En un entorno marcado por la incertidumbre económica y la transformación digital, las pequeñas y medianas empresas españolas proyectan un futuro con más clientes, más ingresos y mayor presencia online. Según el estudio Realidad de la micropyme española: evolución y perspectivas para 2030 ’, elaborado por Beedigital, la mitad de las pymes espera aumentar su facturación y cartera de clientes en 2026, y más del 60% prevé incrementar su inversión en marketing digital en los próximos cinco años.
El informe, presentado este septiembre, recoge las respuestas de miles de pequeños empresarios que han atravesado un periodo especialmente complejo desde 2020. Uno de cada cuatro llegó a plantearse el cierre. Sin embargo, el 80% confía en seguir operando al menos hasta 2028. La resiliencia, en este caso, no es una consigna sino una estadística: el 45% ha ganado cuota de clientes desde la pandemia y tres de cada diez han ampliado plantilla.
El peso de estas empresas en la economía familiar es difícil de ignorar. El 44% de los encuestados afirma que su pyme es la única fuente de ingresos del hogar. En el 88% de los casos, supone al menos la mitad. Este dato no solo refleja la dependencia económica de muchas familias respecto a sus negocios, sino también la fragilidad estructural de un tejido empresarial que, aunque atomizado, sostiene buena parte del empleo y el consumo local.
No obstante, las amenazas persisten. La posible caída de ventas preocupa al 51% de los empresarios, seguida de cerca por el aumento de costes laborales y de suministros, ambos con un 49%. También aparecen en el radar los precios de los proveedores (47%), los ciberataques (38%) y la dificultad para encontrar talento (38%). La lista no es nueva, pero sí persistente.
En este contexto, el marketing digital ha dejado de ser una opción para convertirse en una herramienta de supervivencia. El 42% de las pymes prevé aumentar su inversión en este ámbito en 2026, con un crecimiento medio del 20%. La tendencia se intensifica a medio plazo: el 55% lo hará en los próximos tres años, y el 61% en los próximos cinco, con incrementos medios del 23% y 27% respectivamente.
La estrategia digital se centra, sobre todo, en mejorar la visibilidad online. Cuatro de cada diez empresas han reforzado su presencia en buscadores, redes sociales y páginas web. No se trata solo de captar nuevos clientes, sino de mantener una comunicación más directa y eficaz con los actuales. La web actualizada y la actividad en redes ya no son un añadido, sino un mínimo operativo.
“Lo que vemos es que la tecnología y la innovación han servido para convertir retos en oportunidades”, señala Carmen San Emeterio, directora comercial y de marketing de Beedigital. “La digitalización ha permitido modelos de trabajo más eficientes y ha impulsado las ventas de muchas pymes”.
El modelo de Marketing-as-a-Service, que combina automatización, inteligencia artificial y soporte humano, busca precisamente eso: reducir la complejidad operativa para negocios que no cuentan con departamentos internos de marketing. La promesa no es solo técnica, sino también de accesibilidad: planes flexibles, adaptados a cada etapa del negocio.
Aunque el estudio no aborda en profundidad el impacto de la regulación digital o los cambios fiscales que podrían afectar a las pymes en los próximos años, sí deja entrever una transformación estructural. La digitalización ya no es un proyecto a largo plazo, sino una necesidad inmediata. Y en ese tránsito, el marketing digital se perfila como uno de los pocos terrenos donde las pequeñas empresas pueden competir en igualdad de condiciones.
La pregunta, sin embargo, es si esta evolución será suficiente para contrarrestar los riesgos sistémicos que enfrentan. Porque mientras las previsiones apuntan al crecimiento, los márgenes siguen siendo estrechos y la dependencia de factores externos, elevada. La capacidad de adaptación, que hasta ahora ha sido una ventaja, podría convertirse también en un límite si no va acompañada de políticas públicas, financiación accesible y formación especializada.
A medida que se acerca 2030, las pymes españolas parecen dispuestas a seguir apostando por su digitalización. Pero el verdadero reto no será solo tecnológico, sino estructural: cómo sostener ese impulso en un entorno cada vez más competitivo, volátil y exigente.
