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España llega al cierre de 2025 con uno de los ecosistemas de conectividad más avanzados de Europa, pero también con un horizonte que exige decisiones rápidas, inversiones sostenidas y una regulación más coherente con el ritmo tecnológico. Esta tensión entre logros acumulados y nuevos desafíos fue la columna vertebral de la jornada Futuro Conectado de España: Innovación, Regulación y Salud , organizada por DigitalES y el COIT en Madrid. El encuentro reunió a operadores, fabricantes, empresas de infraestructuras, administración pública y expertos en salud y radiofrecuencia para analizar cómo debe configurarse la conectividad de aquí a 2030.
Aunque la jornada abordó aspectos técnicos, regulatorios y sociales, el eje central fue la presentación del avance del Informe sobre el Futuro de la Conectividad en España, un trabajo colectivo en el que participan compañías de red, fabricantes, colegios profesionales y consultoras. Ese avance, junto con los debates sectoriales, dibuja un mapa detallado de las oportunidades y riesgos que definirán la conectividad española en la próxima década.

España, entre el liderazgo europeo y el riesgo de perder velocidad
En la apertura del encuentro, tanto Miguel Sánchez Galindo, director general de DigitalES, como Marta Balenciaga, decana-presidenta del COIT, coincidieron en que España mantiene un liderazgo europeo sólido en conectividad fija y móvil. El país ha construido una infraestructura ejemplar, con más del 95 por ciento de cobertura de fibra frente al 82 por ciento de la UE, y con una disponibilidad de 5G general que ronda el 96 por ciento.
Sin embargo, el escenario se vuelve más complejo cuando se analizan las infraestructuras de última generación. El 5G Standalone apenas supera el 56 por ciento de cobertura. Su adopción es crítica, porque es la arquitectura que habilita latencias ultrabajas, sincronización industrial, segmentación de red y comunicaciones orientadas a procesos críticos. Mientras que Estados Unidos, China o India rozan o superan el 90 por ciento, España se enfrenta al riesgo de que su actual ventaja se convierta en punto débil si no acelera la transición.
Este diferencial explica por qué DigitalES sitúa la inversión necesaria entre 20.000 y 35.000 millones de euros de aquí a 2030, dentro de los 200.000 millones que la Comisión Europea estima para la transformación digital del continente.
Un informe que mira a 2030: la conectividad pasa de infraestructura de soporte a motor productivo
El avance del Informe sobre el Futuro de la Conectividad en España se convirtió en el punto de referencia sobre el que pivotaron todas las intervenciones de la jornada. Lejos de limitarse a un inventario tecnológico, el documento plantea un mensaje de fondo: España afronta un cambio de escala que transformará el papel de las redes durante la próxima década. La conectividad, que hasta ahora funcionaba como soporte transversal de la digitalización, pasará a convertirse en un activo estructural de productividad, competitividad y soberanía tecnológica.
Ese punto de partida, que combina liderazgo europeo con riesgos crecientes de estancamiento, condiciona todo el análisis. España mantiene una posición avanzada en fibra y 5G NSA, pero cuando se observa la madurez de infraestructuras como 5G Standalone o satélites de nueva generación, el país cae en los rankings globales por debajo de los mercados líderes. Esta brecha no es solo técnica: afecta a la capacidad de atraer industria, automatizar procesos y escalar servicios de inteligencia artificial. El informe sitúa los cables submarinos como un activo crítico para España, que se encuentra en una posición estratégica para reforzar su papel como hub digital del sur de Europa, aunque deberá acelerar la renovación de infraestructuras, diversificar rutas y mejorar la interconexión con centros de datos de nueva generación.
En este contexto, el informe recorre capa por capa la evolución de la red. La primera transición se produce en el ámbito móvil, donde la próxima etapa del 5G exigirá mucho más que cobertura. La industria demanda redes capaces de sincronizar dispositivos en microsegundos, operar sin fallos y anticiparse a incidencias mediante inteligencia artificial. Estas capacidades, vinculadas a procesos críticos, representan un salto funcional respecto al 5G inicial.
Ese cambio en la red móvil impacta directamente en la red fija. La fibra, que ha sido la gran infraestructura de referencia en España, entra ahora en una fase de evolución hacia arquitecturas XGS-PON y modelos simétricos multigigabit que permitan sostener hogares hiperconectados, IoT masivo y entornos empresariales con una densidad de dispositivos mucho mayor que la actual. La red fija ya no solo debe dar capacidad, sino absorber picos de tráfico generados por IA, edge computing y automatización industrial.
Pero incluso la suma de móvil y fibra resulta insuficiente para el ciclo que viene. El informe identifica un renacimiento del sector satelital —impulsado por constelaciones de órbita baja y enlaces ópticos— que permitirá ampliar la cobertura en zonas remotas y reforzar la resiliencia nacional. Y sitúa el cable submarino como pieza clave para la competitividad europea: transportar el 99 por ciento del tráfico mundial convierte estas infraestructuras en un factor geopolítico, especialmente en un país como España con potencial real para consolidarse como hub digital del sur de Europa.
La visión tecnológica se completa con una aproximación práctica: 27 casos de uso distribuidos en siete sectores estratégicos. Todos comparten una idea común: sin redes avanzadas no es posible desplegar automatización industrial, movilidad inteligente, gestión energética optimizada o servicios sanitarios de nueva generación. La conectividad se convierte, de facto, en una palanca económica.
El informe concluye con una advertencia: España dispone de una ventana de tres a cinco años para completar este salto. La madurez del 5G SA, la integración del satélite, la modernización del cable submarino y la evolución de la fibra serán esenciales para absorber el impacto de la inteligencia artificial, la computación cuántica o la realidad extendida. Si el país acelera ahora, consolidará su liderazgo. Si no lo hace, corre el riesgo de quedar atrapado entre dos ciclos tecnológicos.
Regulación y conectividad: el reto de aplicar el Reglamento Gigabit al territorio
La mesa sobre regulación, formada por la SETELECO, la Dirección General de Carreteras y Puertos del Estado, introdujo el componente más técnico de la jornada. Las intervenciones mostraron que la llegada del Reglamento Gigabit y su Punto de Información Único (PIU) supone una oportunidad y a la vez un desafío de coordinación.
Elena Galindo, desde la Secretaría de Estado, recordó que España llega con ventaja, gracias a años de compartición de infraestructuras y al liderazgo en fibra. Pero admitió que siguen existiendo cuellos de botella, especialmente a nivel municipal. Subrayó que el PIU permitirá identificar infraestructuras reutilizables, incluyendo canalizaciones y edificios públicos, pero alertó sobre la complejidad de coordinar más de 10.000 administraciones obligadas a integrarse en la plataforma.
Enrique Pérez Rodríguez-Carmona, desde Carreteras, insistió en la necesidad de mejorar la documentación técnica que presentan los operadores, ya que los errores y las contradicciones en los expedientes son una de las causas que más retrasan los permisos. También reclamó armonizar criterios y digitalizar trámites.
Desde Puertos del Estado, Jaime Luezas explicó que la naturaleza crítica de los puertos obliga a un modelo de despliegue más controlado, con redes internas separadas de las ciudadanas y con exigencias específicas en seguridad y logística. Citó los ejemplos de Barcelona y Valencia como casos en los que se han logrado avances significativos gracias a la coordinación temprana entre operadores y autoridades.
La visión del sector: un despliegue que avanza, pero necesita más emplazamientos, más energía y una regulación más ágil

La mesa Desafíos del 5G en España: necesidades actuales y hoja de ruta ofreció la mirada más operativa de la jornada. Representantes de American Tower, Cellnex, Nokia, TOTEM y Vantage Towers coincidieron en que el país ha construido una base sólida, pero todos subrayaron que el ciclo que comienza será más exigente que la etapa inicial del 5G. Con un tráfico en crecimiento acelerado y una demanda industrial que apunta a servicios de baja latencia, la red necesita más densidad, más energía disponible y menos fricción regulatoria.
Más emplazamientos, más rápido: la densificación será inevitable
La directora comercial de American Tower España, Silvia Hermoso, fue directa al describir el reto:
“Hay que agilizar las autorizaciones y facilitar la localización de espacios para desplegar nuevos emplazamientos.”
Hermoso advirtió que la red actual no bastará para absorber el volumen de dispositivos y servicios que traerá el 5G SA y que la densificación será inevitable en ciudades, zonas logísticas y áreas de alta demanda.
Desde Cellnex, su director comercial Joan Cervera reforzó la idea de que el volumen de tráfico obliga a repensar el mapa de infraestructuras:
“El incremento del tráfico es exponencial y va a exigir multiplicar los puntos de acceso.”
Ambos coincidieron en que España no parte de cero, pero la escala del desafío es radicalmente distinta a la del despliegue 4G o incluso al 5G NSA.
La energía, un cuello de botella silencioso
Uno de los mensajes más repetidos fue el de la disponibilidad eléctrica. Aunque suele quedar fuera del debate público, los ejecutivos consideraron que se convierte en un factor central para el despliegue.
Cervera insistió en ello: “Muchas veces tenemos la infraestructura lista, pero no la potencia eléctrica disponible.”
Para un 5G que requiere estaciones más densas y equipos más avanzados, la energía deja de ser un elemento accesorio y se convierte en un recurso estratégico. Esto implica que operadores, empresas de infraestructuras y sector energético deban coordinarse más que nunca.
Calidad, latencia y 5G SA: el punto de vista tecnológico
Desde el lado del fabricante, el presidente de Nokia España, Ignacio Gallego, recordó que el foco del 5G ya no está en la cobertura, sino en la calidad. Describió esta exigencia con claridad:
“No todo es cobertura. La latencia, la capacidad y la fiabilidad van a ser determinantes.”
Gallego subrayó que el 5G SA es imprescindible para servicios avanzados, pero su adopción requiere:
- redes más densas,
- más edge computing,
- y más coordinación entre administraciones y operadores.
Su intervención añadió un matiz importante: el despliegue físico no es suficiente si no va acompañado de la capacidad de procesar datos cerca del usuario.
Un nuevo marco de colaboración público-privada
El CEO de TOTEM España, Patrick Farges, aportó la perspectiva de los operadores de torres. Su mensaje se centró en la cooperación institucional:
“Necesitamos verdadera agilidad administrativa si queremos cumplir con la hoja de ruta del 5G.”
Farges apuntó que la dispersión regulatoria entre municipios y comunidades autónomas continúa siendo uno de los grandes frenos para desplegar small cells y nuevos emplazamientos.
En una línea similar, Ana Díaz Cayetano, managing director de Vantage Towers Spain, destacó que las infraestructuras pasivas pueden ser un acelerador del 5G siempre que exista un marco regulatorio estable y homogéneo que facilite la instalación de nuevos puntos de red y la compartición de emplazamientos. Señaló la importancia de evitar duplicidades, reducir burocracia y optimizar el uso de las torres existentes, aunque en la transcripción no figura una cita literal atribuible a ella.
Un mensaje colectivo: la red necesita profundidad, coherencia y velocidad
Si algo unió a todos los ponentes fue un diagnóstico compartido. España ha hecho un esfuerzo inversor histórico, pero la nueva etapa exigirá:
- más puntos de red,
- más capacidad eléctrica,
- más edge computing,
- más coordinación técnica y administrativa,
- y un marco regulatorio que facilite y no retrase los despliegues.
La mesa dejó claro que la pregunta ya no es si España tiene una buena red, sino si esa red está preparada para el volumen de tráfico, servicios industriales y aplicaciones de IA que llegarán en los próximos cinco años.
El futuro digital a debate: inversión, escala, regulación y resiliencia en la nueva década de las infraestructuras

La mesa El Futuro Digital a Debate reunió a representantes de prácticamente todo el ecosistema: operadores, fabricantes y operadores neutros. La variedad de perfiles permitió trazar un mapa completo de los retos industriales, regulatorios y tecnológicos que marcarán el futuro de la conectividad en España. Lejos de diagnósticos complacientes, todos coincidieron en que el país afronta un nuevo ciclo que exigirá más inversión, más escala, más eficiencia y una regulación más coherente con el ritmo tecnológico.
Telefónica: del despliegue a la construcción de capacidades avanzadas
El debate arrancó con la visión de Alberto Moreno, director de Regulación de Telefónica España, que situó el momento actual como un punto crítico:
“Nos encontramos en un punto de inflexión.”
Moreno subrayó que España ya ha completado una parte importante del despliegue, pero insistió en que el desafío ahora es desarrollar capacidades sobre esa conectividad, mencionando explícitamente tecnologías como edge cloud, XGS-PON y network slicing. También alertó sobre el impacto de la inteligencia artificial y del coche conectado en la estructura del tráfico:
“El uplink (…) está tomando muchísima relevancia.”
Y vinculó esta evolución con la necesidad de reforzar la resiliencia mediante redundancia e inversiones adicionales:
“La resiliencia pasa por la diversificación, por tener redundancias.”
Huawei: innovación colaborativa como base del liderazgo español
Para José María Ramírez, director de Asuntos Públicos de Huawei España, el liderazgo español no es casualidad sino fruto de una cultura compartida:
“Colaboración conjunta entre todos.”
Ramírez reivindicó la innovación como motor del sector. Explicó que más de la mitad de los empleados de Huawei trabajan en I+D y recordó que España fue pionera en la compartición de infraestructuras, un modelo que considera clave para sostener la competitividad futura. También señaló el reto de gestionar la disrupción tecnológica continua y la necesidad de conservar los aprendizajes regulatorios que han permitido el desarrollo del sector.
Digi: estabilidad regulatoria, coordinación administrativa y cumplimiento de plazos
La intervención de Mónica Barrera, responsable de regulación e institucionales de Digi, aportó una visión muy estructurada sobre el papel de las administraciones en el fomento de la inversión. Identificó cuatro factores esenciales:
- Marco regulatorio estable y predecible.
- Aplicación coherente entre administraciones estatales, autonómicas y locales.
- Cumplimiento estricto de plazos administrativos.
- Disponibilidad de infraestructuras públicas a través del PIU.
Su mensaje sobre la alineación institucional fue uno de los más claros del panel:
“Tenemos que remar todos en la misma dirección.”
Y advirtió del riesgo de priorizar territorios o entornos de forma desigual:
“No podemos caer en la tentación de privilegiar unos entornos en detrimento de otros.”
ZTE: eficiencia, IA y redes preparadas para la resiliencia
Miguel Arranz, director de Wireless Solution de ZTE, introdujo una visión técnica sobre la eficiencia y la inteligencia artificial. Fue claro al advertir contra el uso indiscriminado del término, pero destacó su valor real:
“La inteligencia artificial es una herramienta potentísima en la búsqueda de eficiencia.”
Arranz detalló aplicaciones concretas: predicción del tráfico, apagado inteligente de elementos de red, visión artificial en fabricación, detección de fallos y ciberseguridad. Y conectó la IA directamente con la resiliencia:
“La inteligencia artificial no solo ayuda a encauzar inversiones hacia la eficiencia, sino también hacia la resiliencia.”
MasOrange: rentabilidad, escala y el debate con las grandes plataformas digitales
El representante de MasOrange, Christian Hacker, introdujo uno de los diagnósticos más contundentes de la mesa: la crisis de rentabilidad del sector. Subrayó que los operadores europeos operan con precios bajos, rentabilidad inferior al coste de capital y niveles de inversión inferiores a los de otras geografías. Su análisis fue directo:
“Sufrimos problemas de rentabilidad y sostenibilidad.”
Hacker puso el foco en la necesidad de ganar escala mediante operaciones de compartición o modelos mayoristas premium, y planteó un debate de fondo:
“Hay un número muy reducido de grandes plataformas que concentra más del 50% del tráfico.”
Defendió que estas plataformas deberían negociar condiciones técnicas y comerciales con los operadores y reclamó un mecanismo regulatorio que corrija el desequilibrio actual.
Onivia: la compartición como herramienta para la inversión sostenible
Para Iciar Martínez, directora de Governance & Corporate Communications de Onivia, el modelo español de compartición es “un ejemplo claro de que funciona”. Reforzó el análisis de Hacker y lo contextualizó en el mercado mayorista:
“Permiten optimizar el uso de las infraestructuras ya desplegadas, evitando duplicidades innecesarias.”
Martínez explicó que, para los inversores, la prioridad ya no son los hogares pasados, sino los conectados, y que los criterios se centran ahora en ingresos predecibles, modelos multioperador y eficiencia operativa. Reclamó simplificación operativa, dinamismo comercial y mayor competencia.
Ericsson: consolidación, escala e incentivos correctos para la inversión
El cierre de la mesa lo protagonizó Iván Rejón, director de Strategy & Corporate Affairs en Ericsson, que situó el debate de la consolidación en el centro de la competitividad europea. Rejón explicó que la escala es determinante para el retorno del capital y que la fragmentación del mercado europeo frena la inversión:
“Europa está considerablemente rezagada.”
Citó el ejemplo del Reino Unido —la fusión entre Vodafone y Three— como caso de cómo la consolidación puede estimular despliegues adicionales en lugar de frenarlos. También reclamó una política de espectro que promueva la inversión y criticó la complejidad documental europea en los procesos de simplificación:
“Estamos haciendo compleja la propia simplificación.”
Rejón añadió un mensaje final que conectó con el tono general de la mesa:
“La competitividad europea depende de la capacidad para crear y adoptar tecnología.”
El Gobierno sitúa la conectividad como un proyecto de país

La clausura del encuentro corrió a cargo de Matías González, secretario general de Telecomunicaciones. Su intervención cerró la jornada reforzando el alineamiento entre el diagnóstico del sector y la hoja de ruta de la Administración. González fue claro: la conectividad ya no es un pilar técnico, sino estratégico, y su despliegue debe abordarse como un proyecto nacional.
El secretario general articuló su mensaje en torno a cinco prioridades. En primer lugar, culminar el despliegue universal con enfoque territorial, atendiendo los casos particulares que aún dificultan la cobertura fija y móvil. En segundo lugar, asegurar la rentabilidad económica de las redes, especialmente del 5G, mediante casos de uso industriales que generen ingresos reales. González no rehuyó el debate sobre sostenibilidad: insistió en que el modelo actual necesita ajustes para que las inversiones sigan siendo viables.
También subrayó la importancia de reforzar la resiliencia en un escenario geopolítico incierto. Citó la necesidad de proteger cables submarinos, emplazamientos móviles y redes críticas capaces de operar incluso en condiciones extremas, un punto que conecta con las alertas de la industria sobre amenazas crecientes.
El cuarto eje fue la confianza social. González reivindicó el papel del CCARS y advirtió contra discursos que alimentan miedos infundados sobre el espectro. Recordó que la evidencia disponible es sólida y debe comunicarse con rigor para evitar fricciones locales que retrasen despliegues esenciales.
Por último, situó la inteligencia artificial, la computación cuántica y las nuevas constelaciones satelitales como los vectores que marcarán el próximo ciclo. Aseguró que la regulación debe adaptarse con mayor agilidad e insistió en que la Digital Networks Act debe tener impacto real, fomentar inversión y facilitar alianzas dentro de un mercado europeo heterogéneo.
Su mensaje final sintetizó la actitud institucional: el futuro conectado no se construye desde un único actor, sino a través de cooperación continua entre industria, administraciones y comunidad científica. Las telecomunicaciones, dijo, son un sector estratégico de país.
Una década para decidir quién será competitivo en 2030
La jornada dejó clara una idea: España ha construido una conectividad de referencia, pero su liderazgo dependerá de si es capaz de acelerar ahora los despliegues avanzados, simplificar la regulación y asegurar que la inversión es sostenible. La conectividad ya no es solo infraestructura técnica, sino capacidad productiva, resiliencia estatal y soberanía tecnológica.
Para 2030, la distancia entre países no vendrá marcada por la cobertura, sino por la calidad de sus redes, la madurez del 5G SA, la integración del satélite, la seguridad física y lógica de las infraestructuras y la capacidad de absorber inteligencia artificial a escala.
España parte bien posicionada, pero la ventana temporal se estrecha. El consenso exhibido en esta jornada quizás sea la mejor señal: industria, reguladores y ciencia parecen compartir el mismo diagnóstico y, por primera vez en mucho tiempo, también las prioridades.
Editor en La Ecuación Digital. Analista y divulgador tecnológico con más de 30 años de experiencia en el estudio del impacto de la tecnología en la empresa y la economía.
