
La transformación de las políticas migratorias en Estados Unidos durante la segunda administración de Donald Trump está generando efectos de amplio alcance sobre el ecosistema tecnológico de Silicon Valley. A través de medidas que incluyen el refuerzo del escrutinio sobre los visados H-1B, la suspensión de nuevas solicitudes de visado estudiantil y la propuesta de establecer una Oficina de Remigración, la estrategia migratoria federal se está alejando de su papel tradicional como canal de atracción de talento internacional.
En el pódcast Uncanny Valley de la revista WIRED, sus editores examinan las implicaciones que estas decisiones pueden tener sobre la competitividad tecnológica del país, señalando cómo las nuevas políticas podrían debilitar la posición de Estados Unidos frente a potencias emergentes como China en sectores estratégicos como la inteligencia artificial (IA).
Aumento de restricciones y clima de incertidumbre
Desde el inicio del nuevo mandato presidencial, el proceso de obtención de visados ha experimentado un endurecimiento sin precedentes. En enero, se ordenó una pausa indefinida en la tramitación de visados F, M y J —relacionados con estudios y estancias académicas— mientras se implementaban controles reforzados sobre redes sociales y antecedentes de solicitantes. Paralelamente, el Departamento de Estado anunció que comenzaría a revocar visados de estudiantes chinos en campos considerados críticos, bajo el argumento de riesgos para la seguridad nacional.
Estas decisiones han generado preocupación en el ámbito académico, dado que aproximadamente una cuarta parte de los estudiantes internacionales en universidades estadounidenses procede de China. Además, muchos de ellos abonan tasas completas, lo que representa una fuente de financiación relevante para el sistema universitario y, por extensión, para la investigación científica y tecnológica.
Impacto en el desarrollo de inteligencia artificial
Una de las consecuencias más relevantes de esta política migratoria se refleja en el sector de la inteligencia artificial. Según datos de la National Foundation for American Policy, casi dos tercios de las empresas líderes en IA con sede en EE. UU. fueron fundadas o cofundadas por inmigrantes. Asimismo, en algunos programas de doctorado en informática, los estudiantes extranjeros representan más del 50 % del alumnado, como en la Universidad de Chicago, donde el año pasado alcanzaron el 57 %.
Estas cifras ilustran la dependencia del país respecto al talento extranjero en campos científicos y técnicos avanzados. La exclusión de investigadores y estudiantes internacionales pone en riesgo la sostenibilidad de los programas académicos y, a largo plazo, la capacidad de innovación de la industria tecnológica.
La H-1B y la creciente presión sobre el talento cualificado
El visado H-1B, creado en 1990, permite a empresas estadounidenses contratar personal cualificado para desempeñar funciones especializadas. Aunque ha sido objeto de críticas —principalmente por su sistema de asignación por sorteo y por casos de abusos laborales—, sigue siendo uno de los principales mecanismos para incorporar profesionales extranjeros al sector tecnológico.
Desde principios de 2025, los abogados especializados en inmigración han reportado un aumento significativo en las solicitudes de pruebas adicionales (RFEs) por parte del Servicio de Ciudadanía e Inmigración. Esto se traduce en una mayor complejidad, costes añadidos y mayor incertidumbre para los solicitantes y las empresas. También se han registrado obstáculos crecientes en los visados O-1 para personas con habilidades extraordinarias, lo que afecta a emprendedores y expertos con trayectoria reconocida.
Clima adverso para la atracción de talento
En Silicon Valley, donde se estima que el 66 % de la fuerza laboral tecnológica es extranjera, este entorno restrictivo está generando un efecto disuasorio. Fundadores de empresas emergentes, investigadores y profesionales han comenzado a reconsiderar sus planes, temiendo que el tiempo necesario para consolidar sus proyectos supere el periodo de validez de sus visados.
Este fenómeno podría intensificarse con la creación de una Oficina de Remigración. Inspirada en doctrinas defendidas por sectores extremistas, esta oficina apunta a identificar y expulsar a inmigrantes no “asimilados”, incluyendo ciudadanos nacionalizados. Esta propuesta, junto con otras medidas como la invocación de leyes como el Aliens Enemy Act, refuerza la percepción de que el país está adoptando una política migratoria de exclusión sistemática.
Reacciones del sector tecnológico
A pesar del posible impacto negativo en el desarrollo empresarial e innovador, las respuestas públicas por parte de grandes tecnológicas han sido limitadas. Aunque directivos como Elon Musk han expresado en el pasado su apoyo a la inmigración cualificada —siendo él mismo beneficiario del sistema—, las posiciones actuales son más ambiguas.
La excepción la representa Palantir, empresa de análisis de datos cofundada por Peter Thiel, que ha obtenido contratos relevantes con agencias federales como ICE, en el marco de programas como ImmigrationOS. Este proyecto, valorado en 30 millones de dólares y adjudicado sin licitación, centraliza información sobre inmigrantes y deportaciones en tiempo real, convirtiéndose en una herramienta clave dentro del aparato de vigilancia migratoria.
Un cambio estructural con consecuencias globales
Más allá de los efectos inmediatos sobre el ecosistema tecnológico estadounidense, estas políticas podrían acelerar un proceso de fuga de cerebros. Países como el Reino Unido, Canadá o incluso Hong Kong están desplegando programas para captar a estudiantes y emprendedores que ya no perciben a EE. UU. como un destino viable. En este contexto, la pérdida de capital humano no solo comprometería el liderazgo estadounidense en campos estratégicos como la IA, sino que también favorecería el posicionamiento de otras economías emergentes.
Lejos de tratarse de una disputa puntual sobre visados o requisitos burocráticos, el rediseño actual de la política migratoria representa un viraje estructural cuyas implicaciones se dejarán sentir durante décadas en sectores clave para el desarrollo económico y tecnológico del país.