Sam Altman, cofundador y CEO de OpenAI, ha logrado recuperar el control de la empresa de inteligencia artificial después de meses de caos interno. En una inesperada jugada en noviembre del año pasado, Altman fue despedido de su cargo como CEO por parte de la junta directiva, lo que sacudió a todo el Valle del Silicio. Sin embargo, tan solo cinco días después, el visionario ejecutivo regresó a la compañía en medio de una gran controversia.
En una conferencia de prensa celebrada el viernes, OpenAI anunció que Altman no solo mantendría su puesto en la empresa, sino que también recuperaría su codiciado asiento en la junta directiva. Esta decisión representa un rotundo triunfo para el ejecutivo, quien ha luchado por restablecer su autoridad en la compañía que ayudó a crear.
La investigación independiente realizada por la prestigiosa firma legal WilmerHale concluyó que la destitución de Altman no estuvo justificada y que su conducta no ameritaba tal medida drástica. A pesar de no haber publicado el informe completo, OpenAI reveló que el estudio revisó más de 30,000 documentos y entrevistó a decenas de personas, incluidos los anteriores miembros de la junta.
Bret Taylor, presidente de la junta de OpenAI, expresó el pleno apoyo del organismo a Altman y Greg Brockman, presidente de la compañía que renunció en protesta por el despido de su socio. «Estamos emocionados y unidos en nuestro apoyo a Sam y Greg», afirmó Taylor.
Además de reincorporar a Altman, OpenAI anunció la incorporación de tres mujeres a su junta directiva para abordar las preocupaciones sobre la falta de diversidad. Se trata de Sue Desmond-Hellmann, ex directora ejecutiva de la Fundación Bill y Melinda Gates; Nicole Seligman, ex abogada general de Sony; y Fidji Simo, directora ejecutiva de Instacart.
A pesar de los esfuerzos por cerrar este capítulo turbulento, persisten interrogantes sobre el verdadero motivo detrás del despido de Altman y si éste tuvo demasiado control sobre la investigación. Dos miembros salientes de la junta, Helen Toner y Tasha McCauley, expresaron su esperanza de que el nuevo equipo directivo cumpla con su deber de supervisar y responsabilizar a OpenAI por su misión declarada.
OpenAI, valorada en más de $80 mil millones, se encuentra a la vanguardia del desarrollo de la inteligencia artificial generativa, tecnologías capaces de generar texto, imágenes y sonidos. Mientras algunos ven en esta revolución una oportunidad de transformar la industria tecnológica, otros advierten sobre los riesgos de la desinformación en línea, la pérdida masiva de empleos e incluso amenazas para el futuro de la humanidad.
A medida que la polémica en torno a OpenAI se desvanece, la atención se centra ahora en cómo Altman ejercerá su renovado liderazgo y si logrará encauzar el inmenso potencial de la compañía hacia su misión original de desarrollar la inteligencia artificial para beneficio de la humanidad.
