La industria nuclear europea ha comenzado a explorar el uso de robots humanoides inteligentes en entornos operativos reales. Orano y Capgemini han desplegado a Hoxo, un robot con capacidades avanzadas de percepción, navegación y ejecución técnica, en las instalaciones de formación técnica de Orano Melox, en la región francesa de Gard. Se trata del primer ensayo de este tipo en el sector, y aunque aún se encuentra en fase de pruebas, plantea implicaciones técnicas y organizativas de calado.
El proyecto se enmarca en una colaboración entre Orano, especializada en el ciclo de los materiales nucleares, y Capgemini, consultora tecnológica con foco en inteligencia artificial y automatización industrial. Según explicaron ambas compañías, Hoxo está diseñado para replicar movimientos humanos y operar junto a los equipos en zonas de intervención complejas, como las que caracterizan a las instalaciones nucleares.
Durante los próximos cuatro meses, el robot será evaluado en distintos escenarios de uso. La fase de pruebas se centrará en validar su capacidad para asistir a los operarios en tareas técnicas, así como su comportamiento en entornos dinámicos. El objetivo declarado es doble: mejorar la seguridad de las operaciones y aumentar la eficiencia industrial mediante una plataforma robótica escalable.
Según Arnaud Capdepon, director de Orano Melox, el despliegue de Hoxo “abre nuevas perspectivas” al combinar una solución robótica inteligente con la experiencia de los equipos humanos. La declaración apunta a una posible integración progresiva de este tipo de sistemas en procesos industriales sensibles, aunque por ahora no se ha concretado una hoja de ruta más allá del piloto actual.
En paralelo, Pascal Brier, director de innovación de Capgemini, subrayó que el proyecto es resultado de la convergencia entre robótica, IA, visión artificial y gemelos digitales. La empresa ha desarrollado el sistema desde su Laboratorio de Robótica y Experiencias de IA, un entorno que combina investigación aplicada y desarrollo industrial. La referencia a los gemelos digitales sugiere que Hoxo podría operar en sincronía con simulaciones virtuales de los entornos físicos, una técnica que gana tracción en sectores industriales complejos.
Aunque el uso de robots en entornos nucleares no es nuevo —existen precedentes en tareas de inspección o descontaminación—, la introducción de un humanoide con IA integrada representa un cambio de escala. A diferencia de los brazos robóticos o los vehículos autónomos tradicionales, Hoxo está diseñado para interactuar de forma más natural con los humanos y adaptarse a tareas variables. Esa flexibilidad, sin embargo, plantea desafíos técnicos y regulatorios aún por resolver.
Uno de los puntos críticos será la validación de seguridad. Las instalaciones nucleares están sujetas a normativas estrictas en materia de protección radiológica, ciberseguridad y fiabilidad operativa. La introducción de sistemas autónomos con capacidad de decisión exige nuevos protocolos de supervisión y control. Por ahora, el despliegue de Hoxo se limita a un entorno formativo, lo que permite evaluar su rendimiento sin interferir en operaciones reales.
El concepto de IA física, que Capgemini destaca como eje del proyecto, alude a la integración de inteligencia artificial en dispositivos robóticos que interactúan con el mundo físico. Esta aproximación contrasta con los sistemas puramente digitales y plantea un nuevo tipo de interfaz entre software y hardware. En sectores como el nuclear, donde la intervención humana directa puede ser limitada o peligrosa, esta convergencia podría redefinir los modelos operativos.
No obstante, la adopción a gran escala de robots humanoides en la industria nuclear sigue siendo una hipótesis. Más allá de las capacidades técnicas, su despliegue dependerá de factores como el coste, la interoperabilidad con los sistemas existentes y la aceptación por parte de los operarios. En este sentido, el piloto de Orano y Capgemini funciona también como experimento organizativo: cómo integrar una máquina con forma humana en equipos de trabajo reales.
El lugar elegido para el despliegue, la École des Métiers de Orano, funciona desde 2018 como centro de formación técnica para el personal del grupo. Su uso como banco de pruebas permite observar el comportamiento del robot en condiciones controladas, pero con una aproximación práctica. Según la información facilitada por Orano, el centro reproduce entornos industriales reales y permite simular tareas operativas con un alto grado de realismo.
El desarrollo de Hoxo se inscribe en una tendencia más amplia de automatización avanzada en sectores críticos. En los últimos años, empresas del ámbito energético, aeroespacial o sanitario han comenzado a explorar soluciones robóticas con IA para tareas de inspección, mantenimiento o asistencia remota. Sin embargo, la entrada en el sector nuclear introduce una capa adicional de complejidad, tanto técnica como simbólica.
En Europa, la regulación sobre el uso de IA en entornos industriales está en proceso de definición. El Reglamento de Inteligencia Artificial de la UE, aún en fase de tramitación, podría establecer requisitos específicos para sistemas de alto riesgo, entre los que se incluirían aplicaciones en infraestructuras críticas. Aunque el texto definitivo aún no se ha aprobado, su impacto sobre proyectos como Hoxo será significativo.
Por ahora, el piloto en Melox servirá como termómetro. Si las pruebas validan la utilidad del robot en tareas concretas, es posible que veamos una expansión progresiva de este tipo de soluciones en otras instalaciones del grupo Orano o incluso en otros operadores del sector. Pero el ritmo dependerá tanto de los resultados técnicos como de la evolución del marco regulatorio y la aceptación social de estas tecnologías.