La operadora MasOrange ha vuelto a superar su propio récord mundial de velocidad de transmisión de datos al alcanzar los 1,6 terabits por segundo (Tbps) sobre una única longitud de onda en una red óptica terrestre. El ensayo, realizado en Madrid, marca un nuevo hito en la evolución de las infraestructuras de telecomunicaciones, apenas once meses después de que la compañía lograra los 1,2 Tbps entre Granada y Córdoba.
La red de transmisión óptica es la columna vertebral de cualquier sistema de telecomunicaciones. Su función, aunque a menudo se pasa por alto frente a tecnologías más visibles como el 5G o la fibra hasta el hogar, es crítica: conectar nodos de red entre ciudades, transportar datos a gran velocidad y sostener el tráfico creciente de servicios digitales. En este caso, la nueva capacidad permitiría, en teoría, transmitir hasta 500.000 canales de vídeo en alta definición de forma simultánea o 100.000 en 4K, triplicando las capacidades comerciales actuales.
Según datos proporcionados por la compañía, la tecnología empleada se basa en módulos ópticos de 1,6 Tbps que, además de aumentar el caudal de datos, reducen el consumo energético por gigabit en un 25% respecto a los módulos anteriores de 1,2 Tbps. Esta eficiencia se logra gracias a una arquitectura totalmente óptica (OXC) que prescinde de conversiones eléctricas y elimina el cableado interno, lo que también reduce costes y espacio en las salas técnicas.
Aunque el récord técnico es llamativo, el trasfondo estratégico apunta a algo más amplio: la preparación de la red para absorber la presión de tráfico que traerán tecnologías como el 5G SA, el IoT industrial, la inteligencia artificial generativa o las futuras redes 6G. MasOrange estima que el volumen de datos en su red se triplicará en los próximos cinco años. La cifra no es gratuita. La extensión del 5G, la proliferación de dispositivos conectados y el uso intensivo de servicios cloud están empujando a los operadores a rediseñar sus infraestructuras de base.
“Este despliegue no solo responde al reto de capacidad, sino que habilita servicios emergentes como ciudades inteligentes e IoT industrial, de forma sostenible y eficiente”, explicó Mónica Sala, directora de red de MasOrange. La compañía, nacida de la fusión entre Orange España y el Grupo MásMóvil, ha mantenido una línea de innovación constante en tecnologías como XGSPON, Open RAN o VoNR, aunque no siempre con la misma visibilidad pública que sus competidores.
En contraste con otros operadores europeos que han optado por externalizar parte de su red o ralentizar inversiones en transmisión óptica, MasOrange ha apostado por reforzar su infraestructura troncal. La elección no es menor. En un contexto de consolidación del mercado y presión regulatoria, disponer de una red propia de alta capacidad puede convertirse en una ventaja competitiva tanto para servicios mayoristas como para verticales empresariales.
El avance técnico también tiene implicaciones medioambientales. La arquitectura OXC, al eliminar la conversión eléctrica de señales, se alinea con los objetivos de neutralidad climática de la Unión Europea. Aunque el impacto total dependerá del despliegue a escala, la reducción del consumo energético por gigabit es un argumento que gana peso en un sector cada vez más presionado por la sostenibilidad.
José Méndez, responsable del proyecto, lo resume así: “Alcanzar 1,6 Tbps sobre una única longitud de onda nos permite multiplicar la capacidad sin comprometer la eficiencia energética, algo clave en un contexto de crecimiento exponencial del tráfico de datos”.
La compañía opera actualmente bajo una estructura multimarcas que incluye Orange, Yoigo, Jazztel, MASMOVIL, simyo, Pepephone, Lebara y Lyca, además de cinco enseñas regionales. Con más de 31 millones de hogares cubiertos con fibra y una red móvil 5G que alcanza al 90% de la población, MasOrange se posiciona como el operador con mayor base de clientes en España. Sin embargo, el liderazgo técnico no garantiza por sí solo una ventaja sostenida. La presión sobre los márgenes, la competencia en precios y la fragmentación del mercado siguen siendo factores determinantes.
A medio plazo, la pregunta no es solo cuánta velocidad puede ofrecer una red, sino cómo se monetiza esa capacidad. Las redes de transmisión óptica, por muy rápidas que sean, necesitan casos de uso que justifiquen su despliegue. La industria apunta a servicios como redes privadas 5G, plataformas de edge computing o soluciones de inteligencia artificial distribuida. MasOrange, al menos por ahora, parece estar construyendo la infraestructura para ese futuro.
