatizadas, especialmente cuando los sistemas afectan a seguridad operativa o reputación corporativa.

Democratización de la asistencia

La IA extiende el apoyo técnico más allá de los cargos directivos. Herramientas de copiloto de código, asistentes de mantenimiento predictivo o paneles de analítica permiten que cualquier empleado disponga de recomendaciones inmediatas de mejora. El resultado es una reducción de la dependencia respecto a núcleos especializados y una redistribución del tiempo hacia tareas de mayor valor añadido. La ONTSI constata, sin embargo, que solo el 25 % de los trabajadores ha recibido formación específica en IA, lo que supone un reto de capacitación urgente.

Futuro laboral multidisciplinar

La última clave reside en la convergencia de disciplinas. Filólogos que refinan prompts, psicólogas que testean la ergonomía virtual o abogadas que interpretan el Reglamento Europeo de IA integran equipos con ingenieros de datos y especialistas en aprendizaje automático. El cruce de competencias amplía la base de talento disponible y atenúa el déficit crónico de especialistas puramente técnicos. Para las organizaciones supone revaluar criterios de selección y diseñar trayectorias profesionales híbridas.

Regulación y gobierno de la IA en España

El despliegue de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), operativo desde 2024, refuerza el escrutinio sobre sistemas de alto riesgo y acompaña a pymes en la implantación responsable de algoritmos.

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Esta estructura se alinea con el Reglamento Europeo de IA, que introduce niveles de riesgo y obligaciones de transparencia. La convergencia normativa impulsa la demanda de auditorías técnicas y perfiles de cumplimiento, abriendo un nicho de mercado adicional en ciberseguridad y derecho tecnológico.

Formación y mercado de trabajo

La escasez de capacitación se refleja en la cifra de profesionales que solicitan programas de reciclaje: el 78 % de los trabajadores españoles prevé formarse en IA durante los próximos doce meses. Las universidades públicas han respondido con másteres en ciencia de datos aplicados a industrias concretas, mientras los centros de formación profesional incorporan módulos de programación de robots colaborativos. En paralelo, los convenios colectivos empiezan a introducir cláusulas sobre uso responsable de datos y evaluación algorítmica de desempeño.

Escenario inmediato para las empresas

El sector empresarial se enfrenta a un doble desafío. Por un lado, integrar algoritmos que mejoren la productividad sin caer en dependencias opacas; por otro, garantizar que la plantilla desarrolla competencias analíticas y éticas suficientes para supervisar los sistemas. La experiencia de Bosch —presente en España desde 1908 y con 7 900 empleados— muestra que la IA ya no es un proyecto piloto, sino una capa transversal que condiciona decisiones estratégicas en movilidad, energía o consumo.

A corto plazo, las compañías que adopten un enfoque gradual —seleccionando procesos repetitivos, validando datos sintéticos y reforzando la formación— obtendrán retornos medibles en eficiencia. La regulación emergente y la supervisión de la AESIA aportan un marco común que penalizará prácticas de alto riesgo sin controles adecuados.

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