
Elon Musk ha confirmado su salida como empleado especial del Gobierno de Estados Unidos, marcando así el fin de su etapa como colaborador formal de la administración de Donald Trump. Aunque seguirá siendo considerado un asesor externo influyente, su decisión refleja un cambio de estrategia tras un periodo de desgaste reputacional tanto para sus empresas como para su imagen pública.
La confirmación se produjo este miércoles, tras una serie de entrevistas en las que Musk ha intentado reposicionar su figura en el ámbito técnico y empresarial.
As my scheduled time as a Special Government Employee comes to an end, I would like to thank President @realDonaldTrump for the opportunity to reduce wasteful spending.
The @DOGE mission will only strengthen over time as it becomes a way of life throughout the government.
— Elon Musk (@elonmusk) May 29, 2025
En declaraciones a CBS News y The Washington Post, el CEO de Tesla y SpaceX expresó su desacuerdo con el reciente paquete legislativo aprobado por la Cámara de Representantes, y respaldado por Trump, que proyecta un aumento del déficit presupuestario de hasta 5 billones de dólares en la próxima década, según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Reacciones ante el proyecto legislativo de Trump
Durante su participación en el programa CBS Sunday Morning, Musk manifestó estar “decepcionado” por la magnitud del gasto que implica el proyecto, conocido como One Big Beautiful Bill Act . El texto contempla la extensión de recortes fiscales impulsados en 2017, un aumento del presupuesto en seguridad fronteriza, la imposición de requisitos laborales en programas como Medicaid y la eliminación de incentivos fiscales a las energías renovables.
“Creo que un proyecto de ley puede ser grande o puede ser bello, pero no sé si puede ser ambas cosas a la vez”, declaró Musk en la entrevista, en una crítica indirecta al nombre utilizado por Trump para promover la iniciativa.
Este posicionamiento representa un distanciamiento evidente del expresidente, con quien Musk había colaborado intensamente a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), una estructura paralela impulsada desde el entorno del magnate para aplicar recortes presupuestarios en la Administración federal.
DOGE y el desgaste institucional
DOGE fue concebido como un equipo técnico orientado a la contención del gasto público, con objetivos iniciales que incluían la reducción del déficit en dos billones de dólares. Sin embargo, según Musk, el grupo enfrentó resistencias estructurales y críticas persistentes desde diferentes sectores políticos. “Nos convertimos en el chivo expiatorio de todo lo malo que ocurría, aunque no tuviésemos relación directa con esos hechos”, lamentó.
Durante su mandato al frente de DOGE, Musk promovió auditorías y recortes en múltiples agencias gubernamentales, lo que provocó una cascada de demandas judiciales, tensiones internas y protestas en varios estados. Tesla, en particular, sufrió manifestaciones frente a sus plantas y una caída en sus ventas, circunstancias que Musk asocia directamente con su implicación política.
Reposicionamiento público y enfoque empresarial
En los últimos días, Musk ha intensificado su presencia en medios para remarcar su regreso al enfoque técnico. En declaraciones desde la sede de SpaceX en Texas, el empresario subrayó la urgencia de avanzar en el desarrollo de la nave Starship y el compromiso operativo que ello exige. “No vamos a llegar a Marte trabajando 40 horas semanales”, afirmó al Washington Post.
En conversación con Ars Technica, también reconoció que su implicación política había sido excesiva: “No dejé las compañías, pero probablemente dediqué demasiado tiempo relativo a cuestiones de gobierno. Ya he reducido eso de manera significativa”.
Este esfuerzo por redefinir su perfil coincide con un momento clave para SpaceX, que prepara un nuevo vuelo de prueba de Starship, y para Tesla, que busca estabilizar su situación comercial tras un año complejo. Musk ha insistido en que su prioridad sigue siendo el desarrollo de tecnologías espaciales, energéticas y robóticas, alejándose de los debates partidistas que marcaron su paso por Washington.
Perspectivas tras la retirada de DOGE
La salida formal de Musk de DOGE no implica la desaparición del equipo, aunque su futuro es incierto sin su principal impulsor. La cifra de ahorro atribuida al grupo —175.000 millones de dólares, según sus portavoces— ha sido cuestionada por analistas independientes, que consideran inflado ese cálculo por falta de verificación externa.
Mientras el proyecto legislativo de Trump avanza hacia el Senado, la desconexión de Musk introduce una fisura significativa en el frente tecnocrático que respaldó las primeras fases de la administración. Aunque su presencia como asesor informal podría continuar, la pérdida de protagonismo de DOGE pone fin a uno de los experimentos de eficiencia administrativa más controvertidos de los últimos años en Estados Unidos.
Implicaciones para Tesla y SpaceX
El paso atrás en el ámbito gubernamental podría aliviar la presión reputacional sobre Tesla y SpaceX, cuyas marcas se vieron afectadas por la exposición política del empresario. Sin embargo, el impacto sobre la percepción pública y la confianza de los inversores dependerá de su capacidad para reconducir el relato hacia sus avances tecnológicos.
Por ahora, Musk apuesta por una reorientación comunicativa que deje atrás los enfrentamientos ideológicos y recupere el enfoque en proyectos como el viaje interplanetario, la expansión de la energía eléctrica y la automatización industrial.