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La IA mejora la productividad individual pero debilita el trabajo en equipo

La IA mejora la productividad individual pero debilita el trabajo en equipo

  • El uso de IA en el trabajo ha duplicado su frecuencia diaria, pero su impacto en la eficiencia organizativa sigue siendo limitado, según un estudio de Atlassian.
Atlassian

La inteligencia artificial se ha instalado con fuerza en el día a día laboral, pero su impacto no es tan lineal como a menudo se presenta. Según un estudio publicado por Atlassian, el uso diario de herramientas de IA en el trabajo se ha duplicado en el último año, alcanzando un promedio de 1,3 horas por empleado al día. Esta adopción ha impulsado la productividad individual —un 33% más, según los propios trabajadores—, pero ha generado nuevas tensiones en la dinámica de los equipos.

La paradoja es clara: mientras las personas avanzan más rápido gracias a la IA, los equipos parecen más descoordinados. El 51% de los empleados prefiere consultar a una herramienta de IA antes que preguntar a un compañero. Esta preferencia no solo refleja un cambio en los hábitos de trabajo, sino también una desconexión creciente entre miembros de un mismo equipo. De hecho, solo el 3% de las compañías encuestadas afirma haber experimentado una mejora significativa en su eficiencia organizativa.

El informe de Atlassian, que analiza cómo la IA está reconfigurando la colaboración en las empresas, apunta a un fenómeno de fragmentación. Aunque el 74% de los empleados percibe que sus superiores fomentan activamente el uso de la IA —un aumento de 14 puntos respecto al año anterior—, la proliferación de herramientas no ha resuelto los problemas estructurales de coordinación. Al contrario, en muchos casos los ha amplificado. “Los silos persisten, las decisiones están fragmentadas y el exceso de herramientas de IA aumenta la confusión”, señala el estudio.

Esta situación se traduce en efectos concretos. El 37% de los ejecutivos reconoce que la IA ha provocado confusión o pérdida de tiempo en sus equipos. Además, las organizaciones centradas exclusivamente en la productividad individual tienen un 16% menos de probabilidades de avanzar en innovación. La eficiencia personal, sin una estrategia colectiva clara, puede derivar en un entorno de trabajo más caótico.

Avani Prabhakar, Chief People Officer en Atlassian, lo resume así: “En lugar de utilizar la IA solo para tachar tareas individuales, debemos emplearla para acercar a los equipos, compartir conocimiento y generar nuevas ideas. Es entonces cuando se convierte en una herramienta transformadora”.

El estudio también revela una brecha entre las expectativas de los líderes y la realidad operativa. El 82% de los directores de marketing cree que sus equipos usan la IA para crear contenido, pero solo el 56% de los empleados lo confirma. Esta discrepancia no es menor: señala una falta de visibilidad sobre cómo se integra realmente la IA en los flujos de trabajo.

Pese a ello, el optimismo entre los altos ejecutivos persiste. Son 5,6 veces más propensos a creer que la IA ayuda a resolver problemas complejos, aunque solo el 4% confía en que pueda abordar desafíos imposibles. Esta diferencia entre percepción y capacidad real sugiere que la narrativa sobre la IA aún está en construcción dentro de muchas organizaciones.

El acceso a datos adecuados sigue siendo una barrera. El 79% de los empleados afirma que usaría más la IA si tuviera acceso a la información necesaria. Este punto es clave: sin una infraestructura de datos sólida y compartida, las herramientas de IA operan en compartimentos estancos, limitando su impacto.

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En cuanto al futuro del empleo, el estudio no anticipa una destrucción masiva de puestos. Solo el 10% de los ejecutivos espera una pérdida significativa de empleos, mientras que el 34% cree que la IA permitirá a los equipos centrarse en tareas más estratégicas o creativas. El 29% prevé la desaparición de funciones rutinarias, pero también la aparición de nuevos roles.

Sin embargo, la adopción de la IA aún no se refleja en los sistemas de reconocimiento interno. Solo el 10% de los ejecutivos afirma que su uso influye en sus objetivos o retribución. Y aunque el 52% señala que se espera que promuevan su uso, esta expectativa no se traduce en incentivos tangibles.

La cuestión de fondo no es tecnológica, sino organizativa. Según Atlassian, centrarse únicamente en la productividad individual podría costar a las empresas de la lista Fortune 500 hasta 98.000 millones de dólares anuales. La clave no está en sumar más herramientas, sino en diseñar un marco que conecte equipos, proyectos y conocimiento.

En este sentido, la IA no es una solución automática. Su impacto depende de cómo se integre en la cultura de trabajo, en los procesos y en la estructura de colaboración. La transformación, si llega, no será por acumulación tecnológica, sino por una redefinición del trabajo en equipo.

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