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La adopción de la IA y el bienestar digital varían entre países y generaciones, según un informe de la OCDE y Cisco

La adopción de la IA y el bienestar digital varían entre países y generaciones, según un informe de la OCDE y Cisco

  • Un informe de la OCDE y Cisco revela fuertes diferencias en adopción de la IA y bienestar digital entre países y generaciones, con mayor uso en economías emergentes.
La adopción de la IA y el bienestar digital

La inteligencia artificial generativa se ha integrado en la vida cotidiana con una rapidez poco habitual incluso para los estándares tecnológicos de la última década. Sin embargo, detrás de los indicadores globales de adopción se dibuja un mapa mucho más desigual, marcado por diferencias geográficas, generacionales y de bienestar.

Un informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) junto a Cisco apunta precisamente a esa fractura: quién utiliza la IA, cómo lo hace y con qué consecuencias personales y sociales.

El estudio se apoya en los datos del Centro de Bienestar Digital impulsado por ambas organizaciones, una iniciativa que analiza la relación entre el uso intensivo de la tecnología, los beneficios económicos asociados y los riesgos para la salud y la satisfacción vital. Más allá del entusiasmo generalizado en torno a la IA generativa, el informe sugiere que el debate no puede limitarse a la velocidad de adopción, sino que debe incorporar variables como la confianza, la formación y el impacto emocional del entorno digital.

Uno de los hallazgos más llamativos es el papel de las economías emergentes. Países como India, Brasil, México o Sudáfrica encabezan las tasas globales de uso de IA generativa, con niveles de adopción y confianza superiores a los registrados en buena parte de Europa. El dato rompe con una tendencia histórica en la que la incorporación de nuevas tecnologías solía producirse antes en los países más desarrollados. En este caso, la IA parece haber encontrado en los mercados emergentes un terreno especialmente fértil, impulsado por una población joven, una fuerte penetración del móvil y expectativas claras de mejora económica y laboral.

Este liderazgo, sin embargo, no está exento de ambigüedades. El mismo informe señala que estos países concentran también el mayor tiempo de uso recreativo de pantallas y una mayor dependencia de las relaciones exclusivamente digitales. En términos de bienestar, los encuestados de estas regiones muestran altibajos emocionales más acusados y una correlación más clara entre consumo digital intensivo y menor satisfacción vital. A escala global, superar las cinco horas diarias de uso recreativo de pantallas se asocia con un descenso del bienestar percibido, una relación que se acentúa entre los jóvenes.

La variable generacional atraviesa todo el análisis. Los menores de 35 años aparecen como el grupo más intensivo en el uso de tecnologías digitales y de IA generativa. Más de la mitad declara utilizar activamente estas herramientas, más del 75% considera que son útiles y cerca de la mitad, en el tramo de 26 a 35 años, ha completado algún tipo de formación relacionada con IA. Además, una proporción significativa afirma que la mayor parte de sus interacciones sociales se desarrollan en entornos digitales, un cambio que redefine tanto las dinámicas laborales como las personales.

En contraste, los mayores de 45 años mantienen una relación más distante con la IA. Más de la mitad reconoce no utilizarla en absoluto y, entre los mayores de 55 años, es frecuente la respuesta de “no lo sé” cuando se les pregunta por su nivel de confianza en estas tecnologías. El informe interpreta esta indefinición menos como un rechazo explícito y más como una falta de familiaridad, una brecha de conocimiento que puede tener consecuencias directas en la empleabilidad y en la percepción de riesgo.

Estas diferencias se reflejan también en las expectativas sobre el impacto de la adopción de la IA en el empleo. Los jóvenes y los residentes en economías emergentes anticipan cambios más profundos en el mercado laboral, mientras que los grupos de mayor edad muestran una visión más incierta o distante. El informe no concluye que una percepción sea más acertada que otra, pero sí subraya que la falta de información y formación tiende a amplificar la desconfianza.

Desde la perspectiva corporativa, el análisis se vincula a los programas de capacitación impulsados por Cisco a través de su Oficina de Impacto Digital. Iniciativas como Networking Academy o Country Digital Acceleration, conocido en España como Digitaliza, buscan ampliar el acceso a competencias digitales y de IA.

Según Guy Diedrich, vicepresidente sénior y director de Innovación Global de Cisco, el desafío no es únicamente tecnológico, sino social. “Empoderar a las economías emergentes con habilidades en IA no es sólo una cuestión de tecnología, sino de liberar el potencial de cada individuo para que pueda forjar su futuro”, señala.

Diedrich insiste en que la adopción de la IA en la vida cotidiana y en el trabajo exige principios claros de diseño responsable, con énfasis en transparencia, equidad y privacidad. Aunque el informe evita posicionamientos normativos explícitos, sí deja entrever una tensión recurrente: la misma tecnología que promete eficiencia y nuevas oportunidades puede amplificar desigualdades si no se acompaña de políticas de alfabetización digital y bienestar.

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La experiencia interna de Cisco se presenta como un ejemplo de esa estrategia. La compañía afirma haber formado ya a 26.000 empleados en IA y participa como miembro fundador del AI Workforce Consortium, un grupo de empresas orientado a preparar a la fuerza laboral para los cambios derivados de estas tecnologías en los sectores de las TIC. Aun así, el propio informe advierte de que la formación corporativa, por sí sola, no resuelve las brechas generacionales y geográficas detectadas en la población general.

El concepto de “bienestar digital” emerge así como un eje central. No se trata únicamente de limitar el tiempo de pantalla, sino de entender cómo se integran las herramientas digitales en la vida diaria, qué tipo de relaciones fomentan y qué impacto tienen en la salud mental. El estudio sugiere que el uso intensivo de la tecnología, cuando no está equilibrado con interacciones presenciales y descansos adecuados, puede erosionar la satisfacción vital, especialmente entre los jóvenes.

Al mismo tiempo, el informe evita una lectura simplista que contraponga adopción tecnológica y bienestar. Reconoce que la IA puede mejorar la productividad, facilitar el aprendizaje y ampliar oportunidades laborales, siempre que su uso esté acompañado de competencias adecuadas y de un marco de confianza. La cuestión, por tanto, no es si la IA debe adoptarse, sino en qué condiciones y con qué apoyos.

El análisis concluye con un llamamiento implícito a gobiernos, empresas y ciudadanos para abordar de forma coordinada la brecha de competencias digitales. La alfabetización en IA, señala el informe, no debería limitarse a las generaciones más jóvenes ni a los mercados con mayor dinamismo tecnológico. De lo contrario, la llamada “generación de la IA” corre el riesgo de convertirse en un concepto excluyente, definido más por la edad o el lugar de nacimiento que por el acceso real a las oportunidades digitales.

En un contexto de adopción acelerada y debates regulatorios aún abiertos, el informe de la OCDE y Cisco deja una pregunta en suspenso: si la velocidad de implantación de la IA seguirá marcando la agenda o si, por el contrario, el bienestar digital acabará convirtiéndose en el indicador clave para medir su verdadero impacto social.

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