
Editor en La Ecuación Digital. Consultor de Innovación y Estrategia…
En el cambiante panorama de la tecnología empresarial, las ferias y congresos ya no son lo que eran. Atrás quedaron los días en los que los grandes lanzamientos de producto centraban la atención mediática y marcaban el ritmo del calendario profesional.
Hoy, la verdadera utilidad de estos encuentros reside en su capacidad para generar contactos de calidad, facilitar decisiones de compra y ofrecer una visión estratégica de la digitalización.
España cuenta con un ecosistema ferial variado, pero fragmentado, que aún busca consolidar una propuesta de valor coherente frente al empuje de citas internacionales como Viva Technology, el CES o el MWC Barcelona.
En un reciente debate que mantuve con el periodista Alberto Iglesias, abordamos a fondo el estado actual de las principales ferias tecnológicas en España. De esa conversación surgieron reflexiones clave sobre qué está funcionando, qué se ha estancado y qué transformaciones podrían reforzar su impacto real en el sector.
De Las Vegas a Barcelona: entre la relevancia global y la escasa presencia española
La temporada suele abrir con el CES de Las Vegas, considerado uno de los mayores escaparates de tecnología de consumo del mundo. Aunque históricamente orientado a electrónica y hardware, en los últimos años ha dado paso a contenidos más profesionales, integrando ponencias de líderes empresariales y soluciones B2B. Sin embargo, la presencia española en este evento continúa siendo testimonial, limitada a pequeños espacios gestionados por entidades públicas. En contraste, países como Francia despliegan allí una estrategia sólida de visibilidad internacional, que refuerza el posicionamiento de sus empresas tecnológicas.
El siguiente gran hito en el calendario es el Mobile World Congress, celebrado en Barcelona. Pese a los años de incertidumbre previos a la pandemia, el evento ha logrado reorientarse hacia un perfil más profesional, centrado en telecomunicaciones, software empresarial y alianzas estratégicas. Ha perdido peso como espacio de anuncios, desplazados ahora a eventos corporativos propios, pero ha ganado relevancia como lugar de encuentro para decisiones de alto nivel. Aun así, esta transformación no ha sido fruto de una estrategia planificada, sino de una adaptación obligada a las nuevas dinámicas del sector.
[su_testimonial name=»Alberto Iglesias» company=»Periodista y Subdirector de Disruptores en El Español»]España tiene muchas ferias, pero ninguna referencia clara: falta visión estratégica, respaldo institucional y voluntad de impacto.[/su_testimonial]Startups y presencia institucional: luces y sombras del South Summit
En Madrid, el South Summit nació como puente entre los ecosistemas emprendedores de España y América Latina. Su planteamiento inicial, centrado en conectar startups, inversores y aceleradoras, ha ido diluyéndose con el tiempo. Hoy, el evento muestra un creciente protagonismo de administraciones públicas y una menor representación del capital privado. La reducción de la presencia de aceleradoras y la dificultad de encontrar dinámicas efectivas de networking han contribuido a una pérdida de utilidad para muchas startups participantes.
Con el paso del tiempo, el South Summit parece haber evolucionado desde su planteamiento fundacional —conectar el ecosistema iberoamericano de start-ups— hacia una lógica más propia de una empresa de eventos, centrada en su expansión y sostenibilidad comercial. Esta transformación ha generado críticas sobre si se mantiene alineado con su propósito original.
Málaga y el modelo intermedio: planificación como ventaja competitiva
En el panorama de ferias tecnológicas en España, el Digital Enterprise Show (DES), que se celebra en Málaga desde 2022, representa un modelo singular. A diferencia de otros certámenes que centran sus esfuerzos en atraer volumen de asistentes o en el despliegue de stands, el DES ha apostado por estructurar su propuesta en torno a un concepto operativo: la planificación personalizada. Para muchos profesionales del sector, el valor de esta feria reside precisamente en que, más allá del contenido general, se articula una agenda concreta de reuniones diseñada para cada perfil ejecutivo.
[su_testimonial name=»Hernán Rodríguez» company=»Analista de tecnología y director editorial de La Ecuación Digital»]Si el DES quiere dar el salto y consolidarse como evento de referencia internacional, tiene que superar su techo actual de asistentes y contar con protagonistas globales en su programa.[/su_testimonial]Durante el debate, Alberto Iglesias destacó con acierto que este enfoque curado permite orientar la experiencia hacia el retorno directo, tanto para los expositores como para los asistentes. La organización asigna itinerarios adaptados a áreas de interés —CIOs, responsables de marketing, innovación o transformación digital—, lo que permite conectar de forma dirigida a decisores con proveedores tecnológicos relevantes. Este planteamiento contrasta con el modelo abierto de otras ferias, donde las oportunidades de contacto quedan más expuestas al azar o dependen exclusivamente de la proactividad individual.
En mi opinión, el DES es actualmente el evento que mejor concentra perfiles ejecutivos de alto nivel en España. Me parece una cita relevante para el sector y valoro especialmente su estructura orientada al impacto. Sin embargo, también veo con claridad que su crecimiento está limitado: desde que se trasladó a Málaga, no ha conseguido superar la barrera de los 17.000 asistentes anuales. A pesar del contenido, el diseño y la orientación profesional, el evento no ha logrado aún proyectarse más allá de su escala actual.
Una de las razones es física: el recinto ferial de Málaga (FYCMA) ha alcanzado su capacidad máxima, y cualquier intento de crecimiento real —ya sea en número de expositores, escenarios o espacios de reunión— depende de una futura ampliación que aún no se ha materializado. Iglesias lo subrayó también como un punto crítico. A eso se suma la falta de un apoyo institucional más allá del ámbito local. Si bien cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de Málaga y de la Junta de Andalucía, el evento carece de un impulso estratégico de ámbito estatal o europeo. Sin esa implicación, resulta difícil que pueda consolidarse como una referencia internacional.
Personalmente, creo que el DES tiene potencial para crecer mucho más. Me gustaría que atrajera a ponentes y protagonistas internacionales del calibre que ya vemos en París o Londres, y que lograse superar su techo actual en asistentes sin perder su orientación profesional. Hoy es una feria útil, bien diseñada, pero que todavía no ha dado ese salto de escala que la sitúe en el radar global de los eventos tecnológicos más influyentes.
Tampoco es un evento libre de mejoras. Uno de los problemas recurrentes —como apuntó Iglesias— es el exceso de ruido entre escenarios, que dificulta mantener conversaciones estratégicas o hacer networking espontáneo en condiciones. Aunque se han ampliado las zonas de reunión, sigue faltando un entorno más propicio para el contacto de calidad. Y aunque existe un área de start-ups, el DES aún no ha conseguido posicionarse como una plataforma relevante para el talento emergente o la innovación en fases tempranas. Frente a modelos como VivaTech o el Four Years From Now del Mobile, todavía queda recorrido para integrar a empresas pequeñas y soluciones disruptivas que necesitan visibilidad.
En resumen, el DES representa un modelo intermedio que funciona: está orientado al negocio, apuesta por la planificación y atrae perfiles relevantes. Pero para convertirse en una feria de referencia internacional, necesita reforzar su estructura, ampliar sus apoyos y abrirse a nuevas audiencias. No se trata solo de crecer en volumen, sino de reforzar su capacidad para conectar a quienes toman decisiones, mostrar tecnología con impacto y abrir espacio a la innovación real.
VivaTech: cuando el respaldo estatal y la estrategia convergen
La comparación con VivaTech, el evento tecnológico que se celebra cada año en París, resulta inevitable. Tanto por su magnitud como por su capacidad de convocatoria, marca un estándar europeo que, hoy por hoy, ninguna feria española alcanza. En la última edición, el evento reunió a más de 180.000 visitantes y acogió a unas 14.000 start-ups, cifras que no solo impresionan por su volumen, sino por la diversidad y calidad de los perfiles presentes: desde grandes tecnológicas globales hasta pequeñas firmas con propuestas emergentes.
Tuve ocasión de asistir a esta edición, y lo primero que me llamó la atención fue la intensidad y el compromiso de expositores y asistentes. A diferencia de lo que suele ocurrir en algunos eventos en España —donde muchos visitantes asisten unas horas, pasean y regresan a la oficina—, en VivaTech observé una actitud de permanencia real. La gente acudía con agendas cerradas, con interlocutores definidos, con objetivos concretos. Había un propósito profesional claro, no solo presencia física.
También me sorprendió la cantidad de novedades tecnológicas visibles en los stands, especialmente en los espacios ocupados por pequeñas empresas. Muchos de ellos contaban con poco más que una mesa, un monitor y su producto. Pero en esa simplicidad se concentraba algo esencial: contenido relevante y demostrable. La feria ofrece condiciones óptimas para que esas pequeñas innovaciones encuentren visibilidad, interés y oportunidad de conexión con actores mayores.
Alberto Iglesias también subrayó el modelo de VivaTech como ejemplo de éxito. Destacó no solo el apoyo institucional del gobierno francés —con el presidente Macron presente en cada edición de forma activa—, sino también la capacidad del evento para reunir, en un mismo espacio, a multinacionales tecnológicas, start-ups, administraciones públicas y fondos de inversión. Un ecosistema completo que no solo muestra tecnología, sino que la conecta con políticas, financiación y casos de uso reales. Un ejemplo paradigmático fue la elección del evento por parte de Nvidia para presentar en Europa sus principales novedades. Según Iglesias, esto muestra que VivaTech ya es considerado un escaparate estratégico de primer nivel para actores globales.
Uno de los elementos más relevantes, tanto por su efecto inmediato como por su lógica estructural, es la forma en que VivaTech facilita los encuentros de valor. Existen zonas habilitadas exclusivamente para reuniones, dentro y fuera del área de exposición. No todo es stand y escenario: hay también espacio pensado para la conversación. Iglesias destacó que estas áreas están integradas dentro del flujo del evento, no como añadidos marginales. Esta dimensión operativa —pensar el evento como una plataforma para provocar decisiones— es uno de los rasgos que más lo diferencian de muchas ferias españolas.
También me llamó la atención el papel de las universidades y programas de formación, presentes no como meros visitantes, sino como participantes activos. Muchas start-ups incubadas en entornos universitarios exponían sus prototipos y soluciones, conectando innovación académica y aplicación comercial. Esta integración refuerza el dinamismo del ecosistema y amplía el alcance de la feria más allá de lo corporativo.
En resumen, VivaTech ha conseguido convertirse en una feria tecnológica europea de referencia por tres razones principales:
- Un modelo curado, mixto e inclusivo, que combina gran empresa, start-up, política e investigación.
- Un respaldo institucional claro y bien posicionado, que acompaña sin monopolizar.
- Una orientación operacional al contacto, la decisión y el impacto, más allá de la visibilidad.
Es un evento que no solo expone, sino que funciona. Donde los grandes actores van a anunciar, las pequeñas empresas a mostrar, los inversores a explorar y los responsables públicos a tomar el pulso del sector. Ese es el tipo de cita que hoy falta en el panorama ferial español. No por copiar el modelo francés, sino por construir un espacio con ambición estructural, que combine interlocutores, visión internacional y propósito económico.
Madrid Tech Show y la búsqueda de identidad
El Madrid Tech Show ha sido, hasta ahora, un evento que agrupaba varias microferias sectoriales (cloud, ciberseguridad, inteligencia artificial, big data, e-commerce) bajo un mismo techo. Aunque ha ofrecido contenidos de interés en cada uno de esos ámbitos, el conjunto todavía no ha logrado posicionarse como una cita de referencia dentro del ecosistema nacional. En sus ediciones previas ha evidenciado cierta falta de enfoque estratégico, con propuestas dispersas y un networking poco estructurado, algo que se ha hecho notar tanto entre asistentes como entre algunos expositores.
Sin embargo, para 2025 se anuncia un cambio relevante en el formato y la ambición del evento. El Madrid Tech Show pasará a celebrarse como Madrid Tech Week, en asociación con los organizadores de la London Tech Week, uno de los encuentros tecnológicos de más rápido crecimiento en Europa. Esta colaboración busca dotar al evento madrileño de una identidad más unificada, fortalecer su posicionamiento internacional y generar una mayor densidad de asistentes y contenidos estratégicos.
Según las previsiones iniciales, se espera que la nueva edición —ya bajo la marca Madrid Tech Week— reúna a más de 30.000 visitantes, lo que supondría un salto importante respecto a años anteriores. La celebración está prevista para el mes de octubre y ocupará toda una semana de programación, con un enfoque transversal que combinará exposición, ponencias, eventos paralelos y encuentros profesionales por verticales tecnológicos.
Este cambio de escala abre una ventana de oportunidad: si el evento consigue combinar su carácter sectorial con una narrativa común y una estructura más orientada a resultados —como generar reuniones de valor y decisiones empresariales concretas—, podría consolidarse como el gran encuentro profesional de tecnología en Madrid. En un entorno donde otras ferias han ido perdiendo claridad en su propuesta o se han escorado hacia modelos de visibilidad institucional, el Madrid Tech Week podría convertirse en una alternativa bien posicionada para el público corporativo y técnico.
Pero para ello será clave cómo se estructura el contenido, qué perfiles se convocan, y qué tipo de relaciones se habilitan dentro del evento. El simple crecimiento en asistencia no garantiza impacto. El reto será aprovechar el impulso de la nueva marca y la experiencia organizativa de sus socios británicos para diseñar un encuentro con propósito claro, estructura eficaz y capacidad para conectar a empresas, soluciones y decisores reales.
Del evento atomizado al gran certamen integrador: ¿una opción realista?
La fragmentación del calendario español —repartido entre eventos generalistas, sectoriales y corporativos— contrasta con modelos más centralizados como el francés o el nórdico. Esta dispersión dificulta atraer a actores globales de referencia, tanto como expositores como asistentes. La posibilidad de crear un gran evento iberoamericano, con sede en España y enfoque multilateral, ha sido planteada como vía para posicionar al país como puente entre Europa y América Latina en materia de digitalización.
Una iniciativa de este tipo requeriría una implicación institucional coordinada, una visión de largo plazo y una integración efectiva de startups, grandes corporaciones y reguladores. La clave estaría en definir un propósito claro: no replicar lo que ya existe, sino ofrecer un espacio que represente la economía digital del conjunto iberoamericano y actúe como nodo estratégico para ambos continentes.
El verdadero valor: perfiles relevantes y contactos con propósito
Más allá de la ubicación, el formato o el presupuesto, todas las ferias coinciden hoy en una premisa: su utilidad depende de la capacidad para conectar oferta y demanda tecnológica de forma eficaz. No se trata de inflar cifras de visitantes ni de multiplicar los escenarios, sino de atraer a quienes toman decisiones reales y facilitar entornos donde esas decisiones puedan madurar. La medida de éxito no es el número de asistentes, sino el número de reuniones relevantes, acuerdos iniciados y proyectos viables en marcha.
El reto, para las ferias españolas, no es seguir creciendo sin rumbo, sino madurar su enfoque hacia un modelo orientado al impacto. Mientras VivaTech ofrece un ejemplo consolidado de lo que puede lograr una feria tecnológica con estrategia, las citas nacionales tienen ante sí la tarea de definir su identidad, ampliar su ambición y construir el entorno adecuado para que el conocimiento y el negocio se encuentren de forma natural.